La RAE acepta a doña Emilia Pardo Bazán un siglo después

La Real Academia Española aprovecha el centenario de la muerte de la escritora para homenajearla y reconocer ahora que no haberla aceptado por el mero hecho de ser mujer fue el “mayor error en 300 años de historia”

Álvaro Romero @aromerobernal1 /
16 may 2021 / 13:55 h - Actualizado: 16 may 2021 / 13:58 h.
  • La RAE acepta a doña Emilia Pardo Bazán un siglo después

Lo recordó este jueves la vicepresidenta primera del Gobierno, Carmen Calvo, a la sazón ministra de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática: aquella ocasión en que doña Emilia Pardo Bazán asistió a un congreso feminista en París y proclamó nada más llegar: “A mí aquí no me ha mandado venir nadie, me he mandado yo venir”. La anécdota se repitió infinidad de veces en la vida de una escritora cuyo centenario de su muerte se cumplió el pasado 12 de mayo y que reconoció en más de una ocasión que, si en su tarjeta de visita pusiera Emilio en vez de Emilia, su vida hubiera sido muy distinta. Para empezar, hoy la recordaríamos como la primera académica de la RAE, pero no pudo ser. Y la razón es bastante simple: se trataba de una mujer.

No hubo otro motivo, porque cuando lo intentó, en 1912, la novelista gallega que escribió su primera obra a los 13 años, dominaba otras lenguas como el francés, el inglés o el alemán y había introducido en España las teorías del Naturalismo de Zolá, había escrito ya como medio centenar de libros, había sido la primera en ocupar una cátedra de Literaturas neolatinas en la Universidad Central de Madrid y había sido la primera mujer en presidir la sección de Literatura en el Ateneo de Madrid. Que el mismísimo rey Alfonso XIII la hubiera nombrado consejera de Instrucción Pública tampoco parecía un argumento en contra.

Pero lo cierto es que “fue bien recibida por los críticos, pero cuando se vio que iba en serio se cambió por la condescendencia”, dijo este jueves el exdirector de la RAE, Darío Villanueva, que a pesar de reconocer que la oposición al ingreso de la Pardo Bazán en la RAE fue “el mayor error histórico de la Academia en sus más de 300 años de historia”, trató de poner algún paño caliente a tanto machismo histórico aludiendo también a que fue “un error estratégico de ella porque optó por la petición personal, cuando podía haber seguido el camino habitual, el apoyo de tres académicos a una candidatura”. Es decir, que en vez de haberlo pedido ella hubiera acudido al cauce habitual de que otros lo pidieran por ella. A este respecto hay que recordar que su propia candidatura no solo fue rechazada hasta tres veces, sino que incluso las candidaturas que ella había propuesto para otras mujeres también lo fueron: la RAE se opuso a que ingresaran en su centenaria institución Concepción Arenal o Gertrudis Gómez de Avellaneda. El argumento fue siempre el mismo: eran mujeres, y punto.

Un siglo después, la RAE trató este pasado jueves de celebrar un acto de desagravio con esta escritora gallega que nunca fue una más pero que, frente a aquella carta que ella misma envió a la Academia argumentando sus propios méritos para ingresar en la institución respetando los propios estatutos de la docta casa, se encontró con 14 votos en contra frente a ocho y ni siquiera se tomó en consideración que se la aceptara como candidata.

Precisamente ocho académicos fueron los que este jueves han glosado la vida y la obra de la autora de Los pazos de Ulloa, cuyas novelas, alguna incluso inédita, llenan estos días los escaparates de las librerías en las principales capitales del país. El director de la RAE, Santiago Muñoz Machado, que se ha referido en alguna que otra ocasión, tan diplomáticamente, al “conflicto que doña Emilia tuvo con la Academia”, ha señalado que “las señoras no eran entonces recibidas en esta institución, por razón de sexo. Así eran las cosas en cualquier sitio importante. Si no, habría sido la primera mujer en esta casa”.

En todo caso, Muñoz Machado ha reconocido que la escritora gallega “furió mucho” por el rechazo de la RAE e indicó que, aunque no se pueda “enmendar la historia”, la escritora debería sentarse en su simbólica silla 47 (solo hay 46 académicos de número), que son “esos sillones que están reservados para aquellos mejores que los que estaban dentro en su momento y no tuvieron oportunidad de entrar”. “Fue una escritora que mereció de sobra estar en esta casa”, dijo. “Miramos hacia atrás con pena, pero comprendiendo que la situación histórica fue la que fue. Aun así, lamentamos realmente que una situación como la de Emilia llegara a producirse”.

Comprometida

Miguel Sáenz se refirió a los vínculos de la autora con Madrid, de la que fue cronista en numerosas publicaciones, como La ilustración artística, donde, según la también académica Soledad Puértolas, dejó “auténticas joyas en las que demostró que nada social le era ajeno”. De esos artículos destacó Puértolas uno en que abominaba de la violencia contra cualquier ser vivo, incluidos los animales, y otro en el que denunciaba las injusticias sociales.

En realidad, como doña Emilia escribió de todo, cualquier académico ha podido hoy referirse a una de las aristas de su compleja mirada. Luis Mateo Díez recordó, por otro lado, la novela Una pareja de novios, la segunda de ella, protagonizada por una joven leonesa de 18 años. José María Merino, otro maestro actual del relato breve, disertó sobre esta, de la que la Pardo Bazán ya fue una maestra previamente. El dramaturgo Juan Mayorga hizo una exégesis de El vestido de boda, un monólogo teatral que Pardo Bazán escribió para la actriz Balbina Valverde y que se estrenó el desastroso año de 1898. Incluso el cineasta Manuel Gutiérrez Aragón se refirió a las adaptaciones a la pantalla de la obra de la autora, especialmente de la versión de Los pazos de Ulloa que dirigió Gonzalo Suárez en 1985.

Emilia Pardo Bazán fue tan adelantada a su época que la propia vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, reconoció este jueves que “ella supo ver cuál iba a ser la evolución de la mujer y fue feminista, siendo conservadora”. Al margen de etiquetas estériles, doña Emilia “recelaba del socialismo de Estado, pero reconocía que en numerosos países los partidos socialistas eran los que más habían impulsado los derechos de la mujer”, como indicó Soledad Puértolas esta semana. En el suyo hubo que esperar muchas décadas, en efecto. Pero su memoria y su obra han sobrevivido.