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Cientos de carmoneros acompañaron al simpecado de Carmona durante su camino por las calles de la localidad. / E.G.
Llegó el día. Marcado en rojo del rociero carmonense. Domingo, 28 de mayo. Comienza otro caminar, otro peregrinar, otro momento de compartir momentos únicos, porque como dicen los rocieros de cordones renegridos y polvo en los botos «no hay un Rocío igual».
Eran las 8.30 de la mañana cuando el primer cohete tronaba sobre el cielo encapotado de la ciudad para avisar que, media hora más tarde, comenzaba la misa del Envío, la que derrama espiritualidad a los dos centenares de carmonenses que acompañarán al simpecado grana de Carmona en su largo y precioso peregrinar.
A las 9, ya no se cabía en la iglesia del Salvador. El padre Jose Ignacio Arias, párroco de Santa María, a la que pertenece la filial encabezada por Fernando de Dios, presidía una bonita eucaristía en la que remarcaba en su homilía el valor que tiene el camino, haciendo un metafórico paralelismo con el evangelio de este domingo –día de la Ascensión– en el que se hablaba que era el momento de los discípulos, de los seguidores de Cristo, que tienen que llevar el Evangelio allí donde Jesús no pudo ir: a todo el mundo.
Tras la función, el casi medio millar de carmonenses que arropó en su inicio hacia la aldea almonteña a la hermandad entre cantes y sevillanas, aguardaron a la colocación del simpecado en la carreta de cerámica, una de las de más bella factura de cuantas peregrinan a las marismas, bajo la dirección del alcalde de carretas, Jesús López, y la atenta mirada de Fernando de Dios.
Sobrepasado ya el mediodía, y tras la visita anteriormente a la patrona de la ciudad, la Virgen de Gracia; pasar por las puertas de la iglesia de San Bartolomé; sobrepasar el arco de la Puerta de Sevilla, en el que llovieron pétalos y olés; la presentación en la iglesia de San Pedro y el saludo en la casa-cuartel de la Guardia Civil, se llegó a San Antón, última ermita y parroquia de la ciudad antes de adentrarse en las arenas alcoreñas camino de Alcaudete.
El discurrir de Carmona contará este año con 17 carriolas y seis carros; un centenar de caballistas durante el día de ayer; doscientos peregrinos que aumentarán a partir del fin de semana y la presencia toda la semana de fray Antonio, capellán que hace el camino con Carmona.
En cuanto a los sesteos y pernoctas, la hermandad realizó su jornada dominical completa en Alcaudete, linde entre El Viso y Carmona; hoy lunes sesteará en Gandul tras visitar el hogar de San Juan de Dios de Alcalá de Guadaíra, que emociona a tantos romeros, y pernoctarán bajo el puente del Dragón en tierras panaderas. El sesteo de mañana será en el Cortijo del Cuarto y pernoctarán en Coria tras cruzar en la barcaza el río Guadalquivir; el miércoles la hermandad descansará a medio camino en la finca de Puebla la Resina, propiedad de un hermano carmonense y haciendo noche en la dehesa Tornero; el jueves se cruzará el vado del Quema a las 11:45 horas y se almorzará en El Chaparral antes de la presentación en Villamanrique de la Condesa sobre las 17 horas y haciendo noche en Pozo Máquina. Por último, el viernes se cruzará el Ajolí en torno a las 18 horas y la presentación ante la Blanca Paloma será sobre las 21 horas.
La hermandad de Carmona tendrá que afrontar un camino marcado los primeros días por un calor llevadero, siendo más intenso a partir del miércoles, si bien, como decían muchos romeros a las puertas del Salvador en la mañana de ayer, «mejor estos nublados o algo de calor que la lluvia que nos cayó el año pasado» y que hizo del camino uno de los más duros que se recuerdan en los últimos años.