Crónicas dominicales

¿Es inevitable la llegada de un nuevo fascismo?

Si en Andalucía hay pronto elecciones y el PP se une con Vox en el gobierno, ¡llegó el fascismo! Siguiente paso: el PP de Casado y Vox, con Abascal al frente, gobernando para toda España. El fascismo en estado puro, ése es el discurso de la izquierda como el de la derecha es el espantajo del comunismo. Simplificar el mensaje es la clave para lograr votos

12 dic 2021 / 04:00 h - Actualizado: 12 dic 2021 / 04:00 h.
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  • De izda. a dcha. Juanma Moreno, Macarena Olona, Pablo Casado y Santiago Abascal.
    De izda. a dcha. Juanma Moreno, Macarena Olona, Pablo Casado y Santiago Abascal.

¿Es esto posible? ¿Podrían España y Europa desembocar de nuevo en un fascismo, en un nazismo, como aquello que conocimos? El auge de los llamados populismos de extrema derecha es evidente. Sin embargo, este contexto socioeconómico actual poco tiene que ver con el de los años treinta del siglo XX. El fascismo y el nazismo los trajeron las salvajadas del libre mercado, las mismas que, arrancando sobre todo desde el siglo XIX, pero con raíces en el XVII, desembocaron en el bolchevismo y éste, a su vez, fue otro acicate para el surgimiento del fascismo-nazismo con el que los segmentos privilegiados del liberalismo se quisieron resguardar del comunismo.

No escarmienta el liberalismo salvaje -que no es liberalismo- y de nuevo aparece la sombra del fascismo. La diferencia no obstante es grande. Ahora existe una amplia clase media aunque se halle en crisis; existe una mundialización de los mercados y del humano en general como lo está demostrando la Covid-19. Todo esto es positivo, simplemente asistimos a la evolución de la especie a la que pertenecemos. Lo que sucede es que han irrumpido también los efectos perversos de tanto libertinaje mercantil y una tecnocracia que asusta, lo cual es terreno abonado para los extremos políticos de uno y otro signo, sobre todo para el de derechas ya que la izquierda prosigue con su crisis crónica y con su anemia ideológica.

Una encrucijada de la Historia

Ahí nos encontramos ahora, en un típico momento de encaje histórico, una encrucijada donde no acaba de morir lo viejo ni de nacer lo nuevo. Se supone que lo mejor será lo de siempre: una síntesis entre lo viejo y lo nuevo. Cuando la burguesía mercantil que representaba ya claramente a los emprendedores que hoy nos han traído la mundialización logró quitarse de encima el dominio de la nobleza no desapareció la nobleza, ahí está, se dio una síntesis con triunfo de facto y de iure del mercado pero, antes, siglos XIX e inicios del XX, a una fiesta de la nobleza sólo iba la nobleza y ahora pueden coincidir en un acto social nobles, burgueses y hasta plebeyos destacados. No tienen más que ver la presencia de la reina y de Urdangarin en la Casa Real.

La encrucijada se deriva de la muerte de Dios y de la llegada y consolidación progresiva de la tecnocracia e Inteligencia Artificial (IA). La muerte de Dios nos ha llevado a crear más dioses para poder seguir dándole sentido a nuestra vida ya que en la práctica esa muerte se traduce en pérdidas de principios y de situaciones poco mutables. Junto a este fenómeno está la IA, la robótica, lo transhumano, que nos trae alegrías como la curación de enfermedades hoy incurables y desorientaciones y retos como qué hacer con el propio ser humano a menos que esté muy preparado en tecnologías si ya el mercado no lo necesita y encima sus pensiones corren peligro. El derecho de la mujer a la igualdad con el hombre es una obviedad y una exigencia legal y ética pero conlleva crisis tanto en el varón como en la propia mujer.

Todo lo anterior supone una fase de caos, de entropía que la elementalidad de la ideología fascista y neofascista aprovecha. Lo sencillo atrae a millones de personas, de ahí la subida de las derechas más conservadoras a las que se las menciona como fascismo. Sin embargo, otra cosa es que en un mundo como el actual esa derecha pueda cumplir con sus anhelos. Si por un suponer lo lograse, sería un paño caliente que a su vez nos llevaría a otro caos el cual conduciría al fracaso de ese teórico fascismo. Hoy ya no se le pueden poner puertas al campo, la derecha liberal no necesita conservadurismo y menos extremos porque no tiene al comunismo haciéndole sombra, al revés, comercia con el comunismo, mantiene con él una doble hélice de articulación empresarial y mercantil y un discurso belicoso que no le interesa a nadie concretar.

