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Paco de Lucía, el guitarrista más grande de todos los tiempos, sigue siendo una figura recordada con veneración.
El Potaje Gitano de Utrera cumplirá sesenta años, que se dice pronto. Nadie, de los que quedan vivos, pensaba que aquella cena de 1956 llegaría a cumplir seis décadas. Pues sí, el día 25 de junio se va a celebrar la sesenta edición del llamado primero de los festivales flamencos. Esto no quiere decir que no hubiera entonces festivales de flamenco en los pueblos andaluces, que los había desde hacía muchas décadas, pero no de este corte. Utrera puso la primera piedra y hoy se celebran decenas de festivales de verano en toda Andalucía, algunos de la importancia de los de Mairena del Alcor, Lebrija, La Puebla de Cazalla, Las Cabezas de San Juan, Puente Genil, Arcos de la Frontera, Ronda o Montilla, entre otros. Sería muy difícil ya entender el verano andaluz sin los festivales en los pueblos, que por cierto se mantienen por las ayudas públicas. Aunque muy escasas, son suficientes para que sobrevivan y esto permite que los artistas flamencos no tengan que depender del trabajo que hay fuera de España, que es mucho, por cierto, aunque no siempre de calidad.
La Hermandad de los Gitanos de Utrera conmemorará el sesenta aniversario del Potaje con un homenaje a Paco de Lucía, pero no sabemos muy bien en qué va a consistir el homenaje porque, por ejemplo, es un cartel de cante y baile: José Mercé, Pepa Montes, Farruquito, Manuel Amaya y José Valencia. La guitarra flamenca de concierto sigue estando abandonada en los festivales de verano de los pueblos, y cuesta entenderlo porque precisamente es una de las disciplinas más interesantes del flamenco actual, con grandes maestros veteranos y algunos jóvenes geniales por los que se pelean en medio mundo y parte del otro medio. ¿No se ha pensado en eso en Utrera, en contar con un buen guitarrista de concierto para homenajear a Paco de Lucía?
Es quizás el Potaje el festival de verano que menos ha evolucionado y esto tiene su lado bueno y su lado malo. El bueno es que llevan sesenta años intentando conservar el flamenco más tradicional, y eso está bien. El malo, que es posible conservar y a la vez abrirse a las nuevas corrientes, algo que han sabido hacer en pueblos como Lebrija, Los Palacios o Arahal.
Utrera tiene su sello, de eso no hay duda, y cada año se llena el patio del Colegio Salesianos.