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- Rajoy y el Gobierno en funciones escuchan la intervención del socialista Antonio Hernando, mientras Pedro Sánchez mira el móvil / Juan Carlos Hidalgo (Efe)
El líder del PP, Mariano Rajoy, no logró ayer la mayoría absoluta del Congreso, necesaria para ser investido presidente en primera votación y deberá esperar al sábado para superar un trámite que ya tiene asegurado. La única emoción la pondrán los diputados socialistas: ¿Se abstendrá al final alguien? ¿dejará su escaño Pedro Sánchez para no tener que hacerlo?.
En todo caso, el debate de ayer tuvo otro protagonista: Pablo Iglesias buscó hacerse un hueco como líder de la oposición, con cruce de reproches con el PP, dardos al PSOE... y diputados populares que acabaron por defender, ante los micrófonos –no en el hemiciclo– a los socialistas: la peor escenificación para un PSOE que le disputa a Unidos Podemos el liderazgo de la izquierda.
Tras su discurso de investidura del miércoles y las intervenciones de ayer de los representantes de los grupos, Rajoy cosechó 180 votos en contra de su reelección y 170 a favor, por lo que no ha llegado a los 176 requeridos.
Son las cifras exactas a las de su investidura fallida en agosto, y contó, como entonces, con el apoyo de los diputados del PP, Ciudadanos, Coalición Canaria, UPN y Foro Asturias.
En contra se expresaron los parlamentarios del PSOE, Unidos Podemos y sus confluencias, el PNV, ERC, PDECat, Compromís, EH Bildu y también Nueva Canarias.
Lo que cambiará el sábado será la abstención del PSOE, con la duda aún de cuántos de sus diputados no acatarán la disciplina de voto y si entre ellos estará su exsecretario general Pedro Sánchez.
Esa abstención socialista permitirá que el presidente en funciones, 48 horas después de la votación de ayer tal y como determina la Constitución, logre la mayoría simple necesaria: más votos a favor que en contra.
Durante la sesión de ayer, Rajoy lanzó múltiples mensajes en los que ratificó la disposición al diálogo que ya dejó patente el miércoles en su discurso y evitó críticas directas a partidos con los que pretende llegar a acuerdos durante la legislatura como el PSOE, Ciudadanos o el PNV. Como muestra de su talante negociador, anunció que, mientras se acuerda un pacto de Estado en educación, el Ejecutivo suspenderá los efectos académicos de las reválidas en ESO y Bachillerato previstas por la Lomce y no se exigirán para obtener esos títulos.
En nombre del PSOE, su portavoz, Antonio Hernando, defendió la abstención a Rajoy en segunda votación convencido de que el tiempo «dará la razón» a los socialistas al ser la única vía para evitar elecciones, pero le avisó de que no será un apoyo de legislatura ni un aval a los próximos presupuestos.
Fue el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, quien agitó el debate al reivindicar las protestas en las calles para defender las instituciones frente a los «antisistema del Parlamento» y consideró que hay más «delincuentes potenciales en el Congreso que fuera».
Si el presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, atribuyó en exclusiva a Rajoy el éxito o el fracaso de la legislatura, el portavoz de ERC, Joan Tardá, se dedicó a defender la apuesta independentista en Cataluña ante la que dijo que sólo cabe «referéndum o referéndum». Hizo la única referencia directa a Andalucía, al reivindicar una «república andaluza».
Aitor Esteban, del PNV, acusó a Rajoy de carecer de proyecto para Cataluña y para Euskadi, y, desde el grupo mixto, el diputado del PDECat Francesc Homs, le trasladó que en sus manos está mantener la confrontación o abrir el diálogo.