Y ahora vas y te lo comes

Luis Martínez Conde denuncia «la situación límite» de la balsa de fosfoyesos de Huelva con su proyecto fotoperiodístico ‘El pan nuestro de cada día’

10 may 2018 / 13:47 h - Actualizado: 10 may 2018 / 13:58 h.
"Fotografía"
  • Una de las fotografías que componen esta crítica a la situación medioambiental del Polo Químico en el proyecto ‘El pan nuestro de cada día’.
    Una de las fotografías que componen esta crítica a la situación medioambiental del Polo Químico en el proyecto ‘El pan nuestro de cada día’.

Si se considera de mal gusto hablar de la mierda, imagínesela en un plato. Y que ese plato esté colocado justo debajo de sus narices a la hora del almuerzo. Esta es la alegoría visual que el fotoperiodista Luis Martínez Conde ha utilizado en su libro El pan nuestro de cada día para denunciar, mediante diez imágenes recurrentes acompañadas de las cifras y los datos más descorazonadores, «la situación límite que presenta la balsa de fosfoyesos de Huelva», catalogada, según recuerda, «como el mayor vertedero de residuos tóxicos radiactivos de Europa». Publicado por la editorial El Libro Feroz, este «ejercicio conceptual» pretende describir un caso de «injusticia medioambiental de la que deriva un grave problema de salud para la ciudadanía», como explica el autor.

El libro cuenta con un prólogo de Juan Cobos Wilkins donde el escritor de Minas de Riotinto –y como tal, perfecto conocedor del asunto– advierte de que estas bandejas que sirve su paisano en forma de fotos «no resultarán de buen gusto, no de grato paladar, no de fácil digestión, para quienes han sido y son responsables de la descompuesta, tóxica, contaminada y contaminante materia prima». Y no lo serán, entre otras razones, porque los principales afectados son «como esos monos del cuento que no quieren ver, no quieren oír, no quieren hablar».

Para quien no esté muy al tanto de qué va toda esta historia, Martínez la resume: «En la década de los sesenta», o sea, hace medio siglo, «fruto de un proceso de industrialización y desarrollo llevado a cabo en todo el país, se instauró en la ciudad de Huelva lo que se convertiría en uno de los mayores complejos industriales de Europa, el Polo Químico. El proceso consistió en la construcción de diversas instalaciones que darían cabida a fábricas de índole petroquímico. Algo que, aunque en su momento supuso una esperanza en forma de empleo y desarrollo para la población de una provincia sustentada a través de la agricultura, la ganadería y la pesca, acabó suponiendo tres décadas después una de las mayores amenazas ambientales de toda Europa». Algunos números que aparecen en el libro avalando esta tesis: 1.200 hectáreas; 130 millones de toneladas de residuos tóxicos radiactivos (uranio, radio, polonio, radón, arsénico, mercurio, plomo...); una distancia de 510 metros entre la balsa y las primeras barriadas; unos muros de 30 metros de altura; situado entre las desembocaduras del Tinto y el Odiel, reserva de la biosfera y parque natural, con la tercera mayor colonia de flamencos de Europa... Como denuncia, tiene el valor añadido de ir a pecho descubierto. «Yo siempre he tenido mucho cuidado con no buscarme problemas», dice, de todos modos, Luis Martínez. «Ya demasiado es tocar un tema que nadie se atreve a tocar desde hace mucho tiempo. Me he metido de una forma totalmente independiente, sin la ayuda de nadie».

«Busqué darle una temática conceptual porque ese tema ya está tratado de muchas formas: hay muchos trabajos periodísticos, documentales..., en fin, hay otras formas artísticas de denunciar el tema», explica. «A mí me molesta un poco la falsa apariencia que intentan dar en las distintas administraciones de Huelva con respecto al fomento del turismo. Porque siempre se está intentando promover el turismo: se invierte en poner publicidad de Huelva en los autobuses de Londres, se invierte en que artistas tan representativos y tan buenos como Manuel Carrasco nos vendan en la tele a nivel nacional, en llevar gambas de Huelva a la tele... Siendo francos, creo que es la única forma en que podríamos levantar esta provincia, que tiene unos grandes déficits en materia laboral, de infraestructuras... Conocemos ahora el caso de esa miniestación de tren que han hecho, con esa falsa propuesta política de que iba a llegar el AVE. Cuando llegó el tema de la Huelva Gastronómica, que no es otra cosa más que pura política y un gran desembolso de dinero a costa de los presupuestos ciudadanos, a mí me llegó esa idea de decir: bueno, si de verdad vamos a vender Huelva como algo gastronómico, vamos a vender también desde un punto de vista gastronómico nuestros problemas. Así que enfoqué el tema desde una perspectiva cotidiana, con una mesa a la hora de comer, y con diez puntos claves que describen el problema de los fosfoyesos». Servido queda. Que aproveche.