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Entrevista

«Es iluso que los políticos le pidan a los jóvenes residir en la sierra si no tienen buena cobertura de internet»

Marta Cornello. Ganadera y Presidenta de la Asociación Somos Sierra Norte. Encabeza la reacción cívica de habitantes de los 10 pueblos sevillanos cuyo territorio está valorado como Reserva de la Biosfera para defender juntos la sostenibilidad medioambiental de las dehesas y la mejora de las condiciones de vida que eviten la despoblación

Juan Luis Pavón juanluispavon1 /
30 jun 2021 / 10:00 h - Actualizado: 30 jun 2021 / 11:14 h.
"Cambio climático","Entrevista","UNESCO","Comisión Europea","Sostenibilidad","Contaminación","Verano","Despoblación"
  • Marta Cornello, ganadera, tiene 200 ovejas merinas puras y 85 cerdos ibéricos de bellota. / El Correo
    Marta Cornello, ganadera, tiene 200 ovejas merinas puras y 85 cerdos ibéricos de bellota. / El Correo

“Ya nos conocen bien en todos los pueblos de la comarca. Y notamos cómo a los mayores les generamos esperanza y alegría. Nos dicen: '¡Qué bien que estáis vosotros, que sois más jóvenes, para defender a nuestra tierra, y que se nos escuche!'. Como ya ha sucedido en el Parlamento andaluz”. Marta Cornello Pérez-Calderón, 40 años, ganadera, vecina de Cazalla de la Sierra, preside la Asociación Somos Sierra Norte, fundada por personas como ella y que engloba a residentes en los diez municipios de la comarca: Alanís, Almadén de la Plata, Cazalla de la Sierra, Constantina, El Pedroso, El Real de la Jara, Guadalcanal, Las Navas de la Concepción, La Puebla de los Infantes y San Nicolás del Puerto. Territorio que tiene la consideración de Parque Natural, que está incluido en la Red de Geoparques Europeos, que forma parte de la Reserva de la Biosfera Las Dehesas de Sierra Morena aprobada por la Unesco. Pero en el que las condiciones de vida cotidiana y de viabilidad socioeconómica están lastradas por muchas carencias en equipamientos y recursos que dificultan la continuidad de la población juvenil cuando llega a la edad adulta. Y su defensa de las dehesas es también la defensa de quienes habitan ese ecosistema tan valioso.

¿Cuáles son sus raíces?

Mi padre siempre ha sido ganadero, continúa en activo. Mi madre ha tenido como profesión ser ama de casa para criar a cuatro hijos, soy la tercera de los cuatro hermanos, y la única que se dedica profesionalmente al campo. Desde mi infancia he vivido en Cazalla de la Sierra, donde ahora resido con mi marido y mis dos hijas. Estudié en el Colegio Virgen del Monte y en el Instituto de Secundaria El Carmen. Hice la carrera de Magisterio en Sevilla porque tenía vocación por enseñar. Residí nueve años en Sevilla pero volvía mucho a Cazalla, trabajé en guarderías y en el colegio, sobre todo para cubrir vacantes y vacaciones. Y a la vez empecé a ayudar a mi padre en su ganadería, en los trámites burocráticos y cuidando a los borregos. Me gustan mucho las ovejas.

En la disyuntiva de elegir entre trabajar en las aulas o en el campo, ¿cuál fue la clave para decantarse?

El campo, la sierra, la ganadería, me llenan más. En la enseñanza yo trabajaba de modo discontinuo, me llamaban para estar durante unos meses. Y cuando surgió una oferta de mayor duración, ya tuve que decidir cuál iba a ser mi camino profesional. Soy muy echada para adelante, y elegí el campo. Y no solo ayudar a mi padre en su empresa, sino sobre todo crear la mía propia, tener mi finca, mi ganado.

¿Qué ganado tiene?

Tengo 200 ovejas merinas puras y otras 20 ovejas que son cruzadas. Y 85 cerdos ibéricos de bellota. Nuestra finca tiene 70 hectáreas, de las cuales algo más de 5 están dedicadas a olivar, lo hay de manzanilla, de gordal, de pico limón,... Todo el trabajo lo hacemos mi marido y yo, salvo algunos momentos puntuales, como la poda del olivar o el clareo del campo, en los que incorporamos trabajadores a esas tareas. Las ovejas sirven sobre todo para mantener bien el campo, y el beneficio se obtiene más con el cerdo. Estamos impulsando dedicarnos en oveja a la raza autóctona, con una línea genética buena. Las compré de borregas y venderemos ejemplares para reposición.

