«Somos la única empresa que se dedica a restaurar alfombras en Andalucía»

La alfombra del besamanos del Gran Poder o las del Pleno del Parlamento andaluz son obra de esta empresa cuya actividad se remonta a 1925 y que hoy está centrada en la restauración. Cerca de 15.000 alfombras pasan por sus instalaciones cada año

16 abr 2016 / 21:18 h - Actualizado: 16 abr 2016 / 22:36 h.
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  • Diana Adán, en las instalaciones de Alfombras Baldomero en Castilleja de la Cuesta. / Rodríguez Aparicio
    Diana Adán, en las instalaciones de Alfombras Baldomero en Castilleja de la Cuesta. / Rodríguez Aparicio

¿Cuándo nació Alfombras Baldomero?

—Hay constancia de trabajos de 1925. Por ejemplo, la alfombra del besamanos del Gran Poder, donde pone que se hizo en Castilleja de la Cuesta. Mi abuelo Baldomero García fue el fundador. Todo surgió porque un taller de Madrid, de los Fernández, se trasladó a Castilleja de la Cuesta para abastecer a la Exposición Iberoamericana de 1929. Instalaron aquí una sucursal, vino un maestro y contrataron a gente del pueblo, entre ellos mi abuelo, su hermana y otro hermano para fabricar alfombras. Cuando terminó la Expo el maestro se fue y mi familia, que vivía justo al lado, se quedó con los encargos que seguían llegando, entonces, en coche de caballo. Mi abuelo, poco a poco, fue progresando y de tener un carro, pasó al camión... y hasta hoy.

—¿Cuántas alfombras pasan por sus instalaciones al año?

—Entre 10.000 y 15.000 alfombras al año, aproximadamente.

—¿Registraron buenos datos en 2015?

—En ejercicios anteriores decayó la facturación, pero lleva unos años de forma mantenida, pero son unos datos un poco ficticios porque hubo unos años en los que la facturación subió más de la cuenta.

—¿No notaron la crisis?

—Se sintió, pero distinto es que se haya sufrido. No nos llegó a afectar. Nos mantuvimos. Se siente, pero no lo estamos pasando mal.

—¿Cuánto peso tiene la fabricación y cuánto la limpieza y restauración en sus cuentas?

—Tenemos tienda de alfombras, también online, fabricamos por encargo, reparamos y limpiamos. Los trabajos de artesanía no salen todos los días, así que la limpieza y conservación son gran parte del negocio. La fabricación puede suponer menos del 20 por ciento.

—¿Venden fuera de España?

—Se han realizado trabajos puntuales en Estados Unidos y Portugal, fundamentalmente. En la restauración de alfombras trabajamos por todo el país, sobre todo en Asturias, Cantabria, Madrid y la Costa del Sol. El servicio de limpieza es más local, es para clientes de Sevilla, Huelva, Cádiz...

—¿Qué trabajos destacaría?

—Las alfombras que tiene en sus salones la Cámara de Comercio de Sevilla son nuestras, así como las que están en el Parlamento de Andalucía, detrás del Altar Mayor. Además, muchas hermandades tienen obras nuestras. Las últimas realizadas son muy bonitas, como las de la Trinidad, Santa Genoveva o la Estrella. Antonio Rodríguez, diseñador de joyas valenciano, también nos hace muchos encargos personalizados que nosotros fabricamos. Y, en cuanto a conservación, el Ayuntamiento de Sevilla, la Casa de Alba o el Hotel Alfonso XIII han sido siempre clientes.

—¿Hay competencia desleal?

—Muchos organismos o particulares tienen servicios de limpieza contratados que también les limpian las alfombras, pero cuando necesitan una restauración nos llaman.

—¿Aplican las nuevas tecnologías en su negocio?

—Las alfombras primero se limpiaban a golpes, pero ya hay una maquinaria muy específica según el tipo y los tratamientos. Con todo, la restauración es muy artesanal y la fabricación, también. Los últimos avances se tienen que usar porque no hay más remedio. Todo está ya informatizado y la maquinaria se tiene que actualizar. Hay que estar al día y contar con la tecnología, no hay más remedio.

—¿Hay futuro en este sector?

—La juventud en general no repara mucho en la calidad de una alfombra o un cuadro. Son más de ir a Ikea, con productos sin calidades extraordinarias ni larga vida, pero el negocio se mantiene. No tenemos mucha capacidad de expansión, pero somos un negocio familiar estable. Las alfombras no se consideran obras de arte, pero algunas lo son. Y otras muchas tienen un valor añadido, el sentimental, porque la pieza fue pasando de abuelos a nietos. En cuanto al futuro de la empresa, de mi abuelo pasó a mi madre y de ella a mi hermano y a mí, y mis hijos ya se están formando para seguir con el negocio, como hice yo, que me incorporé cuando acabé la Licenciatura de Conservación y Restauración en Bellas Artes. Llevo unos 30 años.

—¿Cuántas empresas como la suya existen en Andalucía?

—No hay ninguna en Sevilla, ni tampoco en Andalucía. Hay tintorerías que limpian alfombras, pero no tienen medios adecuados y recurren a nosotros. Y tampoco tienen medios para repararlas o restaurarlas. En Andalucía, me atrevo a decir, no hay ninguna empresa que se dedique a la restauración de alfombras. Somos la única, que yo tenga constancia.

—¿Cuál es el secreto para mantenerse activos tantos años?

—La calidad. Hay que ser muy formales y honrados. Tratamos las piezas que nos llegan como si fueran nuestras. Informamos de lo que haríamos y de lo que no, de lo que merece la pena y de lo que no, somos sinceros con el cliente y cumplimos los plazos. Y cuando nos pasamos del presupuesto, nos aguantamos y corremos con los gastos. El presupuesto va a misa. Tratamos al cliente con profesionalidad y con mucha atención, que creo que es lo que debe ser lo normal.