La filosofía y el fascismo

¿Por qué filósofos tan destacados como Unamuno o Heidegger sintieron atracción por el orden fascista y nazi? En la película Mientras dure la guerra, Unamuno, en un principio, se siente atraído por el franquismo, como así fue en la realidad. ¿Qué argumento daba? Que la República necesitaba orden. En el verano de 1936 lanza un llamamiento a los intelectuales europeos para que apoyen a los sublevados, declarando que representan la defensa de la civilización occidental y de la tradición cristiana. Luego llegó su desengaño pero el periodo de “orden” se prolongó hasta la muerte de Franco en 1975. Ese orden conllevó progreso para España, pero no pudo prolongarse porque caminaba a contracorriente del progreso mundial, un progreso que nos llevaría a la democracia con Franco o sin él. También caminaba sin enfrentarse con la complejidad interna de España. Todo terminó por estallar, en ello estamos.

Por lo que se refiere a Martin Heidegger y el nazismo, los cuadernos negros de Heidegger y sus relaciones políticas no dejan duda de su afiliación nazi. ¿Por qué al considerado por muchos como mayor filósofo del siglo XX le atraía el nazismo y era antisemita? Heidegger creía que el Ser era el desarrollo espiritual y racional del humano y que ese desarrollo había sido interrumpido por el capitalismo de EEUU y por el comunismo de la URSS así como por el desarraigo histórico y las actividades del pueblo judío. Y vio en el nazismo una superación de ese caos al que los materialismos capitalista y comunista habían conducido. «La cuestión concerniente al papel del judaísmo mundial no es racial -escribe Heidegger-, sino la cuestión metafísica referida a esa clase de humanidad que, careciendo sencillamente de vínculos, puede hacer del desarraigo de todos los entes respecto del Ser la tarea que le es propia en la historia del mundo».

He aquí por tanto otra búsqueda del orden frente a la desestructuración que fue interrumpida por el mundo mercantil y su necesidad de articularse en la globalización. Sin embargo, los efectos perversos de esa globalización vuelven a sacar a escena ideas e intenciones de los años treinta del siglo pasado y es que de nuevo el deseo de orden y principios estrechos es efecto de la codicia mercantil humana, tanto el fascismo como el comunismo han sido paridos por el liberalismo salvaje, esto es, por una gravísima desviación de los principios éticos del liberalismo.

Cuando el nazismo fue derrotado, Heidegger guardó silencio, sólo concedió una entrevista, a Der Spiegel. La idea que dijo entonces se relaciona con estas frases suyas: “Hay grandeza en el errar” y “el extravío es el regalo oculto de la verdad”.

El mundo, hoy

¿Hemos llegado o estamos llegando a una situación donde es necesario un nuevo orden? Sí. No sé si será fascista o capitalista neoliberal porque la izquierda parece hibernada o muerta, engullida por la propia dinámica histórica. Pero sí. De cualquier manera, a Vox o a cualquier formación muy conservadora y “de orden” no le va a ser nada fácil aplicar y menos conservar sus principios en un mundo donde quien manda es el negocio y los grandes inversores sin patria. En 1976, un personaje de la película Network. Un mundo implacable afirmaba que no existían naciones sino multinacionales y multidivisas y que ese mundo estaría ahí para entretenernos. ¡En 1976!, cuando mundialización o globalización apenas formaban parte del lenguaje común.

En conclusión, a la globalización actual no le interesa por el momento un fascismo, sobre todo a la vieja usanza. Pero el caos de la globalización sigue bien presente. Lo anterior no quiere decir que el fascismo no esté ahí, con otro traje, y que la gente no acabe por abrazarlo si logra adaptarse a los tiempos, recuperando sus esencias y al mismo tiempo mirando al futuro desde posiciones rígidas. Pero lo más seguro es que se tratara de algo coyuntural. El problema de fondo es la condición del humano y sus tendencias yoístas y centrífugas más sus pulsiones exploradoras y de poder en lucha con las pulsiones de vulnerabilidad de la inmensa mayoría que puede terminar presa de la información pero no del conocimiento a causa de la infoxicación.

En definitiva, en términos hegelianos, es el paso del viejo al nuevo orden, a una síntesis desde la antítesis actual pero que ignoramos cuál es esa síntesis, tal vez la posthumanidad.