Puigdemont critica al Rey y solicita una «mediación»

El presidente de la Generalitat ha emitido un mensaje institucional televisado en el que critica al jefe del Estado: «Así, no. Con su decisión de ayer usted decepcionó a mucha gente en Cataluña que le aprecia»

04 oct 2017 / 21:04 h - Actualizado: 04 oct 2017 / 23:54 h.
"El desafío catalán","Referéndum ilegal en Cataluña"
  • El presidentre de la Generalitat, Carles Puigdemont, durante la declaración institucional, este miércoles desde el salón Mare de Déu de Montserrat del Palau de la Generalitat. EFE/Jordi Bedmar
    El presidentre de la Generalitat, Carles Puigdemont, durante la declaración institucional, este miércoles desde el salón Mare de Déu de Montserrat del Palau de la Generalitat. EFE/Jordi Bedmar

Un viejo político andaluz dijo a este redactor hace ya siete años, en medio de otro conflicto que ahora no viene al caso, que cuando dos trenes chocan gana el que aguanta sin apartarse de la vía y no frena. Ayer el primero de los dos trenes que han chocado en el conflicto catalán pareció alejarse, al menos en las formas, porque con sus palabras también prometió «aplicar el resultado del referéndum».

No obstante, suavizó la escalada del enfrentamiento de imprevisibles consecuencias al que parece abocada la comunidad autónoma más rica y con más tradición de identidad y autogobierno de España: Cataluña.

El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, ofreció un mensaje institucional 24 horas después del contundente mensaje del rey Felipe VI. Y el tono fue de mano tendida y puerta abierta –que remarcó, tras él, una puerta efectivamente abierta en el salón Mare de Deu de Montserrat del palacio de la Generalitat mientras la cámara lo enfocaba de cuerpo entero y se expresaba de pie, en una pose de naturalidad estudiada–. «Estamos dispuestos a un proceso de mediación, porque la política y la paz forman parte de nuestra cultura», expresó sobre el proceso independentista. «Estoy recibiendo propuestas para hacerlo», dijo, «y preveo recibir más».

Sin embargo, ese Puigdemont conciliador, dispuesto a rebajar la tensión que en buena parte ha creado el proceso de independencia de Cataluña, tuvo otra cara en sus ocho minutos de mensaje, mucho más beligerante y contundente con el Rey.

Felipe VI, en un duro mensaje, acusó el martes a las autoridades catalanas de «deslealtad inadmisible y conducta irresponsable» ante una situación de «extrema gravedad» en Cataluña, un tono inédito en los años de monarquía desde 1975: Las autoridades catalanas «han quebrantado todos los principios democráticos del Estado de derecho, vulnerado de manera sistemática las normas».

«Así no», dijo en catalán «una lengua que entiende» al monarca: «Usted decepcionó a muchos catalanes. Entre ellos a muchos que lo aprecian y que lo han ayudado en momentos difíciles de la institución».

Puigdemont acusó a Felipe VI de haber asumido el discurso y las políticas del Gobierno de Mariano Rajoy, «catastróficas en relación con Cataluña».

Denunció que el Rey se dirigió «a una parte de la población» e «ignoró deliberadamente a los millones de catalanes que no pensamos como ellos» y a los catalanes que «han sido víctimas de una violencia policial que ha helado el corazón a medio mundo» el 1-O.

«Perdió una oportunidad de dirigirse a todo el mundo», apostilló, «como debería hacer por el papel que le da la Constitución, que además le otorga un papel moderador que en ningún caso ha tenido y que ayer declinó». También lo acusó de no haber tenido interés en saber la opinión y la visión del govern en ningún momento del proceso soberanista, y de aceptar en cambio «un rol inadecuado que sólo busca allanar» las decisiones del Gobierno central.

De hecho, Puigdemont comenzó su discurso recordando a los heridos por las cargas policiales y a las «cientos de miles» de personas que salieron a las calles en la jornada de protesta del martes, frente a quienes «presentan las reivindicaciones catalanas como algo ilegal».

Pero tras estas críticas al jefe del Estado y al presidente del Gobierno, reiteró que tiene «siempre abierta la puerta al diálogo» y que «ni un milímetro» se desviará del camino de la paz.

También insistió en que sus llamamientos al diálogo «no han tenido una respuesta positiva» por parte del Gobierno, y remarcó que ahí hay una «grave responsabilidad» de no atender esas llamadas ni encarrilar «con la política y no con la policía» un conflicto cada día más enconado.

Parte de su discurso lo efectuó Puigdemont en castellano, para aludir a los españoles que habían manifestado su solidaridad con las víctimas de las cargas, manifestado la necesidad de un referéndum u ofrecido mediación.

Incluso, en un momento, insistió en que Cataluña quiere «contribuir al desarrollo del Estado español», aunque la última frase de su discurso, en la que aludió a que las instituciones catalanas, con su mejor cara, «tendrán que aplicar el resultado del referéndum [la declaración de independencia a las 48 horas de proclamarse de forma oficial los resultados] alejó cualquier interpretación de que la puerta, además de abierta al diálogo, estaba abierta para que se marchara la posibilidad de secesión unilateral.

RESPUESTA DEL GOBIERNO

El discurso institucional de Puigdemont fue contestado por el Gobierno de forma inmediata y fulminante. Antes de que hubiera pasado una hora, la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, acusó al presidente de la Generalitat de vivir «fuera de la ley y también de la realidad» y le espetó que la mayoría de los catalanes recibieron «como un bálsamo» el mensaje del rey, frente a «tanta incertidumbre y tanto desasosiego».

Si realmente hay puerta abierta como escenificó Puigdemont, el tono elegido por la vicepresidenta daba a entender que se la cierra en las narices y sin contemplaciones.

«Cada mensaje del señor Puigdemont es un nuevo desasosiego, una nueva intranquilidad y un viaje a ninguna parte», lamentó en un tono irritado que acentuó el encuadre elegido por la retransmisión, un primer plano de la vicepresidenta.

Sáenz de Santamaría arremetió con crudeza: «Fuera de la ley no hay democracia; fuera de la ley no hay convivencia; fuera de la ley no ha derechos, y el señor Puigdemont hace mucho tiempo que vive fuera ley, fuera de la realidad y fuera de la cordura». Y confesó que le producía «sonrojo» que Puigdemont le recordara al rey sus obligaciones constitucionales cuando, a su entender, la situación ha llegado a la situación actual precisamente «porque él ha olvidado las suyas».