Casado se va de casa

16 feb 2021 / 16:36 h - Actualizado: 16 feb 2021 / 16:38 h.
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Con la salida de la sede de la calle Génova, Pablo Casado trata de romper con el pasado más oscuro de su partido, aún a riesgo de renegar también del recuerdo orgulloso de otras épocas en las que el PP sumaba sucesivas victorias electorales y gobernaba el país y buena parte de sus comunidades y municipios.

El batacazo electoral en Cataluña ha precipitado una decisión que estaba sobre la mesa desde hacía tiempo. Y está en línea con los argumentos que "Génova" -la dirección nacional, no la sede en este caso- esgrime desde el domingo para justificar los malos resultados.

Los 'populares' ya han advertido de que no tienen intención de corregir el rumbo ni cambiar sus estrategias, y el domingo su secretario general, Teodoro García Egea, insistía en que el resultado en Cataluña -donde el PP se ha visto claramente sobrepasado por Vox- no era extrapolable al conjunto del país.

Pero sí tiene repercusión nacional la decisión de salir de un edificio que ha sido el principal escenario de los casos de corrupción que llevaron al PP a perder el Gobierno y a los que ahora el partido atribuye todas sus desgracias.

El propio Casado lo ha dicho este mediodía en su discurso del Comité Ejecutivo Nacional, que no quieren seguir "en un edificio cuya reforma se está investigando".

Porque en este momento Génova representa todo aquello de lo que Casado y los suyos se quieren alejar. El partido busca otro lugar que le cobije y que no se asocie con Bárcenas, ordenadores rotos, sueldos B o históricos dirigentes otrora queridos y ya defenestrados.

Casado se va de casa

Pero Génova es también una historia de éxitos. Los de un partido que al poco tiempo de fundarse se instalaba en esta céntrica calle e iba creciendo y creciendo hasta vivir históricas victorias electorales -entre ellas las dos mayorías absolutas logradas en unas generales, una de José María Aznar y otra de Mariano Rajoy- que le dieron el Gobierno de España y también el poder territorial.

La última vez que Génova vivió una celebración electoral fue el 26 de mayo de 2019, cuando a gritos de "sí se puede" los simpatizantes del partido celebraban unos resultados muy ajustados -con pérdida de votos incluida- que iban a permitir al partido recuperar el ayuntamiento de Madrid y mantener la comunidad.

Aquella noche ni siquiera se había instalado el famoso balcón, una gran estructura que se colocaba siempre para las grandes ocasiones y que Casado nunca ha podido utilizar como líder.

Porque aunque sí se montó el balcón el 28 de abril de 2018, no hubo nada que celebrar: El nuevo PP de Casado registraba los peores resultados de la historia del partido.

Y cuando los comicios se repitieron en noviembre de ese año, los 'populares' fueron precavidos y ya no lo instalaron.

Por eso son otros los que han protagonizado las grandes noches del balcón y la fachada del PP.

Lo hizo muchas veces José María Aznar, cuando ganó las generales de 1996 y 2000 y en otras convocatorias.

Y lo hizo Mariano Rajoy en más ocasiones, no sólo en su victoria aplastante de 2011, también en las de 2015 -tras las que no hubo investidura- y 2016 y en otros comicios municipales, autonómicos y europeos.

Son innumerables las imágenes de aquellas celebraciones y en la memoria de muchos, por ejemplo, aún resuena el "Pujol enano habla castellano" que se escuchó en 1996 con la primera victoria de Aznar.

Pero también aquel "que bote Mariano" de 2011, cuando a petición del público el aparentemente reservado líder del PP besaba a su mujer y saltaba para celebrar que por fin había ganado las elecciones, y encima con mayoría absoluta, en su tercer intento como candidato.

En las fotos de todas aquellas celebraciones aparecen rostros del pasado que van desde Esperanza Aguirre a Rodrigo Rato, pasando por María Dolores de Cospedal o Soraya Sáenz de Santamaría, figuras del partido que por un motivo u otro ya no están en la política activa.

Porque Génova ha sido, para bien y para mal, la casa del PP. Y su líder actual cree que antes que un hogar es sobre todo un lastre.

Ahora Pablo Casado tendrá que buscar su sede, el edificio en el que se reconozca ese nuevo PP que quiere romper con el pasado y que tiene mucho que remontar si quiere volver a celebrar desde el balcón.