Teatro

Carlos Saura entre el realismo mágico y el minimalismo

El conocido director cambia la cámara por la escena con esta propuesta teatral que se atreve a bañar de minimalismo la narrativa de García Márquez

22 sep 2019 / 14:46 h - Actualizado: 22 sep 2019 / 14:53 h.
"Teatro"
  • Carlos Saura entre el realismo mágico y el minimalismo

Obra: El coronel no tiene quien le escriba

Lugar: Teatro Lope de Vega, 21 de septiembre

Autor: Gabriel García Márquez

Adaptación: Natalio Grueso

Dirección: Carlos Saura

Intérpretes: Imanol Arias, Cristina de Inza, Jorge Basanta, Fran Calvo y Marta Molina

Calificación: **

No siempre cuando se adapta una novela al teatro se consigue transmitir todo el potencial emotivo del texto original. Es justo lo que le ocurre a esta obra, la primera dirección teatral del reputado director de cine Carlos Saura.

La novela original gira en torno a la angustia de la espera y la injusticia del abandono. El protagonista es un militar de 75 años que luchó en la guerra civil de su país y lleva 15 años esperando una carta, que nunca llega, con el reconocimiento de una pensión por los servicios prestados. De esa manera el coronel. que se jugó la vida por su país, se ve abocado a una vida de miseria en la que su única esperanza de redención es un gallo, que a su vez es el vínculo que le une con su hijo difunto. Si consigue alimentarlo unos meses más podría convertirse en una fuente de ingresos. Pero el coronel y su esposa tras quince años esperando la pensión han agotado sus recursos y llega un momento que deben decidir entre alimentar al gallo o alimentarse a ellos mismos.

Con este sencillo argumento García Márquez construye una hermosa historia, basada en la figura de su abuelo, que denuncia la falta de solidaridad y la pérdida de valores en las nuevas generaciones. El coronel está cada vez más solo. Sus vecinos, los amigos de sus hijos e incluso su compadre, se aprovechan de su de miseria intentando quedarse con los beneficios que, en el futuro, pudiera generar el gallo. Ante eso el viejo militar se aferra a su dignidad y opta por quedarse el gallo, aunque eso le suponga morirse de hambre. Es justo lo que destaca esta adaptación de Natalio Grueso que, en su afán minimalista, desdibuja un tanto el conflicto y las emociones.

La puesta en escena de Carlos Saura describe un ritmo un tanto tedioso y plano. tal vez por su excesiva fidelidad a ese espíritu minimalista, La escenografía, a cargo también de Saura reproduce un espacio fijo -la casa de los protagonistas- que se resume en unos cuantos muebles y, como telón de fondo, unos dibujos que nos indican los diferentes espacios por los que transita el protagonista y sirven para marcar las transiciones. Pero la excesiva sencillez de los dibujos no sólo no potencia el drama sino que, de alguna manera, lo disipa. Y lo mismo le ocurre a la iluminación y al espacio sonoro.

Por fortuna, la obra cuenta con un buen reparto de actores, tan populares como Imanol Arias, que da vida al Coronel con una interpretación que desprende maestría y dominio del oficio, aunque no acaba de perfilar la decrepitud ancianidad de su personaje. Todo lo contrario que Cristina de Inza, que en su papel de Doña nos brinda una brillante interpretación, cargada de carnalidad y dramatismo.