Las Cabezas de San Juan

200 años de Riego: ¿Levantamiento o sublevación?

Se cumplen dos siglos del pronunciamiento del general en Las Cabezas de San Juan, un pueblo que se reivindica como la cuna del sistema constitucional de la Democracia

Álvaro Romero @aromerobernal1 /
04 ene 2020 / 12:22 h - Actualizado: 04 ene 2020 / 09:41 h.
  • 200 años de Riego: ¿Levantamiento o sublevación?

¿Fue Rafael del Riego un héroe o un golpista? ¿Llevó a cabo un levantamiento o una sublevación? Ni las respuestas ni las palabras son baladíes, sobre todo para el pueblo sevillano de Las Cabezas de San Juan, que en la efeméride que se conmemora este año del 200 aniversario del pronunciamiento de aquel general que le plantó cara al último de los Borbones absolutistas tiene la oportunidad de colocar su pica en Flandes de la repercusión nacional como auténtica cuna del Constitucionalismo en este país. De hecho, hace solo cuatro días, el primer comunicado de su Ayuntamiento nada más amanecer el primero de enero fue el siguiente: “Saludamos la llegada del año 2020, el año en el que conmemoramos el Bicentenario del Pronunciamiento de Riego a favor de la Constitución de 1812 y el inicio del Trienio Liberal. Y Las Cabezas de San Juan, primera Ciudad Constitucional de España, no va a dejar pasar la oportunidad de celebrar nuestra historia, la historia de nuestro país, la de nuestras libertades, las de ayer y las de hoy”.

No es que el Consistorio cabeceño tuviera prisas, sino que fue realmente el 1 de enero de hace exactamente 200 años, al alba, cuando un general llamado Rafael del Riego, inauguró nada menos que la Historia Contemporánea de España cambiando el guion de lo que la Corona de entonces tenía previsto que hiciese: embarcar un batallón de 20.000 hombres para sofocar las revueltas de las colonias americanas, deseosas de independizarse. Otro batallón más..., porque el principal quebradero de cabeza de aquel rey, Fernando VII, estaba justamente allende el Atlántico, y eso que él mismo había vuelto a España en el tambaleante fin de la Guerra de la Independencia, pues Napoleón lo había mantenido secuestrado mientras aquí el pueblo se las arreglaba solo, o con la definitiva ayuda inglesa, y se daba una Constitución original y libertaria: la Pepa de 1812. Sin embargo, el monarca había restaurado su reinado en 1814 con la intención de seguir siendo absolutista e hizo añicos aquella Constitución recién nacida. Hubo golpes -no fue el de Riego el primero- pero todos fracasaron.

El de Rafael del Riego (Tuña, Asturias, 1784 – Madrid, 1823) fue el primero y el único que triunfó, aunque no inmediatamente, porque el rey tardó tres meses en firmar aquella Constitución, después de que una multitud rodeara el Palacio Real de Madrid y él declarara aquello, tan hipócrita, de "Marchemos francamente, y yo el primero, por la senda constitucional”. Fue así como comenzó el llamado Trienio Liberal (1820-1823), el primer período -de apenas tres años- de la historia de este país que fue regido por una Constitución, y no gracias a un partido político exactamente, sino gracias a un militar. Pero todo empezó en Las Cabezas de San Juan, a cuyo balcón consistorial se subió Riego para gritar aquello de “Las luces de Europa no permiten ya, señor, que las naciones sean gobernadas como posesiones absolutas de los reyes. Resucitar la Constitución de España, he aquí su objeto: decidir que es la Nación legítimamente representada quien tiene solo el derecho de darse leyes a sí misma”. Toda una innovación, que no era exactamente suya, sino de La Pepa.

El caso es que aquella modernidad se dijo por primera vez en Las Cabezas de San Juan, y de ahí las declaraciones de su alcalde, Francisco José Toajas (PSOE), a este respecto: “No nos vamos a conformar con celebrar solo un día, ni con celebrarlo solo en Las Cabezas. Estamos comprometidos hasta las últimas consecuencias con este acontecimiento y vamos a implicar a todas las instituciones democráticas del Estado”.

Riego no dio un golpe para colocarse

En este bicentenario de aquel pronunciamiento de Riego no se habla ya de “Levantamiento”, como rezaba en las trece ediciones anteriores de su recreación, que se ha venido celebrando cada primavera en Las Cabezas en los últimos años -aunque también se celebró durante la II República-, sino que se ha sustituido la palabra por “Pronunciamiento”. Ha influido en el cambio léxico una conferencia que dio hace un lustro allí, en el pueblo, un doctor en Ciencias Políticas, a la sazón coronel de Infantería de Marina jubilado, Gonzalo Parente Rodríguez, autor de Apuntes biográficos del general Rafael del Riego. “Aquel año [2014]”, refiere el alcalde, “nos llamó este señor que habíamos traído para la conferencia porque vio un cómic que habían hecho los niños del colegio que se titulaba, como acostumbrábamos, Recreación del Levantamiento”. Parente, en la misma línea que el exvicepresidente del Gobierno Alfonso Guerra, discutió que lo de Riego fuera un levantamiento, porque, según ambos, no lo fue, sino una sublevación, que es algo muy distinto. El matiz no solo tiene que ver con la connotación de las palabras, sino con el cabal fondo de ellas, porque un levantamiento suena a golpe, no en el sentido que nos ocupa -con el refrán de Quien roba a un ladrón tiene cien años de perdón de fondo-, sino en el de moderno golpe de Estado. Y lo de Riego no fue un golpe de Estado en toda regla porque su intención no era quitar a un rey para colocarse él o colocar al Ejército al mando, sino poner al mando de todo a la Constitución de 1812.

