‘¡Olvídate de mí!’: El amor no se puede borrar

Algunas películas son importantes por algo tan sencillo como que el guionista y el director consideran que la inteligencia del espectador es amplia y suficiente. En el caso de ‘¡Olvídate de mí!’ eso es un hecho. Un montaje arriesgado, un guion que podría invitar a la confusión o un punto de vista muy original, se convierte en un conjunto excelente

05 may 2018 / 08:34 h - Actualizado: 03 may 2018 / 23:45 h.
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  • Kate Winslet, como de costumbre, logra un papel magnífico. / El Correo
    Kate Winslet, como de costumbre, logra un papel magnífico. / El Correo
  • La química entre los protagonistas es chispeante. / El Correo
    La química entre los protagonistas es chispeante. / El Correo
  • Jim Carrey y Kate Winslet encarnan a los personajes principales. / El Correo
    Jim Carrey y Kate Winslet encarnan a los personajes principales. / El Correo
  • Una cama en la playa forma parte del último recuerdo delprotagonista. / El Correo
    Una cama en la playa forma parte del último recuerdo delprotagonista. / El Correo

Los recuerdos no se pueden borrar con una maquinita como proponen en el guion de ¡Olvídate de mí! (Eternal Sunshine of the Spotless Mind, 2004). Eso lo sabemos todos. Los recuerdos se pueden modificar hasta convertirlos en otra cosa más llevadera, en la única cosa que el ser humano puede llevar encima con cierta dignidad, en una enorme mentira. Lo que fue bueno lo hacemos mejor y fabricamos una excelencia inútil. Lo que fue malo lo convertimos en un pequeño error, lo que fue espantoso lo convertimos en un error de otros que nos tocó vivir y, seguramente, solucionar. Los recuerdos son lo que nos da la gana. Incluso los convertimos en la verdad.

¡Olvídate de mí! cuenta una historia de amor, de desamor, pero trata el tema del recuerdo. De qué es, de cómo conservarlo, de cómo perderlo o cómo modificarlo o prostituirlo. Y de las consecuencias que tiene cualquier intento de modificar la realidad. Michel Gondry, el realizador de la película, nos lleva a un tiempo en el que la técnica permite borrar parte de los recuerdos, los que corresponden a una persona en concreto, a una mascota o a algo que queremos eliminar de nuestra memoria. Y nos coloca frente al resultado de esa eliminación. Nada funciona porque hay voluntades inquebrantables. Vemos cómo los recuerdos se borraron. Primero los malos. El último el mejor de todos, el más largo, el más tierno. El montaje de la película hace que una trama algo confusa se puede asimilar sin dificultad. Es un montaje arriesgado que el año 2004 no era nada habitual.

La fotografía bien. El guion original y muy amable. Es una de esas historias que queremos conocer porque enseñan caminos que todos hemos intuido aunque no han sido transitados, seguramente, por miedo. Bien el vestuario, la peluquería o el maquillaje. La película es correctísima. Pero la película es grande, deja poso, gusta, emociona. ¿Por qué? Pues porque en pantalla vemos a Jim Carrey, Kate Winslet, Kirsten Dunst, Mark Ruffalo, Elijah Wood y Tom Wilkinson, entre otros. Jim Carrey; que hasta ese momento estaba aprisionado en un lugar ciertamente incómodo e injusto para un actor de sus características, en ese territorio de la mueca exagerada, del histrionismo caso estúpido; logra una interpretación magnífica. Controlado, profundo, robusto con el lenguaje corporal, expresivo con cada gesto o ademán. Kate Winslet muy sólida. Como siempre. Esta actriz es un valor seguro. Jamás falla. El resto (todos jovencísimos) salvo el veterano Wilkinson, están a la altura y no desentonan con los principales aunque, todo hay que decirlo, nada que ver.

La fragmentación narrativa siempre ha dado mucho juego y lo seguirá haciendo. En cine, si se sabe ordenar y no convertir las escenas en una montonera imposible de entender, es un recurso excepcional. En este caso, acompañamos a los personajes saltando de momento en momento para intentar comprender qué ha pasado. Este es uno de los puntos fuertes de la película. También, una de sus debilidades. No todo el mundo quiere esforzarse al ver cine y prefiere la linealidad y no lo experimentos narrativos. Pero es justo decir que el guionista de esta película, Charlie Kaufman (Michel Gondry y Pierre Bismuth colaboraron aunque el toque de Kaufman es fundamental y perfectamente reconocible) considera inteligente al espectador, algo que debería ser habitual aunque no lo es. Al contrario. Y Kaufman deja detalles con los que el espectador se tiene que apañar para ordenar el relato y entender lo que pasa. El color del pelo de la protagonista, un vehículo accidentado o un vestuario concreto son las pistas con las que el guionista va construyendo el camino para todos.

Y el recuerdo como elemento narrativo que permite colocar la acción entre lo onírico y lo real, es otra de las cosas que explota llenando de originalidad la pantalla, inundando de imágenes sugerentes la realidad del que observa. Esa cama en la playa que no es más que una enorme acumulación de ‘piedras pequeñas’ resulta inolvidable.

Ternura, nada de moralina, buena música, interpretaciones de altísimo nivel. Una película estupenda para ver en cualquier momento e imprescindible para cualquier aficionado al cine.