Adiós a Pere Casaldáliga, el obispo que se atrevió a cambiar el Padrenuestro

El religioso catalán, vinculado a la Teología de la Liberación en la Amazonia, ha muerto allí a los 92 años, a consecuencia de problemas respiratorios agravados por el párkinson

Álvaro Romero @aromerobernal1 /
08 ago 2020 / 17:46 h - Actualizado: 08 ago 2020 / 17:49 h.
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  • Twitter: @Casaldaliga1
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Acaba de morir el último valiente que creyó a pies juntillas en la revolución que predicaba el Concilio Vaticano II. Pere Casaldáliga (Balsareny, Barcelona, 1928) fue popularmente conocido como El obispo de los pobres y llegó a ser candidato al Nobel de la Paz, pero empezó desde abajo, desde su época de claretiano, antes de llegar a Brasil el revolucionario año de 1968. Después de una vida dedicada a los más desfavorecidos en la brasileña región de Araguaia, acaba de fallecer a sus 92 años en un hospital de Sao Paulo, a consecuencia de problemas respiratorios agravados por el párkinson que sufría, según las asociaciones Araguaia y ANSA, que divulgan las causas de quien fuera obispo emérito. Ha dejado un lema para la historia, “Sin justicia, no habrá paz”, pero también mucho más: una historia bajo ese lema.

Casaldáliga arribó a Brasil en 1968, y solo tres años después fue nombrado obispo de Sao Felix de Araguaia, donde defendió desde el principio a los campesinos sin tierras y a los indígenas, a quienes les quemaban la selva para extender el monocultivo. Junto a sus otros compañeros misioneros, se dedicaron a luchar contra la malaria, la deshidratación y la desnutrición de aquella población en la que enterrar a niños era el pan de cada día. Casaldáliga abrió escuelas y montó ambulatorios, al tiempo que denunciaba la explotación y los abusos de los terratenientes, lo que le valió no solo las lógicas amenazas de latifundistas e incluso de la policía, sino la incomprensión por parte del papa Juan Pablo II. De hecho, parte de la propia Iglesia Católica lo tachó de subversivo o incluso “comunista”. Llegó a presenciar el asesinato de un compañero al que confundieron con él, y en 2004 se salvó por muy poco de un tiroteo.

Partidario de un nuevo concilio

Casaldáliga se ganó la simpatía de los indígenas y hasta de buena parte de los católicos, partidarios de una necesaria revolución desde la sencillez. Él mismo llegó a pedir un nuevo concilio que actualizara las posiciones de la Iglesia sobre cuestiones latentes en el mundo global como el capital y el trabajo, el hambre, las armas, el consumismo o la juventud. Al cumplir los 75 años, como marcan las normas, renunció a su Obispado, pero se quedó en la Amazonia, viviendo como siempre lo había hecho: junto a los pobres y marginados y en una pequeña casa que compartía con otros curas.

El obispo poeta

Al margen de su labor humanitaria y de sus libros doctrinales, Casaldáliga se convirtió en poeta y llegó a publicar una docena de poemarios de un marcado sentido social. Antológico es su particular oración del Padrenuestro:

Hermanos nuestros,
que estáis en el Primer Mundo:
para que su Nombre no sea blasfemado;
para que venga su Reino a nosotros
y se haga su Voluntad
no sólo en el cielo
sino también en la tierra,

respetad nuestro pan de cada día,
renunciando vosotros a la explotación diaria;

no os empeñéis en cobrarnos
la deuda que no hicimos
y que os vienen pagando
nuestros niños, nuestros hambrientos,
nuestros muertos;

no caigáis más en la tentación
del lucro, del racismo, de la guerra;
nosotros miraremos de no caer
en la tentación del odio o de la sumisión.

Y librémonos, unos y otros, de cualquier mal.
Sólo así podremos rezar juntos
la oración de familia
que el hermano Jesús nos enseñó:
Padre nuestro, madre nuestra,
que estás en el cielo y en la tierra
”.

El funeral, abierto al público, se celebrará mañana en Batatis, un municipio del interior de San Paulo. También podrá seguirse a través de las redes sociales. Tras la misa, su cuerpo se trasladará al Santuario de los Mártires en Ribeirão Cascalheira, donde su cuerpo será velado a partir del lunes. Finalmente será enterrado en en São Félix do Araguaia.