Un híbrido de talento y ojana

Vimos un espectáculo sobrecargado de vulgaridades inexplicables en una bailaora de su experiencia, con un primer acto compuesto de taranto a guitarra pelada, la de Juan Requena, con bulerías y bulerías por soleá en las que todo fue muy forzado, el duende teatralizado, el arte pretendidamente genuino

Manuel Bohórquez @BohorquezCas /
29 sep 2016 / 08:31 h - Actualizado: 29 sep 2016 / 08:35 h.
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  • Vivir el flamenco desde niña le ha dado no solo dominio de la vieja escuela, sino la posibilidad de empaparse de las nuevas tendencias del baile. / Fotos: José Luis Montero
    Vivir el flamenco desde niña le ha dado no solo dominio de la vieja escuela, sino la posibilidad de empaparse de las nuevas tendencias del baile. / Fotos: José Luis Montero
  • El duende teatralizado y el arte pretendidamente genuino de Pastora Galván.
    El duende teatralizado y el arte pretendidamente genuino de Pastora Galván.

No sé si 36 años y solo una década de éxitos es suficiente bagaje para invitarnos a mirar hacia atrás y recordar con ella, en la Bienal, que es como su segunda casa, lo hecho hasta ahora. Pero Mírame, lo de anoche en el Lope de Vega, era eso, una retrospectiva, un repaso a su más que consolidada carrera. Tiene Pastora Galván el aire de las bailaoras antiguas. Si alguien decidiera dar un día vida a la célebre fotografía del sevillano Beauchy del cuadro del Café del Burrero, ella podría reencarnarse en La Sordita, La Carbonera, Lola Pérez o Gabriela Ortega, la madre de los Gallos. Algo debe de haber de todas en ella, que se ha venido transmitiendo de generación en generación hasta nuestros días.

A veces me la he imaginado en aquellos cafés sevillanos, humeantes y con facas en las mesas, cogiendo la manzanilla en el aire lanzada por El Moreno de Rota. Pero Pastora nació precisamente con la Bienal y vivir el flamenco desde niña le ha dado no solo dominio de la vieja escuela, sino la posibilidad de empaparse de las nuevas tendencias del baile de las dos últimas décadas, de ahí que sea lo que hoy es, un híbrido encantador, comunicadora, con arte, unas veces natural y otras de ojana. ¡Esas caras de Pastora que parecen sacadas de las fiestas de El Morapio, tan forzadas! Es capaz de sacar adelante una compleja coreografía y también de detenerse, parar el reloj y dejarte boquiabierto con una pataíta por bulerías o un desplante que ni Doré lo hubiera soñado. Juventud y experiencia al servicio del arte del baile, eso es lo que creíamos que íbamos a ver anoche.

Creatividad y guiños al pasado, lo añejo y lo contemporáneo en un mismo cuerpo. Sin embargo vimos un espectáculo sobrecargado de vulgaridades inexplicables en una bailaora de su experiencia, con un primer acto compuesto de taranto a guitarra pelada, la de Juan Requena, con bulerías y bulerías por soleá en las que todo fue muy forzado, el duende teatralizado, el arte pretendidamente genuino. Mejor en las seguiriyas con bata de cola roja y palillos, con la voz de una Angelita Montoya excelente. Luego, el numerito de los pantalones vaqueros y la peluca, y ahí nos quedamos. El espectáculo comenzó con media hora de retraso, encima -ni uno solo ha empezado a su hora en este teatro-, y no creo que remontara una obra que, sinceramente, era floja.

Pastora Galván es una gran bailaora, de eso no hay duda, y ha hecho grandes cosas, pero este repaso a su última década tuvo solo momentos, cuando la artista dejaba el teatro y sacaba su baile fresco y enjundioso. Pero fueron solo eso, momentos, demasiado poco para tanta expectación.

Pastora Galván: ‘Mírame’**

XIX Bienal de Flamenco de Sevilla. Teatro Lope de Vega. 28 de septiembre. Baile: Pastora Galván. Cante: Angelita Montoya, Jeromo Segura y La Tana. Guitarra: Juan Requena. Percusión: José Carrasco. Acordeón: José Manuel Vaquero. Contrabajo: Álvaro Ramos.