¿Cómo pueden ser sostenibles empresas ganaderas como la suya?

En primer lugar, teniendo claro que solo la diferenciación en calidad puede salvarnos. Porque los grandes productores y distribuidores imponen unas condiciones contra las que no es posible competir. Y también hemos de lograr que los consumidores tengan referencias fidedignas y oficiales que nos diferencien. Porque las grandes marcas que más venden en los supermercados, por ejemplo jamón, juegan a la ambigüedad con el significado de algunas palabras que utilizan en sus envasados para llamar la atención, y hacen creer que es un cerdo de un origen y de una calidad que no es tal.

Concrételo.

La norma de calidad del cerdo ibérico ha sido tergiversada para hacer ver en muchos casos que se vende cerdo de dehesa cuando en realidad no lo es. Solo se debería llamar ibérico al que está en la dehesa. Hay cerdo ibérico puro al 100%, como los míos. Lo hay de cruce al 75% y al 50%. Se ha logrado que eso figure en las bridas, que son las etiquetas que han de llevar los jamones en la pata. Pero algunas empresas le añaden expresiones como 'jamón tradicional', que permite ambigüedad. O 'cebo campo', y se le puede llamar así a cerdos de explotaciones intensivas.

¿Cómo ha influido la crisis covid y el confinamiento a la hora de sacar jamones al mercado?

Las grandes compañías cárnicas llegaron a comarcas como la nuestra metiendo miedo sobre las dificultades del momento. Y han comprado cerdo ibérico puro a 26 euros la arroba cuando otros años se vendía a 36. Y algunos le ponen 'Denominación de Origen Guijuelo'. Yo me he negado a venderlos para que le pongan esa etiqueta. Lo que necesitamos en la Sierra Norte de Sevilla es una denominación de origen propia. Porque podemos alcanzar la máxima calidad, al igual que en la Sierra de Huelva, donde la tienen con el nombre Jabugo.

¿De qué manera comercializa usted su producción?

A través de la cooperativa Corsevilla, a quien se la entrego. Además, te asesoran. Al aunar a muchos productores, tiene más fuerza de negociación para vender y obtener mejor precio.

¿Qué encendió la mecha para constituir la Asociación Somos Sierra Norte?

En 2015, y surgió por la indignación de sufrir tantos problemas que no padecen quienes están en las ciudades. La Administración Pública habla de que los jóvenes tienen que continuar viviendo en los pueblos pero la gente comprueba que son mensajes solo de boquilla y se siente abandonada. En diversos pueblos empezamos a reunirnos, personas dedicadas a la ganadería, al turismo, etc., y la coincidencia era muy grande; padecemos procesos burocráticos lentísimos, la rentabilidad de la actividad ganadera o agrícola en la sierra es baja, es preocupante el deterioro medioambiental por el cambio climático, la despoblación es un hecho. Y decidimos que no bastaba quejarse sino pasar a la acción. Desde el principio ha habido buena aceptación porque en cada pueblo hemos hecho ver que se trata de unirnos todos y desde los diez pueblos de la comarca Parque Natural Sierra Norte de Sevilla. No solo para reivindicar. También para confraternizar, para socializar, para colaborar.

¿Cómo influye vivir en una zona donde la cobertura de internet es peor que en las áreas metropolitanas?

Es uno de los factores que más condiciona la decisión de abandonar los pueblos. Es iluso pedirle a los jóvenes que permanezcan viviendo en la sierra si los pueblos no tienen una cobertura de internet equiparable a la de la ciudad. Porque la gente siente que la están echando de los pueblos. Porque las incidencias en el suministro eléctrico, basado en instalaciones muy antiguas, y en la cobertura de internet por falta de equipamiento, afectan a los centros educativos, a los centros de salud, a las empresas, a los hogares,... Por eso también es difícil cubrir las plazas para maestros o para médicos. Porque nadie quiere trasladarse a residir en un lugar donde los servicios básicos no son iguales que en las ciudades. Y eso no se remedia con rapidez porque no somos rentables electoralmente. La comarca suma solo 30.000 habitantes entre los 10 pueblos. Más de un político me ha confesado en privado que la inercia es preocuparse más por los territorios con más población. Pero, con la pandemia, ahora en las ciudades se valora en mayor medida que los pueblos en parajes naturales son fuente de salud. Son un pulmón imprescindible. Por lo tanto, somos rentables a largo plazo.

