La mujer pide una ley ‘real’ por la igualdad en el campo

La falta de información y formación de los técnicos deja en el cajón la Ley de Titularidad Compartida. Reclaman la puesta en marcha de los registros

13 mar 2016 / 22:18 h - Actualizado: 13 mar 2016 / 22:50 h.
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sevilla

{Son muchas las metas que debe alcanzar la mujer en el campo pero la que más le urge es la de la Ley de Titularidad Compartida de Explotaciones Agrarias, que se aprobó en 2011. Pese a que la norma venía a reparar la poca visibilidad que tenía en la primera línea del campo, son ellas las que cinco años después coinciden en que la ley no ha traído aparejada una aplicación real, lo que ha provocado que no haya sido efectiva. Una deficiencia que la propia Consejería de Agricultura reconoce.

¿Por qué es tan importante que la Titularidad Compartida sea real? Es un paso fundamental para equiparar la situación de la mujer a la del hombre en el campo. «Con los elevados precios, a la hora de elegir quién cotiza a la Seguridad Social es la mujer la que se queda fuera en favor del hombre», explica Inmaculada Idáñez, presidenta de la Confederación de Mujeres del Mundo Rural (Ceres), vinculada a COAG. En el año 2011, la Consejería de Agricultura calculó que cerca de 14.000 andaluzas podrían aprovecharse de esta ley, es decir, 14.000 mujeres que están ayudando en una explotación agraria pero que están fuera de la red de la Seguridad Social. «No vale de nada que una mujer se pase la vida trabajando y que no cotice ni pueda acceder a una baja o no tenga derecho a una pensión», reivindica Idáñez.

Pero «las mujeres no han terminado de entender cuál es el valor de la norma», sostiene la vicepresidenta de Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales (Fademur), vinculada a UPA, María Inés Casado, quien además es titular de su explotación. Las responsables de las organizaciones agrarias sostienen que la escasa promoción de la ley ha impedido que llegue a las mujeres y ha provocado que los registros no se abran, lo que supone un obstáculo más para tramitar la solicitud de la titularidad compartida, sostiene Idáñez, quien añade la importancia de que los técnicos estén formados para dar información.

Además, a la hora de aplicarla, las responsables agrarias reclaman más facilidades. Por ejemplo, en el caso de las bonificación de la cuota de la Seguridad Social, Casado propone que «eliminen esta tasa por un par de años, dado que con los tiempos que corren es difícil que dos personas de la misma familia paguen el sello de autónomo».

Con tal de enmendar los errores, la Consejería de Agricultura está organizado diferentes jornadas para empoderar a la mujer en el medio rural. La última de ellas se celebró hace apenas un par de semanas, en la que varios talleres analizaron la perspectiva de género en la actividad agraria y pesquera. El documento resultante se publicará el 15 de octubre, coincidiento con el Día de la Mujer Rural.

Los otros retos

Los obstáculos que debe esquivar la mujer en el campo nacen de la base. «Hay que erradicar la imagen de la agricultura desde el colegio», sostiene Casado. Las portavoces de la mujer en el campo critican que se venda la imagen de antaño. «Debemos eliminar la idea del hombre al campo y la mujer a la casa», sostiene la presidenta de la Cooperativa de Sanlúcar la Mayor, Dolores Méndez, quien asegura que ninguno de sus compañeros le han puesto a prueba para dejarla en evidencia. «En igualdad de condiciones, la mujer llegaría a superar el trabajo de ellos en el campo por sus cualidades mentales y físicas», insiste Méndez.

Como, por ejemplo, a la hora de manejar maquinaria. Hace veinte años, Casado dio el paso: se subió a un tractor. «Pero adónde vas. Bájate de ahí. Lo vas a estropear», le dijeron. Sin embargo, Casado recuerda que «por suerte o por desgracia el campo se está mecanizando» y propone que al igual que se imparten cursos sobre fitosanitarios, se deberían fomentar cursos específicos sobre el manejo de la maquinaria, lo que ayudaría a estrechar estas diferencias de género.

Fomentar el apoyo a las emprendedoras es otra de las tareas pendientes de la administración, recuerda Casado. No sólo para sembrar, también en la primera transformación del cultivo; por ejemplo, en la fabricación de aceite. «Vemos pocas almazaras llevadas por mujeres pero somos tan capaces como el hombre, porque igualmente tenemos buena nariz», reivindica. ~