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Crónicas empresariales

Catolicismo y empresa: entre Dios y el César

¿Podrán entrar los ricos empresarios católicos en el reino de los cielos? ¿Cómo se debe comportar una empresa católica para ser católica de verdad? ¿Es incompatible el catolicismo con el capitalismo?

03 may 2020 / 04:50 h - Actualizado: 02 may 2020 / 22:54 h.
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  • Catolicismo y empresa: entre Dios y el César

A veces parece que el mundo está al revés: Podemos y el PSOE hablan de salario social y de esa otra aportación –el ingreso mínimo vital- para que la población más vulnerable pueda sobrevivir mientras que Vox y los obispos no lo ven tan claro. El papa Francisco apoya un salario universal y Pablo Iglesias dice que el pontífice va en su línea, al contrario que los obispos, teóricos subordinados al obispo de Roma. El señor Abascal llama ciudadano Bergoglio al papa cuando el prelado máximo comenta su idea del salario universal y le envía una indirecta al representante supremo de su religión al afirmar que los políticos no deben meterse en asuntos eclesiásticos y que al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.

Empresa y catolicismo: ¿misión complicada?

En abril de 2019, en el seno de la celebración del 120 aniversario de este diario, tuvo lugar en las instalaciones del cortijo La Gota de Leche –propiedad de la empresa editora de El Correo- un desayuno de trabajo, seguido de distintas intervenciones, especialmente significativo. Estaba impulsado por la Fundación Chávarri, por la Cátedra del Bien Común y por la Universidad Nebrija, instituciones entre las que existe una estrecha relación.

Tuve la satisfacción de estar en ese acto, acompañando a una amplia nómina de ejecutivos, empresarios, expertos en comunicación institucional y profesores. ¿Quiénes eran mis contertulios? “Creada a comienzos de 2019 por la Fundación Chávarri por el Bien Común y la Universidad Nebrija, la Cátedra Acción por el Bien Común pretende ayudar a generar un espacio de reflexión y debate sobre temas de gran actualidad, como pueden ser la economía, la política, las nuevas tecnologías, los medios de comunicación, el medioambiente, la seguridad, la justicia o la educación”. He aquí cómo se describe oficialmente la institución.

En este sentido, la Cátedra persigue un doble objetivo: poner en contacto a empresarios y directivos con los principios del bien común, de forma que se puedan proponer modelos y líneas de acción en la gestión de las empresas; y, por otro lado, fomentar un lugar de encuentro entre empresarios y políticos con el fin de proponer medidas que ayuden a un desarrollo de la economía que genere riqueza social real.

La principal enseñanza que yo extraje de aquel encuentro fue la satisfacción de comprobar cómo hay en las altas esferas de la sociedad una inquietud por mejorar la sociedad, que parte desde la religión católica. En efecto, en su web oficial, la Cátedra Acción por el Bien Común afirma: “El objeto de la cátedra es ayudar a generar un espacio de reflexión y debate en temas relacionados con la economía, la política, el derecho y la tecnología a partir de la Doctrina Social de la Iglesia. La Cátedra toma como referencia la Doctrina Social de la Iglesia y el espíritu señalado en la Encíclica “Laudato Si” del Papa Francisco”.

Las intervenciones de los oradores en aquel desayuno iban en esa dirección: “El empresario debe proteger la viabilidad económica, pero también revertirlo a la sociedad, porque es desafortunado tener otro planteamiento de vida” (Antonio Morera Vallejo, presidente del Grupo Morera & Vallejo, propietario de este diario). “La educación o la actividad universitaria es bien común. La Cátedra contribuye a aportar visibilidad y aclara conceptos sobre esta materia, principalmente en el ámbito civil y empresarial” (Fernando Tomé, decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nebrija). “Las personas son lo más importante dentro de una empresa. Debemos “aprender de nuestras acciones, y ese aprendizaje puede cambiar las reglas de decisión en el ámbito personal y empresarial” (Javier Sota, responsable de instituciones del Grupo Chávarri). “Se ha demostrado el crecimiento del compromiso del tejido empresarial y el interés por la reflexión sobre el bien común” (David López Royo, vicepresidente de la Fundación Chávarri por el Bien Común).

