Tomasz Stańko - New York Quartet: El jazz desde dentro

Dentro de la programación del Centro Nacional de Difusión Musical, Tomasz Stańko, con su New York Quartet, dejó muestras de su inimitable sonido y su enorme profesionalidad, en un concierto lleno de calidez, frases con tanta poesía como abstracción y en compañía de unos músicos de gran nivel. El contrbajista Reuben Rogers estuvo sensacional. El jazz europeo sigue teniendo en Tomasz Stańko un sólido referente.

28 mar 2016 / 16:19 h - Actualizado: 28 mar 2016 / 16:41 h.
"Jazz"
  • Tomasz Stańko. / Fotografía: Andrzej Tyszko - ECM Records
    Tomasz Stańko. / Fotografía: Andrzej Tyszko - ECM Records

Siempre que me preguntan qué es el jazz acudo a territorios comunes para explicarlo con pocas palabras. No por ser comunes han dejado de servir.

Libertad, eso sobre todo. El jazz supuso el gran cambio en el mundo entero. Porque esa libertad que llegaba con la música fue haciéndose un hueco en todos los ámbitos. Y fue la gran oportunidad para los hombres y mujeres de raza negra que vivían en Estados Unidos y Europa. Sobre los escenarios, en las discográficas, en los clubes, pudieron triunfar (no sin esfuerzo) como lo habían estado haciendo los blancos, muchas veces a su costa. Libertad, igualdad de oportunidades, la apertura del mundo para millones de personas que llegaban de la esclavitud más vergonzante.

Es esta una de las razones por las que acudo a los conciertos de jazz, sea quien sea el intérprete, con la sensación de estar a punto de bucear en un océano que parece resistir a los malos tiempos, a todas las desdichas. Sigue siendo emocionante.

El Centro Nacional de Difusión Musical del Ministerio de Cultura, dentro de su programa Jazz en el auditorio, ofrecía, esta vez, la posibilidad de disfrutar con la música de Tomasz Stańko, un jazzman polaco que lleva muchos tiempo haciendo música de excelente nivel.

La música de Tomasz Stańko ha evolucionado claramente con el paso del tiempo. Son muchos años como profesional que le han servido para ir explorando los territorios en los que su técnica y sus formas se han ido dibujando con línea fina y limpia. De las estructuras más rebuscadas llegó a la sencillez de quien economiza en los diseños buscando simplicidad; la experimentación y el oficio le han convertido en un músico original que deja su impronta allá por donde pasa.

Son ya 54 años los que han pasado desde que Stańko formara su primera banda, Jazz Daring, pionera del free jazz europeo. Alguno menos desde que se arrimara a Krysztof Komeda. Luego fueron Alex Von Schlippenbach, Penderecki o Versala, entre otros. Con este último consiguió bucear en la balada free para ir acomodando su sonido seco a la exclusividad musical que alcanzó. Libreimprovisación, grandes carteles del circuito internacional de festivales (ya como líder de su banda), y muchas horas haciendo música, le han convertido en un músico interesantísimo y mucho más asequible al librarse, poco a poco, de lastres modales que si bien funcionaron en determinados momentos, ahora, resultan irrelevantes para su música.

Stańko nació en 1942. Hagan cuentas. Y, sin embargo, al salir al escenario queda claro que está en plena forma. Acudía con su New York Quartet, un grupo de músicos exquisitos que acompañan al trompetista y aportan desde sus instrumentos colores y diálogos extraordinarios.

En el concierto fueron alternándose piezas de fuertes líneas armónicas y otras de un lirismo imponente. Las baladas que presentaba esta banda son una mezcla de la poética más exquisita y una técnica que hace de la libreimprovisación un recurso cercano cargado de expresividad.

El sonido de la trompeta de Tomasz Stańko es inconfundible. Pasa de la digitación casi imposible a alargar las notas hasta casi el infinito, el swing reposa en el escenario y hace que las notas vayan inundando el espacio con una delicadeza robusta. Además, como líder de la banda se muestra generoso con el resto de músicos. Les ofrece el espacio necesario para que puedan decir todo aquello que sea necesario sin que parezca que el manda es él.

El contrabajista Reuben Rogers dejó clara su importancia en el jazz moderno. Sencillamente brillante. Sus solos rozan la perfección y casi se pueden traducir de forma automática. No es extraño que trabajase con Marsalis o Jackie McLean, entre otros.

El baterista Gerald Cleaver es un buen instrumentista que, también, quiso dejar patente su potencial. Y David Virelles estuvo más que correcto al piano aunque no logró emocionar del todo. Tal vez le falte un poco para formarse como pianista de primera línea. Tal vez, solo sea una cuestión de atrevimiento frente a músicos de la talla de Stańko o Rogers.

Una de cosas que más imponen de la música de Stańko es esa capacidad que muestra para lograr un clima de calidez absoluta aunque lo que esté intentando decir no tenga nada que ver con ella, es la profundidad que consigue con un par de acordes sobre los que monta un discurso completo que nos hace sentir la música desde dentro de la propia música. Reminiscencias de Coleman y del free jazz más primitivo se dejan escuchar para que podamos degustar el jazz más auténtico.

Excelente el concierto. El jazz europeo tiene un lugar al que poder seguir mirando.