Hombres de luz

Álvaro Romero @aromerobernal1 /
28 feb 2021 / 12:50 h - Actualizado: 28 feb 2021 / 12:52 h.
  • Hombres de luz

La primera vez que se interpretó el Himno de Andalucía por la Banda Municipal de Sevilla, bajo la dirección de su compositor musical, José del Castillo, fue en la Alameda de Hércules, el 10 de julio de 1936. Faltaba solo una semana para que comenzase la peor de nuestras guerras, la incivil –que dijo Unamuno- y un mes para que los fascistas asesinasen vilmente a quien estaba llamado a convertirse en Padre de la Patria Andaluza, Blas Infante, que había escrito la letra y a quien sacaron de su casa de Coria del Río como a un perro delante de sus propios hijos. Ya no se oyó más aquel himno hasta que murió el dictador, aunque se había conservado un manuscrito para piano. En la primavera de 1977, Carlos Cano realizó una adaptación cantada por la coral Heliópolis de Sevilla. Y a partir de 1980 fueron surgiendo multitud de versiones del himno. Pero hoy que la cantaora palaciega Anabel de Vico ha estrenado esta con la guitarra de su inseparable Niño del Fraile, he evocado esas cuatro coplas aconsonantadas que suponen el Himno de nuestra tierra. Porque en ese sencillo poema se dicen grandes cosas que no siempre nos detenemos a pensar.

La bandera, blanca de paz y verde de esperanza –transparente de cielo abierto y verde de campos infinitos-, no representa aquí ningún nacionalismo cerrado, sino precisamente un orgullo de libertad que apunta a España y a la humanidad. Ese planteamiento universalista, que sirve para que se tiendan la mano dos mundos bajo la inteligencia sosegadora de un Hércules que calma la fiereza de sus leones, y tras siglos de guerras de otros que venían aquí para hacerlas, habla fundamentalmente de paz y de esperanza en una tierra riquísima de recursos, tanto naturales como humanos. Otra cosa es que aquí hayamos terminado por entenderlo. Por eso el himno de Infante nos conmina a levantarnos, no solo de cuerpo, sino también de alma, no solo de afán, sino también de honor.

Nuestra patria andaluza ha ido confeccionando ese crisol cultural desde hace miles de años y la estrofa más brillante de Infante es la que habla de que queremos ser lo que fuimos: “hombres de luz, que a los hombres / alma de hombres les dimos”. En efecto, fuimos hombres de luz, es decir, seres humanos iluminadores que, desde Séneca a Antonio Muñoz Molina se han encargado de regalar luz no siempre aprovechada; desde Maimónides a Federico García Lorca; desde Averroes a Antonio Machado; desde Góngora a Picasso; desde Bartolomé de las Casas a Juan Ramón Jiménez; desde Velázquez a Bécquer; desde Góngora a María Zambrano. El reto de cada 28 de febrero es siempre releer el himno de Blas Infante para rescatar esa luz. Esas luces.