Este tipo de eventos fue repetido por las citadas instituciones en otras ciudades como Valencia. En aquella ocasión –octubre de 2019- David López Royo afirmó: “Estamos comenzando a transformar el mundo”, y resaltó el interés de las compañías por aplicar políticas responsables en sus procesos de trabajo. Así, se mostró convencido de que el tejido empresarial, la educación y los responsables políticos “estamos obligados a entendernos”, y definió el bien común como “la búsqueda de la dignidad de las personas”.

Por su parte, Santiago Budría, investigador principal en la Universidad Nebrija y experto en Microeconometría destacó las razones que han motivado la aparición de la Economía del Bien Común (EBC). Los indicadores económicos tradicionales, como el PIB o la inflación, son “fácilmente medibles”, pero “recogen apenas una parte del conjunto de dimensiones que determinan el bienestar humano en las sociedades actuales. En cambio, apuntó que existen otros aspectos que generan un “enorme impacto económico y social en la vida de las personas”, como “la cohesión social, la sostenibilidad o la igualdad de oportunidades”. En este sentido, Budría hizo énfasis en que uno de los objetivos de la EBC es “paliar esa carencia” y que dentro de este modelo las compañías “no persiguen ingresos y lucro, sino tener un buen indicador de su contribución al bien común”.

En diciembre de 2019 la Fundación Chávarri inauguró su sede en Roma y con tal motivo se pronunciaron palabras en la línea de las anteriores. El evento inaugural tuvo como marco el L’istituto Patristico Agustinianum, al pie mismo de la plaza de San Pedro, y reunió en un desayuno de fraternidad a cerca de un centenar de representantes de más de 30 entidades religiosas con proyectos sociales y expertos internacionales. El vicepresidente y director ejecutivo de la Fundación Chávarri, el citado David López Royo, hizo una llamada a “construir y compartir el sueño del Bien Común”.

Enfrentarse a la pandemia

Con estos principios debe enfrentarse la clase empresarial católica a la reconstrucción de España, en estos momentos en proceso no de crisis sino de hundimiento, con una disminución de su PIB en un 5,2 por ciento en el primer trimestre de este año 2020 y si hacemos caso a algunas agencias expertas la bajada puede ser mayor o mucho mayor. Moody's no es de las más pesimistas y, aun así, ha pronosticado que las consecuencias económicas de la crisis sanitaria del coronavirus ocasionarán un agujero en las cuentas públicas españolas de hasta el 7,6% del Producto Interior Bruto (PIB) este año, como consecuencia de la caída del 8% del crecimiento económico, un impacto que seguirá arrastrando durante años, ya que el déficit de 2021 todavía seguirá en el 5,4% del PIB.

El apoyo entre la Fundación Chávarri y la Iglesia ha propiciado que la fundación apoye especialmente el trabajo solidario de sectores católicos. Así, la fundación impulsa la cooperación empresarial para ayudar a la Iglesia contra el coronavirus con distinto material sanitario, destinado a la protección de los religiosos, personal y usuarios de los centros de atención social, incluidos los de las propias órdenes y obispados. La fundación también canaliza los donativos de protectores sanitarios que empresas y particulares quieran hacer llegar a las congregaciones. Compañías líderes en España como la orensana Coren, Recreativos Franco y el Hotel Ilunion Atrium han sido los primeros en responder a esta iniciativa, donando mascarillas, pantallas de protección duradera, y otros elementos como guantes y protectores.

Por su parte, el Grupo Morera & Vallejo ha realizado varias donaciones de plástico industrial para confeccionar equipos de protección individual (EPIs) solicitados por el Servicio Andaluz de Salud (SAS) a través de diputaciones provinciales, así como diversas ONGs y colectivos sociales.