¿De qué modo coloquial ejemplifican muchos vecinos el malestar por ese agravio?

Muchas personas se sienten inseguras. Quieren no sentirse aisladas. Que no les va a faltar un pediatra para sus hijos. Que si te da un infarto no te vas a morir en casa por falta de servicios de emergencia. Que si tienes un negocio no te vas a quedar bloqueado para trámites o para ventas porque falla internet.

A pie de campo, en la sierra, ¿cómo se percibe el deterioro medioambiental?

El ecosistema está roto. Tenemos temperaturas excesivamente altas, menos agua, y la amenaza de la enfermedad de la seca que es letal para encinas y alcornoques. Cuando ves imágenes tomadas por satélite, da miedo ver la regresión. Ganaderos como nosotros trabajamos mucho para mantener los servicios ecosistémicos y la biodiversidad en nuestras fincas. Por ejemplo, el agua que está bebiendo la fauna salvaje en verano, y con esta sequía, es la que ponemos diseminada en bebederos, pilares, albercas, etc. Además, tenemos muy presente que unas zonas de la dehesa estén más clareadas para que algunos animales entren a buscar comida. Que en otras haya más matorral, en otras más piedras, en otras más jaras, abulagas, etc. He notado cómo nuestra finca, con nuestros cuidados, es cada vez más una explosión de vida, y hay muchos más pájaros, y muchos pequeños animales se sienten más protegidos. Porque se nota en el conjunto de la sierra que hay superpoblación de depredadores, sobre todo meloncillos y jabalíes. Faltan conejos.

¿Qué le hace ver a quien conoce la dehesa como excursionista o turista?

Mantener bien cualquier hectárea de dehesa cuesta mucho. Y si no nos pagan por nuestros productos lo que merecen por su calidad, y por eso no alcanzamos el nivel de rentabilidad que necesitamos para conservar bien esta biodiversidad, pues necesitamos las ayudas. Porque las sierras estarán bien para disfrutarlas, también por parte de quienes viven en las ciudades, si mantienen población que las cuide. Seamos todos conscientes de lo que está pasando en el planeta y entendamos cuáles son las prioridades. No podemos conformarnos con descubrir que tenemos un problema. Veo lo que está pasando y no puedo quedarme cruzada de brazos. Hay que pasar a la acción.

¿Cómo aprovechan en su asociación las redes sociales?

Tenemos varios grupos en WhatsApp. Uno es el general, en el que participan 200 personas de toda la comarca. Otro está dedicado a la actividad del cerdo ibérico, otro al turismo, otro es como un 'cambalache' para compartir avisos del tipo 'vendo esto', 'conocéis si alguien tiene aquello', etc. Además, Facebook es la red donde tenemos más seguidores, algunas publicaciones alcanzan más de mil visitas.

¿Qué actividades gustan más?

El Día de la Dehesa, lo celebramos cada año el 14 de noviembre, incluye una jornada de ponencias y mesas redondas de carácter profesional sobre temas importantes para las actividades económicas en la dehesa, y un almuerzo con productos de la zona. También ha gustado mucho la Marcha Solidaria, a través de una carrera de relevos que conecta a todos los pueblos. El testigo que se lleva en la mano es un bornizo, el primer corcho del alcornoque, y dentro lleva un manifiesto que se lee en todos los pueblos para realzar los valores de la sierra, para despertar en los jóvenes y niños el orgullo serrano. Cada participante hace un kilómetro, y es muy bonito el momento en el que se están aproximando a un pueblo y ven cómo la gente les está esperando para verles y para coger el testigo.

En Cazalla de la Sierra, su pueblo, destaca cómo la empresa Yumiko es capaz de diseñar, fabricar y vender ropa para bailarines a cualquier lugar del mundo.

Eso es lo que queremos impulsar entre los jóvenes. Que puedes hacer cualquier tipo de actividad desde un pueblo de sierra. Por eso es aún más importante garantizar una buena cobertura de internet.

En la Andalucía de las serranías, como repobladores hay extranjeros que suelen tener mucha capacidad de iniciativa e implicación. ¿También los hay en la Sierra Norte de Sevilla?

