Consejos para tener los vellos de punta

Un irlandés, un francés, un chino y dos norteamericanos están dispuestos a hacer felices a los amantes de los libros de misterio, terror, fantasía y ciencia ficción

11 ago 2017 / 19:51 h - Actualizado: 12 ago 2017 / 08:36 h.
"Libros"
  • Ilustración del artista francés Benjamin Lacombe para la recopilación de Poe ‘Cuentos macabros’.
    Ilustración del artista francés Benjamin Lacombe para la recopilación de Poe ‘Cuentos macabros’.
  • Fragmento de una página de Rude Awakening!, una de las historietas de Alex Toth incluidas en el libro de Planeta Cómic.
    Fragmento de una página de Rude Awakening!, una de las historietas de Alex Toth incluidas en el libro de Planeta Cómic.
  • ‘El gato negro’, en el volumen publicado por Edelvives.
    ‘El gato negro’, en el volumen publicado por Edelvives.

Leer es más que un placer: es un secreto. Esta cita confidencial y a menudo furtiva entre una persona y un libro encuentra en los veranos uno de sus escenarios más propicios, sobre todo para quienes no leen porque no tienen tiempo; también para aquellos que gustan de empezar y acabar un volumen en un solo día, en vez de tener que andar robándole minutos al sueño, cada noche, para dedicárselos a un par de páginas justo antes de dormir, en una lectura apresurada y a plazos por imperativo del despertador. El terror, el misterio, la fantasía, la ciencia ficción... cuántos buenos aficionados han creado estos géneros a lo largo y ancho de esta estación ardiente en la que muchos abren, por primera vez, un libro. Hay tal abundancia de obras imprescindibles que la pretensión de meter en estas líneas una recomendación extensa y ambiciosa, un ranking de novelas por ejemplo, sería tan frustrante como descabellada. Sin embargo, sí hay lugar para algo más modesto: cuatro títulos, solo cuatro, para meter en el equipaje de las vacaciones. Desde un modesto ejemplar de bolsillo (ideal para llevárselo a la playa a que el levante le fabrique un marcapáginas de arena) hasta uno de los libros más bellos jamás editados, que nadie en su sano juicio metería en ese bolsazo donde van la cremita hidratante y el cartucho de camarones. Pero bueno, allá cada cual: las relaciones con los libros, además de secretas, son generalmente impetuosas y procaces. Nadie diría, viéndolos ahí tan quietos, que son un material tan salvaje.

Los cuatro son recopilaciones de relatos y comparten el gen literario de saber poner los vellos de punta, cada uno en su estilo. Uno de ellos lleva por título Nocturnos (lo publica Tusquets en bolsillo) y lo firma John Connolly, que pese a esa aura suya de autor de superventas –el éxito siempre ha sido sospechoso, sobre todo en los ámbitos de la creación humana– es un fuera de serie de la novela negra que en este libro de relatos muestra, además, un digno nivel como narrador del misterio. A Connolly (no confundir con Michael Connelly, otro popular autor de novelas policiacas) lo elevó hasta las estratosferas de la fama su personajazo Charlie Parker, del que también están muchos de sus títulos en bolsillo con la misma editorial (prohibido perderse Todo lo que muere, la primera entrega de las aventuras del detective y uno de los ochomiles de la novela negra. Hace poco salió la última, La canción de las sombras, otra que se lee sin respirar). Pero en estos Nocturnos de terror, el escritor dublinés se suelta la melena que probablemente algún día tuvo y se lo pasa en grande condensando en cuentos de quince o veinte páginas de extensión (alguno hay bastante más largo) su descomunal talento para el diseño de personajes y situaciones, para hacer pasar por verosímiles los planteamientos más fantasiosos y para encastrar sus historias en una ambientación prodigiosa, ya se trate de las granjas achicharradas de las llanuras de Colorado, de un internado masculino que lleva cuatro siglos crujiendo en la Inglaterra más rancia o de las profundidades que se abren como un abismo bajo las endemoniadas tripas de una vieja rectoría de la costa inglesa.