Con la vicepresidenta Carmen Calvo al frente

La intención, en esta extraordinaria efeméride, es traer de nuevo a Parente para que abunde en la cuestión diferenciadora. No en vano, hay voces más críticas con la figura de Riego, como la del catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Sevilla Manuel Moreno Alonso, que ha declarado hace solo unos días al diario El País que “Riego encontró un pretexto excelente” y que “lo que nunca se ha puesto de relieve es que la causa clave es que no quería ir a América”. Frente a esta visión, la de Parente, o la del propio Alfonso Guerra, es que Riego se subleva -no se levanta ni golpea- para reclamar la Constitución liberal de 1812, el único precedente liberal que ha tenido España antes de la Carta Magna de 1978.

Esta lectura convierte a Riego, definitivamente, en un héroe nacional. “Tenemos la obligación de rehabilitar la memoria del Héroe de Las Cabezas, de conseguir que se valore como merece la figura del general Rafael del Riego”, ha señalado Toajas. “Es de justicia transmitir a la sociedad actual que pocos como él hicieron tanto por el constitucionalismo y las libertades, con un gran sacrificio personal, ya que su compromiso y su sentido del deber le llevaron a un final de sufrimiento y a la pena del olvido”, ha añadido, orgulloso, en todo caso, de que “las asociaciones estén trabajando ya extraordinariamente y por su cuenta en torno a Riego”, o de que los dos institutos del pueblo, el IES Ciudad de Las Cabezas y el IES Delgado Brackenbury, hayan asumido este curso la causa como propia. El primero ha colocado un azulejo conmemorativo en una de sus fachadas.

200 años de Riego: ¿Levantamiento o sublevación?

La palanca más decisiva para este bicentenario será conseguir que la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, acepte presidir la Comisión extraordinaria para la celebración del Pronunciamiento de Riego. Todo parece indicar que así será, pues el alcalde ya se lo ha trasladado en persona, “y solo falta una aceptación oficial”. “Ella está por la causa y está convencida de su importancia”, ha adelantado el regidor cabeceño, que ha recordado que el compromiso con Riego “no debe ser una cosa doméstica, sino a nivel nacional”. Porque en Cádiz se había aprobado La Pepa, es decir, la semilla de la libertad nacional, pero aquel pueblecito de la marisma sevillana fue mencionado en las Cortes del Estado el 21 de junio de 1822 para que se erigiese en él un merecido monumento a Riego. El busto del general no pudo colocarse porque los Cien Mil Hijos de San Luis fueron más veloces en su auxilio al monarca español, pero al menos Las Cabezas de San Juan sí consiguió por decreto el título de ciudad, que mantiene hoy, y su nombre quedó grabado junto al de Riego para siempre como el lugar y el héroe en que comenzó el final del Absolutismo español.

En deuda con un monumento

El Ayuntamiento cabeceño ha intentado históricamente la colocación de este monumento en homenaje a Riego, siempre infructuosamente: en 1869, tras la revolución que puso fin al reinado de Isabel II; en 1988, cuando el hermanamiento con el pueblo natal de Riego, Tuña, y al menos se colocó uno con repercusión doméstica en la Plaza de los Mártires; en 1997, cuando una sesión extraordinaria del pleno lo solicitó al Congreso de los Diputados; en 2002, cuando se llegaron a iniciar incluso los trámites para presupuestarlo; en 2017, cuando se cumplió un siglo de la primera vez que tuvo lugar la recreación que ya es costumbre en Las Cabezas. “Pero en este bicentenario tenemos ya la oportunidad definitiva”, sostiene Toajas. “Nuestra ciudad debe cumplir con la historia, y tenemos que ser parte de este gran acontecimiento, que traspasará las fronteras de Las Cabezas y llegará a todos los españoles”, insiste el alcalde.

Su vida por una causa

El gesto de Riego, que no se quedó en gesto, sino que cambió realmente el devenir del país, aunque fuera brevemente, no le fue recompensando, sino que en menos de tres años terminó abandonado por todos, guillotinado por orden del repuesto Fernando VII en la Plaza de la Cebada de Madrid el 7 de noviembre de 1823 y luego descuartizado para escarnio público e histórico. “No está nuestra historia contemporánea tan llena de personajes que hayan dado su vida por defender los valores democráticos constitucionales como para dejar pasar un aniversario redondo, 200 años, sin recordar al general Riego”, ha dicho recientemente Alfonso Guerra. En efecto, hubo que esperar a la Constitución de 1978 para asistir a la extrañeza histórica en nuestro país de que un Ejército asumiera el rol que le impusiera la Constitución, defendida por un rey, actualmente dos, ambos, por cierto, herederos directos de aquel Fernando VII apodado El felón. Como para no considerar a Las Cabezas de San Juan una palanca histórica de este país.