Sí, y voy a poner un ejemplo. Sarah Dennie, holandesa, y Simon Evitts, británico. Ella, economista. Él, biólogo. En 2014 visitaron por vez primera esta comarca y tanto les gustó como lugar para vivir que decidieron dejar sus trabajos y emigraron con sus dos hijos pequeños. Llevan muchos años luchando para rehabilitar en San Nicolás del Puerto la antigua central hidroeléctrica, El Martinete, y convertirla en la Casa y Fábrica de Luz, con producción ecológica, con centro de educación ambiental. Han reformado un lugar abandonado y no tiran la toalla pese a la cantidad de trabas y demoras burocráticas que están sufriendo. Nosotros les apoyamos, ¡si es lo que necesitamos, personas que se comprometen con la zona para enriquecerla!

¿Han percibido algún intento, con fines partidistas, de instrumentalizar la asociación para utilizarla como ariete o para adormecerla?

Cuando comenzamos, hubo algún impedimento porque hay personas a las que no les gusta que la población tenga voz propia. Nunca hemos tenido intención de constituirnos como candidatura política. La mayoría de la gente ha entendido que es posible defender el interés general, y con propuestas constructivas. O todos remamos en la misma dirección o no llegamos a ningún sitio. No somos enemigos. Si tenemos que protestar, lo hacemos. Y cuanto mayor sea el respaldo social, más se tendrá en cuenta nuestra petición y nuestra queja. También hemos de evitar quedar solapados por algunos pensadores o ecologistas 'urbanitas' cuyos planteamientos son muy erróneos porque su concepción del hábitat rural tiene muchas carencias, les falta tener los pies en el suelo.

¿En qué medida les perjudica que en la opinión pública española y andaluza se identifique mucho el escándalo de corrupción de los EREs con la Sierra Norte de Sevilla?

Nos ha dolido mucho. Hubo corrupción, y también ha causado mala publicidad. Pero aquello es pasado. Lo que reste por juzgarse, que la Justicia haga su trabajo. La Sierra Norte es otra cosa, somos muchísimos más quienes nada tenemos que ver con ese pasado.

¿La reforma de la Política Agraria Común (PAC) dirigida desde Bruselas por la Comisión Europea va a resolver los problemas endémicos que sufren ustedes?

Por vez primera puede ser muy positiva para la agricultura y ganadería en comarcas españolas de serranía, donde lo que impera son pequeñas empresas, casi todas familiares. Porque en otros países europeos sí llevan muchos años aplicando bien los criterios de la PAC para hacer rentable la actividad en sus pequeños pueblos, mientras que en España ha sido un cachondeo y ha tenido que venir la Comisión Europea amenazando con sanciones si no se reparten mejor los fondos para atender equitativamente la realidad de sectores como el nuestro. Porque es una tremenda injusticia que en la dehesa se cobre solo entre 40 y 60 euros por hectárea como ayuda a la conservación, mientras que en las grandes fincas de las comarcas de campiña y llanura perciben casi 2.000 euros por hectárea.

¿Cuándo comenzarán a notar ese cambio de orientación?

Debería ser a partir de 2023, pero no hay certeza plena. Porque, por ejemplo, veo muy difícil que España se ponga al día con rapidez para que en todo el país se aplique un solo modelo de asignación de derechos de pago básico. Porque no se ha cumplido lo que señalaban los reglamentos europeos y España a estos efectos está subdividida en 50 regiones. Eso ha ahondado el desequilibrio territorial y medioambiental.

Explíquelo.

El modelo industrializado de producción en agricultura y ganadería es insostenible desde el punto de vista medioambiental. Por ejemplo, el uso excesivo de pesticidas o la contaminación de aguas. Los nuevos criterios europeos tienen más en cuenta los beneficios directos e indirectos que aportan a la sostenibilidad medioambiental modelos como el de la ganadería extensiva para el buen estado de los montes y las dehesas. Y las grandes organizaciones agrarias españolas están criticando la reforma de la PAC, diciendo que se va a percibir menos dinero, y lanzan mensajes apocalípticos augurando que Andalucía se va a hundir, lo que no dicen es que todas las serranías andaluzas van a salir beneficiadas. No dicen que el que recibe mucho va a percibir menos, a cambio de que muchos pequeños como nosotros van a cobrar más. Quien está acostumbrado a cobrar más que nadie no quiere reducción. Y no se va a arruinar porque eso no va a ocurrir de golpe, la Comisión Europea ha establecido un periodo de transición para que reduzcan su impacto en el medioambiente y se vayan adaptando a los objetivos que se les piden. Que son imprescindibles para contribuir entre todos a la salud del planeta y al bienestar de las próximas generaciones.