Salud para todos, la joya de Andalucía

Garantizada la universalidad y equidad de un servicio público y gratuito, el SAS vuelca sus esfuerzos en mejorar la atención médica y en la investigación

28 may 2016 / 09:09 h - Actualizado: 29 may 2016 / 10:27 h.
"Salud"
  • Intervención con residentes en cardiología en el Hospital Virgen de Valme de Sevilla. / José luis Montero
    Intervención con residentes en cardiología en el Hospital Virgen de Valme de Sevilla. / José luis Montero

La joya de la corona, el Sistema Andaluz de Salud (SAS), estandarte de los servicios públicos de la Junta de Andalucía, acaba de cumplir 30 años. Pese a sus carencias y las quejas de profesionales y usuarios, en la mayoría de los casos referidos a la gestión, los andaluces le otorgan un 6,28 en el último Barómetro Sanitario publicado por el Ministerio de Sanidad esta misma semana y muestran una satisfacción superior al 90%.

Pero el SAS es también, quizás, el mejor reflejo del progreso de la sociedad democrática en estas tres décadas. Como recordó el consejero, Aquilino Alonso, en su intervención el pasado martes en el pleno del Parlamento, en el periodo predemocrático la organización sanitaria andaluza era un sistema basado en el Seguro Obligatorio de Enfermedad para los trabajadores que cotizaban y sus familias, las mutuas y aseguradoras para funcionarios, y un sistema de beneficencia para las personas sin asegurar y sin medios económicos, gestionados por ayuntamientos y diputaciones. Hoy el SAS garantiza el acceso universal y equitativo a una sanidad de calidad, gracias a «la apuesta del gobierno de España y de la comunidad autónoma de ese momento para dotar al país de un Sistema Nacional de Salud que implicaba aseguramiento universal, con financiación pública, equitativo en la distribución de los recursos y que integrase y desarrollase políticas de promoción y prevención de la salud», recordó el consejero, de acuerdo con los objetivos plasmados en la Ley General de Sanidad aprobada en 1986.

La transferencia de las competencias en materia sanitaria en 1984 y la creación, dos años después, del SAS supusieron «la cristalización del primer servicio regional de salud del Estado, en el que se integraban múltiples redes y competencias administrativas hasta entonces dispersas en una diversidad de organismos», subrayó Alonso. De hecho, destaca el gerente de este servicio –que a su vez es la mayor empresa de Andalucía, con más de 95.000 trabajadores que dan cobertura a más de ocho millones de usuarios-, José Manuel Aranda, recibe anualmente un tercio de los presupuestos de la Junta.

Pero en su evolución y en la calidad de la prestación han jugado un papel fundamental los profesionales, cuya «implicación, pese a los recortes por la crisis económica, ha evitado que hayan empeorado los indicadores de salud», de manera que la calidad sanitaria no ha mermado, indica Aranda, quien defiende, frente a los envites que recibe la sanidad pública, que los usuarios «no abusan» del sistema –»nadie va al médico por gusto», y recuerda que con medidas como la Receta XXI se han reducido entre un 25 y un 30 por ciento las visitas a los médicos de familia- y que éste es «sostenible económica y socialmente»: es «más eficiente que otros modelos implantados en otros países, que resultan más caros y no dan más prestaciones» y está tan «arraigado» en la población que “lo defiende” como propio.

Aranda, que comenzó en el SAS en 1988 como epidemiólogo en Córdoba, recuerda los inicios como una etapa «ilusionante» para todos, pues el aumento de la plantilla contribuyó a la incorporación de muchos jóvenes que «creían en la creación de un servicio público de salud de calidad». Los primeros retos que se afrontaron fue la reforma de la atención primaria; «en paralelo» se creó la estructura de salud pública, que «incorpora la prevención y la promoción de la salud, pues, hasta entonces, la asistencia era meramente curativa», y una red hospitalaria pública, que se culminó en 1988 y que buscaba evitar duplicidades a la par que cubrir todas las áreas, llegar a todos.

Otro hito fue la creación de la Red Andaluza de Emergencias Sanitarias (EPES) en 1994, al que se suma el Programa de Trasplantes –»en 1986 ocupábamos el último lugar por trasplantes y donaciones y ahora estamos en la media nacional en tasa de donaciones y tenemos un volumen de trasplantes de los más altos del país»-; el Plan Estratégico del SAS aprobado en 1998, que marcó una nueva etapa con la creación de las unidades de gestión clínica, generalizadas desde 2011 en todos los centros de salud y los servicios hospitalarios; así como, progresivamente, la implantación en 2000 de los derechos de los ciudadanos denominados como de segunda generación (tiempos máximos de demora quirúrgica, consultas de especialista y pruebas diagnósticas; libre elección de médico y hospital; segunda opinión médica o la atención bucodental infantil gratuita) y de tercera generación (testamento vital, muerte digna o consejo genético), ya en 2005.

La historia digital, la receta electrónica o la cita telefónica a través de Salud Responde, a la que ahora se ha unido la aplicación para el móvil, también han facilitado la información y el contacto entre el SAS y los usuarios. Los planes de salud para las enfermedades prevalentes (diabetes, cardiopatías, plan integral de atención al cáncer, sida, salud mental, cuidados paliativos y el plan de atención a enfermedades raras) forman parte de las mejoras incorporadas al sistema en los últimos años en la atención a los pacientes.

Sin embargo, la última década ha estado marcada por el gran avance experimentado en la investigación biomédica. «De pequeños grupos que trabajaban de forma aislada en algunos hospitales, hemos pasado a los Institutos de Investigación –ya existen cuatro acreditados en la comunidad-, en los que los profesionales trabajan de forma coordinada con las universidades y el CSIC, y que han multiplicado la producción científica por 10». Estas patentes, además de aplicarse en la atención a los pacientes, «se comercializan y generan beneficios, empresas y puestos de trabajo». Líneas de investigación punteras en Andalucía son las terapias avanzadas con células madre, en trasplantes de órganos, enfermedades metabólicas-endocrinas o cáncer.

Y aunque lo más importante es que en estos 30 años ha disminuido la mortalidad y aumentado la esperanza de vida de los andaluces, gracias, no sólo, pero en gran medida, a un sistema sanitario que no se centra solo en la cura de los pacientes sino también en la prevención y la promoción de la salud, quedan muchos retos por delante y el primero sigue siendo «mejorar los resultados clínicos y la salud de la población». Por esto el gerente del SAS aboga por la participación de los profesionales en la gestión de los centros y en la toma de decisiones y de los ciudadanos, de manera que su opinión y experiencia contribuyan a mejorar la organización, la asistencia que se presta y orientar a otros pacientes.

En lo estrictamente sanitario, lo más inmediato: la atención a la cronicidad. «Tenemos un volumen de pacientes crónicos muy elevado, que necesitan una atención integral en la que participan muchos profesionales e implican también a los servicios sociales comunitarios», detalla Aranda. Pero, además, se seguirá potenciando la atención primaria, mejorando la información a los usuarios y «recuperaremos poco a poco los derechos de los profesionales perdidos por los recortes»