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La cuadratura del círculo

Vetusta Morla ofrece un ‘show’ pluscuamperfecto de dos horas y 25 canciones para presentar ‘Mismo Sitio, Distinto Lugar’ ante un Auditorio atestado y rendido

06 may 2018 / 19:41 h - Actualizado: 06 may 2018 / 21:01 h.
"Música","Conciertos"
  • Las proyecciones y los efectos de luces ayudaron al sexteto a pergeñar un espectáculo que sedujo al público sevillano. / Fotos: Enrique Torralbo
    Las proyecciones y los efectos de luces ayudaron al sexteto a pergeñar un espectáculo que sedujo al público sevillano. / Fotos: Enrique Torralbo
  • El vocalista Juan Pedro Martín, ‘Pucho’, gesticula en plena actuación.
    El vocalista Juan Pedro Martín, ‘Pucho’, gesticula en plena actuación.

La última visita de Vetusta Morla a Sevilla, en 2015 con motivo de su tercer disco, La Deriva, les había dejado con cierto sabor agridulce –debieron renunciar al Estadio de la Cartuja y no llegaron a llenar el Auditorio–, con sed de revancha. Y se la tomaron, vaya si se la tomaron, en la noche del sábado: «Estamos en otro lugar, no hay duda», afirmaba henchido el cantante, Pucho, aludiendo al sold out desde hace dos meses que, esta vez sí, congregó en el Rocío Jurado a 8.000 personas que bien pudieron haber sido 10.000 o 12.000 en un recinto mayor.

Fue parte de su saludo, con guiño a los bomberos sevillanos acusados en Lesbos y a las mujeres, efectuado tras el lote de cinco temas con que abrieron la presentación de Mismo Sitio, Distinto Lugar. Del cuarto y más reciente álbum, que repasaron al completo, fueron las cuatro primeras canciones: la homónima al disco, Deséame suerte, El discurso del rey y Palmeras en La Mancha, en un inicio de show arrollador que completó Golpe maestro, cuya letra mutó la banda: «Y la justicia no dejaba de apestar», vociferaba Juan Pedro.

Con el público rendido a la música y a la colorista y efectista propuesta icónica, el sexteto de Tres Cantos siguió sacando lustre a sus éxitos pretéritos –las inevitables Cuarteles de invierno y Fuego, de La Deriva; Maldita dulzura, de Mapas; y la coreada Copenhague, de Un día en el mundo– antes de alcanzar el ecuador del concierto, en el que volvieron a la carga con sus nuevos temas –Guerra Civil, La vieja escuela, 23 de junio y Punto sin retorno–.

Volvieron a recordar a «los bomberos que van a salvar vidas de la deriva» en el tema que abre y titula su anterior disco, antesala del éxtasis masivo que se vivió con la sucesión de Sálvese quien pueda y Valiente, de su debut, más el frenético Te lo digo a ti, con Pucho endemoniado y perseguido por El Indio [el batería David García] para quebrar la impronta algo estática y fría de los madrileños en su pulcra y milimetrada puesta en escena.

TRES CANCIONES EN EL BIS

Tras la Fiesta mayor, la banda se retiró por unos instantes para regresar en un bis de tres canciones finales que incluyó la delicada Consejo de sabios, el último eslabón del flamante disco, cerrando con dos de sus éxitos de Mapas, El hombre del saco y Los días raros. Entre medias, nuevo alegato en favor de un mundo con más mujeres en todos los ámbitos y con más hombres que comprendan que «sólo sí es sí», mensaje que se podía leer en la pantalla antes de arrancar este feliz reencuentro de Vetusta Morla con el público sevillano.

La banda madrileña desgranó en dos horas de espectáculo lo mejor de su ya vasto repertorio: 25 himnos que encandilaron a unos fans –bastantes niños inclusive– que, esta vez sí, se cuentan por miles en un lugar, Sevilla, efectivamente distinto.