El Papa y las preguntas claves

Como es sabido, el papa Francisco tiene una idea clara del papel de la empresa en esta crisis. Desde La Sexta envió un mensaje a los empresarios: “Sálvese quien pueda no es solución. Una empresa que despide para salvarse no es una solución. En este momento, más que despedir, hay que acoger, sentir que hay una sociedad solidaria, son los grandes gestos que hacen falta ahora”.

Sin embargo, admitió que no conoce la crisis que el COVID-19 representa para los empresarios, pero que sí conoce el sufrimiento de los empleados. “Sé de las penurias que va a pasar el empleado, el operario, la operaria, la empleada que vas a despedir”, reflexionó.

Y aquí empiezan los interrogantes: ¿Habla el papa con los pies en el suelo o en el cielo? ¿Chocarán con la dura realidad del mercado los deseos del pontífice y los de sus seguidores en el mundo de la empresa? Porque, la realidad del mercado es tan dura que no sé si palabras tan, en teoría, correctas como se han recogido aquí son válidas para llevarlas a la práctica, palabras que, por otra parte, no son nuevas ni mucho menos, como no lo es la doctrina social de la Iglesia. Las preguntas anteriores nos llevan a enlazar con el principio.

El Papa comunista carga contra los empresarios

¿Le falta poco a Santiago Abascal para sumarse a este encabezamiento de una información publicada el pasado 23 de marzo de 2020 por La Nación Digital con la firma de Marcos López?: “El Papa comunista carga contra los empresarios en una entrevista con Évole para hablar del Coronavirus” (titular). “Bergoglio osa criticar a los empresarios españoles mientras la Iglesia no ayuda para acabar con el coronavirus” (subtítulo).

El cuerpo de la información indica lo siguiente:

“El Papa Francisco es un fiel defensor del comunismo. Así ha quedado demostrado, una vez más, en una entrevista con el periodista progre Jordi Évole en una televisión progre, La Sexta. Bergoglio criticó los despidos que están llevando a cabo las empresas. En ese momento, Évole no defendió el esfuerzo que están llevando a cabo multinacionales como Iberia o Burger King, que están tramitando despidos temporales cuyos afectados cobrarían el seguro de desempleo. Inditex ha garantizado el 100 % del salario a sus empleados pero parece que eso es algo que no valora el Papa Rojo”.

"El sálvese quién pueda no es la solución. No conozco las penurias que pueden pasar las empresas, pero si conozco las del operario. Una empresa que despide para salvarse no es la solución", añadió demostrando el cinismo de una institución que no sólo no dona dinero en estos momentos tan críticos sino que no acepta la autocrítica por no llevarlo a cabo”.

“Amancio Ortega, máximo accionista de Inditex, anunció que sus trabajadores no sufrirán la crisis económica. Les mantiene el puesto de trabajo y les pagará su sueldo, sin tramitar ningún ERTE, tal y como sostenían progres como Juan Carlos Monedero y Antón Losada, a los que la empresa puso en su sitio de manera magistral”.

O sea, caña al pontífice e incienso para los empresarios, procedente todo ello de una cabecera que se declara católica. Desde las propias filas del catolicismo brotan estas ramas furibundas que terminan por unir al papa con los postulados marxistas de Iglesias y separar al llamado por los católicos Santo Padre de quienes dicen ser sus seguidores mientras que otros sectores también católicos con poder e influencia persiguen una sociedad distinta no marxista, claro, donde la persona se coloque en el centro de la empresa.

A ver cómo se puede lograr esto último en un mundo donde cada vez sobran más los seres humanos a causa del crecimiento de la Inteligencia Artificial, todo ello agravado por la tremenda crisis mundial en la que estamos inmersos. He leído en una información de agencia algo desalentador sobre las empresas que Occidente ha desplazado a China con esto de la deslocalización (sanitarias, sobre todo, y otras): sí, Occidente se puede traer esas empresas para sus territorios pero no las conducirán humanos sino máquinas.

Tal vez haga falta un milagro para acercarse a un mundo como el que el Vaticano aspira a lograr porque no sé si el humano es capaz de llevarlo a cabo.