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Nasri se va de fiesta en Nervión

LA CONTRACRÓNICA. Llegó el último y ya es el primero, el líder de un equipo que ofreció su mejor versión de la temporada. El francés no ha dado tregua a las dudas que podía generar su fichaje y el grupo de Sampaoli dio un paso importante para despejar las que sobrevuelan sobre el técnico

28 sep 2016 / 00:48 h - Actualizado: 30 sep 2016 / 19:03 h.
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  • Nasri trata de esquivar a un rival. / Manu Gómez
    Nasri trata de esquivar a un rival. / Manu Gómez

Entre el Sevilla de Bilbao y el de la segunda mitad de ayer sólo hay un factor en común en el catálogo de virtudes, dos caras y un hilo conductor: Nasri. Fue el último en llegar pero va camino de convertirse en el primero, en el líder, en el futbolista capaz de hacer realidad la ensoñación que a veces parece manejar Jorge Sampaoli. Nasri es tan importante como Banega pero mucho mejor que Banega. Es un superdotado para los espacios cortos, sobresaliente en la elaboración, decisivo en el uno contra uno. Más rápido. Puede desatascar para inmediatamente crear, mantener la posesión, y soltar un regate como un latigazo. No hay forma de arrebatarle la pelota al más puro estilo Iniesta y si encima está comprometido con la recuperación de la pelota se convierte en un jugador total. A Nasri le acompañaron hasta Sevilla aquellas fotos de fiestas, y con ellas las dudas sobre su implicación y rendimiento, tan similar a lo que sucedió con Banega en su momento. Pero el francés no ha dado margen a la incertidumbre, dedicado a hacer de Nervión el sitio de su recreo, un festival donde manda, donde encandila. Hacía tiempo que no se veía una exhibición así en el Sánchez-Pizjuán, y mira que corren tiempos de gloria atrapada por grandes futbolistas. Pero Nasri es distinto, un talento exagerado, el jugador capaz de convertir el agua en vino y multiplicar los panes y los peces.

El Sevilla de una y otra parte tuvo otro factor diferenciador. Se pueden hacer muchas teorías sobre estrategia, ubicación de jugadores, sistemas y ocupación de espacios, pero al final casi todo tiene que ver con la actitud, con la intensidad. De una a otra parte, con o sin el peor Vázquez, con tres volantes o con cuatro centrocampistas, el Sevilla fue distinto porque apretó, porque salió a pasar por encima del Olympique de Lyon, y si no lo arrolló también en el marcador fue por la escasa pericia de Vietto, asistente en el gol que definió la contienda pero tremendamente desafortunado para liquidar un partido que no debió durar más de 70 minutos. Por ahí le falta a este Sevilla, que va armando una columna vertebral fiable, con Mercado, con Mariano, con N’Zonzi, con Vitolo también a excelente nivel. Y luego está Nasri, otra dimensión.