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Guerrero desmonta la «trama» en un aburrido día

Guerrero no ha ratificado la declaración ante Alaya. Con Núñez defendió que se usó el mismo sistema que el Gobierno central

13 feb 2018 / 19:27 h - Actualizado: 13 feb 2018 / 19:27 h.
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  • El ex director general de Trabajo Francisco Javier Guerrero lleva dos jornadas siguiendo el juicio en el centro de la sala. / Fotos: José Manuel Vidal (Efe)
    El ex director general de Trabajo Francisco Javier Guerrero lleva dos jornadas siguiendo el juicio en el centro de la sala. / Fotos: José Manuel Vidal (Efe)
  • Magdalena Álvarez sigue con interés lo que sucede en la sala.
    Magdalena Álvarez sigue con interés lo que sucede en la sala.
  • Griñán muestra a Chaves anotaciones en su libreta.
    Griñán muestra a Chaves anotaciones en su libreta.
  • El informe ha sido entregado a la jueza Núñez.
    El informe ha sido entregado a la jueza Núñez.

Otra aburrida jornada más, y ya van ocho. El juicio por el procedimiento específico de los ERE ha entrado en una especie de bucle sin fin. Este martes continuó la declaración del ex director general de Trabajo, que aportó poco o nada. Francisco Javier Guerrero volvió a desdecir de la declaración que hizo ante la jueza Mercedes Alaya el 7 de marzo durante tres días y tras la que acabó en prisión. Posteriormente, se ha visionado la declaración que realizó de forma voluntaria ya ante la jueza María Núñez Bolaños el 21 de octubre de 2015, en la que defendió que el «sistema utilizado» por la Junta «igual» que el empleado por el Ministerio de Trabajo. En ella, Guerrero desmonta la «trama», pues a su juicio, no hay más que «un procedimiento legal», refrendado por sus superiores y con el que no le «dio nada a nadie para que se lucrara».

La sala visionó esta declaración, tras superar varios incidentes pues primero no funcionaba el sonido correctamente y luego hubo que esperar al letrado de Guerrero porque tuvo que ausentarse por una subida de azúcar, en la que Guerrero comienza negando cualquier «trama», asegurando que «seis personas de 6.500 no es una muestra significativa de que se esté ante una trama para beneficiar a no sé quién», en referencia a los intrusos que no eran trabajadores de ninguna de las empresas que recibieron ayudas a cargo del fondo de los ERE. Entre ellas, su suegra. «Mi suegra tenía derecho igual que las 6.500 personas restantes, no por ser la madre de mi mujer no le iba a negar lo mismo a lo que otros tenían derecho», afirmó.

En este sentido, el ex director general defendió que no existían intrusos, sino que eran ayudas individuales que solicitaba cada trabajador y que «el error fue gestionarlas como un paquete al que se le daba el nombre de la empresa». Así, «si había dos trabajadores que lo solicitaban» para «ahorrar costes» se le incluía en uno de estos «paquetes» con exempleados de una misma empresa. «Era un sistema garantista», defendió, en el sentido de que no se le entregaba la ayuda a la empresa, sino al trabajador, «porque antes de mi llegada se les daba a las empresas, pero muchas prejubilaciones al final no llegaban al trabajador».

Así, señaló que la forma de trabajar cambió a raíz del convenio marco de 2001 firmado entre el exconsejero de Empleo José Antonio Viera y el entonces presidente del IFA Antonio Fernández y que él a partir de entonces se ciñó «a un procedimiento que creía completamente legal». «No le di nada a nadie para que se lucrara, nunca. Yo no me he llevado nunca nada, he vivido siempre con mi sueldo, no me llevé un duro de nada», sentenció.

De hecho, Guerrero hizo referencia a la reunión mantenida en la Consejería de Economía en 2005, en la que participaron los acusados Carmen Martínez Aguayo, como viceconsejera, el viceconsejero de Empleo Agustín Barberá, Guerrero, el director general de Presupuesto Antonio Lozano y el ex interventor general Manuel Gómez, a raíz de un informe de este sobre las cuentas de 2003 del IFA. «Se explicó el procedimiento y no se puso ningún reparo», sostuvo.

Y salió el chofer de la coca

Antes del visionado, Guerrero se volvió a desdecir y tampoco ratificó la parte de esta declaración que quedaba por escuchar. En la misma, la entonces titular del Juzgado de Instrucción número 6, Mercedes Alaya, le preguntaba, entre otros aspectos, por su polémico chofer, Francisco Trujillo, quien entonces aún no había declarado ante ella pero sí ante la Guardia Civil, a la que relató la ristra de regalos y el dispendio que ambos hicieron de casi un millón de euros de la Junta, que entre otras cosas, fue destinado a cocaína. «No le he cogido un duro a nadie en mi vida, y menos a este señor, desconocía que él estaba tras este embrollo», aseguraba entonces Guerrero.

Según contó entonces, él «desconocía» que las ayudas que le solicitó el chófer, que ascendieron a unos 900.000 euros, eran para empresas de él, «ahora sé que eran ficticias». «No se me pasó por la cabeza que fuera de él, si lo hubiera sabido lo hubiera elevado a la viceconsejería porque entonces hubiera pensado que se estaba aprovechando», dijo. «Hubiera solicitado que me cambiasen de chófer», añadió. Lógicamente, la pregunta de Alaya fue por qué no tuvo ese mismo celo con su suegra. «Ella era una extrabajadora» fuera del mercado laboral, señaló.

Guerrero siguió hablando de Trujillo, del que dijo que lo trató «como un hijo», reconociendo que a veces al salir del trabajo se iba con él a tomar algo y que su chófer le aceptaba «un refresco». De hecho, negó que él fuera «cocainómano», porque en ese caso «no tendría lucidez», y que sea alcohólico, pues solo «fumo Malboro y me tomo un gin tonic al día de postre, pero no bebo habitualmente», unas palabras que provocó risas entre los asistentes y el propio Guerrero, quien. No fueron las únicas.

En esa declaración, también hizo referencia los calificativos que por entonces recibió de algunos líderes socialistas, como Manuel Chaves o José Antonio Viera, que lo llamó «indeseable».