Se trata, pues, del clásico libro con el que uno no se equivoca; una apuesta segura. Pero quienes prefieran adentrarse por rutas literarias menos turísticas agradecerán la noticia de que acaba de salir al mercado una verdadera joya. Es un libro que incluye entre sus virtudes la de atreverse a esquivar todos y cada uno de los clichés del género fantástico –o ficción especulativa, denominación preferida por nueve de cada diez esnobs–, sirviéndose de ellos para ir más allá, mediante ingeniosas vueltas de tuerca que ofrecen como resultado un producto fresco, de tramas y facturas rabiosamente modernas, sorprendentes por lo tanto y que sin embargo, paradójicamente, parecen querer honrar una sabiduría de siglos, una tradición larga del arte de narrar y sobre todo de vivir, donde hay tiempo para el pensamiento, para detenerse a mirar e incluso para volver atrás. El mérito de semejante conjunción es de Ken Liu, el autor de este libro titulado El zoo de papel y otros relatos (Alianza Editorial); un chino de cuarenta años emigrado a EEUU que es en sí mismo un encuentro de dos mundos. En su casa de Boston, además de premios de todos los colores, ha recibido críticas elogiosas que aplauden la emotividad de sus cuentos, su capacidad de exploración del alma humana. The Washington Post, que tendrá sus intereses como todo el mundo pero que procura decir pocas tonterías, insistía en que «los maravillosos relatos de Liu exploran de forma elocuente el lugar en que se encuentran lo ordinario y lo extraordinario». Sí, el autor ha plantado su escritorio en esa frontera difusa, en la que también parece funcionar una especie de Acuerdo de Schengen para el libre tránsito de personas, sueños y mercancías, con resultados prodigiosos. La editorial presume de que El zoo de papel es la primera obra que ha obtenido los tres grandes premios del género –Nébula, Hugo y World Fantasy– el mismo año, pero que nadie se engañe: este libro no se deja arrastrar por la estela de ningún galardón.

Las otras dos recomendaciones para quienes viajan o veranean leyendo son un cómic y un libro ilustrado. El primero de ellos es la recopilación completa de las historietas de terror del maestro neoyorquino Alex Toth en las revistas de la casa Warren –Creepy y Eerie–. Su título es, precisamente, Creepy presenta Alex Toth (Planeta Cómic), y puede que sea la mejor muestra de historietas del género que uno pueda encontrar a día de hoy en una librería entre dos tapas duras. El libro ilustrado lleva el sello de Edelvives y el título de Cuentos macabros, bajo el que se hermanan dos magisterios (cuatro, en realidad) descomunales: el del escritor norteamericano Edgar Allan Poe, autor de los relatos; el del ilustrador francés Benjamin Lacombe, que aquí alcanzó la cumbre de su talento; el de Julio Cortázar, traductor a la sazón, y el de una editorial que sabe amar todo eso y convertirlo en un prodigio para la biblioteca de casa. Ese lugar donde uno exhibe, sin que los demás lo adviertan, todos sus secretos, sus horrores y sus pasiones.

Alex Toth: El viejo tío Creepy

Quienes valoren lo caro o lo barato de un libro por su equivalente en cubatas o en entradas para el fútbol probablemente considerarán una broma el que este libro salga por 25 euros. Toth era un genio en permanente estado de brillantez, que tuvo la pena y la fortuna de no crear nunca una gran obra maestra, y que por lo tanto convirtió su carrera en una búsqueda, dejando como legado una de las colecciones más soberbias, inteligentes, variadas y recordadas de la historia del cómic de terror.

John Connolly: Homenaje al género

El lector contumaz sabe detectar cuándo un autor se lo ha pasado en grande escribiendo un libro. Es el caso de este paseo por el misterio, un evidente homenaje al espíritu de Dickens, la fascinación de Stevenson, el mundo de locura de Lovecraft, los relatos de Bierce y de Poe y las historias de fantasmas de Burrage y James. El otro día lo vendían en El Corte_Inglés por nueve y pico y si comprabas dos de la colección te regalaban una taza. Este diario no se hace responsable de que se mantenga vigente o no a día de hoy tan grata costumbre.

Edgar A. Poe / B. Lacombe: Un tesoro hallado

28,50 euros cobran en La Casa del Libro a quienes tengan la fortuna de reconocer en este libro una obra de arte a los ojos, al tacto, al olfato. Páginas negras repletas de historias fantásticas que las ilustraciones de Lacombe hacen nuevas con su talento minucioso para el misterio más ojeroso:_Berenice, El gato negro, El corazón delator, La caída de la Casa Usher, El retrato oval, Morella...

Ken Liu: Revolcón emocional

Vale cada uno de los 25,50 euros con todos sus céntimos. No ya el relato que da nombre a la recopilación, El zoo de papel, sino otros que son material de primera: El literomante, Como anillo al dedo, Cambio de estado... y hasta la desternillante pieza inicial, Acerca de las costumbres de elaboración de libros en determinadas especies. Para los amantes de las emociones profundas.