Atalaya rozando la excelencia

Atalaya estrena en Andalucía, una revisión de la versión de la Electra de Esquilo y Sófocles, con la que la veterana compañía sevillana triunfó hace 25 años.

12 dic 2020 / 18:11 h - Actualizado: 12 dic 2020 / 18:40 h.
"Teatro","Críticas"
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Una tragedia preciosista que roza la excelencia. Es lo que nos propone Ricardo Iniesta con su compañía, Atalaya con esta revisión de Electra, una obra que obtuvo hace 25 años un notable éxito, hasta el punto que podría decirse que, de alguna manera, marcó el estilo y la trayectoria de la compañía.

Cuando en 1995 Atalaya estrenó su versión de Electra, sorprendió a propios y extraños por su puesta en escena, que giraba en torno a unas cuantas bañeras de metal que lo mismo remitian a una cuna, que a una cárcel o un ataud. Así, el espacio escénico se llenaba de imágenes impactantes que, junto con la música, la traducción rítmica de la tragedia clásica del malogrado Carlos Iniesta, y el empaste de los coros de Esperanza Abad, conformaban un atrevido tratamiento esteticista de la tragedia de Esquilo y Sófocles. Esta revisión potencia aún más ese carácter preciosista gracias, en gran parte, al maravilloso vestuario de Carmen de Giles y su hija Flores, en alianza con la iluminación, con tintes expresionistas, de Alejandro Conesa; la coreografía de Juana Casado y la banda sonora de Luis Navarro, que incluye temas musicales de Los Balcanes, Bielorrusia y Armenia.

Uno de los pilares del montaje anterior era la dramaturgia del malogrado Carlos Iniesta quien, de alguna manera, marcó el estilo de la compañía, que se distingue por trabajar la interpretación con las técnicas del teatro físico y la biomecánica. En esta ocasión, Ricardo Iniesta ha ampliado la dramaturgia incorporando textos nuevos, inspirados en las obras de Hoffmansthal y Heiner Müller, y la película ‘Elektra, My Love’, de Miklós Jancsó (1974).

No obstante, el tema central sigue siendo la locura y el reguero de sangre que desatan el odio y la venganza. Pero Iniesta se centra aquí en dotar a los personajes de una mayor humanidad, sobre todo en lo que respecta a la madre, Clitemnestra, que justifica el asesinato de Agamenón denunciándolo ante Electra como a un hombre despiadado, con tanta ansia de poder que no dudó en sacrificar a una de sus hijas para ganar una guerra, y que tras 10 años de ausencia vuelve a casa con su amante, aun cuando su esposa seguía viva. Por otra parte, esta versión incide en el ominoso poder de los dictadores mediante la figura de Egisto, quien en un momento de la obra no duda en afirmar que la felicidad del pueblo radica en tener miedo a sus dirigentes.

Pero al igual que en la primera versión, lo que destaca de este montaje es, por encima de todo, la puesta en escena y las imágenes que proyecta, toda una gama de cuadros hermosos y sugerentes que, junto a la cadencia rítmica de la interpretación de los textos resultan tan envolventes como deslumbrantes. Lástima que el ritmo, aunque vertiginoso, se resistiera en las transiciones, y que en algunos momentos el coro no estuviera del todo coordinado. Nada que no pueda corregirse en cuanto el espectáculo, al que auguramos un rotundo éxito, eche a rodar.

Obra: Elektra.25

Lugar: Teatro Central, 12 de diciembre

Dramaturgia, dirección y espacio escénico: Ricardo Iniesta

Composición musical: Luís Navarro

Coreografía: Juana Casado

Dirección Coral: Marga Reyes

Vestuario: Carmen de Giles y Flores de Giles

Intérpretes: Silvia Garzón, María Sanz, Lidia Mauduit, Raúl Vera, Javier Domínguez, Garazi Aldasoro, Imasul Rodríguez, Elena Aliaga

Calificación: Cuatro estrellas