Más allá de tópicos

El mundo del vino ha dejado de ser exclusivo de los hombres. Ahora muchas mujeres dedican su vida a los caldos e incluso hay asociaciones que con su comercialización ayudan a víctimas de violencia de género

18 nov 2016 / 14:27 h - Actualizado: 20 nov 2016 / 07:56 h.
"Gastronomía","Violencia de género","Vinos","Los viñedos de Sevilla"
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Hasta hace muy pocos años si se hablaba de enología se pensaba en un mundo exclusivamente masculino, una visión que está más que anticuada. En la actualidad hay muchas mujeres que se dedican en cuerpo y alma al mundo del vino en sus diferentes variantes, donde además destacan con nota muy alta. Un ejemplo de ello es Pilar Pérez, sumiller del único restaurante de Sevilla con una estrella Michelín Abantal, que en la feria Sevilla Tapas Week ha ganado el concurso de Mejor Sommelier Sevilla 2016 Bodegas Valdubón.

Mamen Monge es otra sevillana que desde hace años está muy vinculada al sector. Estudió hostelería en la escuela de Mairena del Aljarafe. Cuando terminó el ciclo quiso seguir ampliando su formación con la realización de numerosos cursos relacionados con la restauración, entre ellos uno de sumiller de la Junta de Andalucía. Ha trabajado en varios restaurantes y empresas y ahora presta sus servicios en el hotel de cinco estrellas Palacio de Villapanés, ubicado en la calle Santiago, como directora de alimentos y bebidas. Uno de sus cometidos es elaborar la carta de vinos del restaurante y mantener el contacto con las bodegas.

Esta joven admite que hace 10 años era poco habitual que una mujer estudiase sumillería, «pero ahora está cambiando». De todos modos, asegura que ella nunca se ha sentido discriminada ni ha notado que nadie le haya mirado mal: «En alguna ocasión sí he detectado caras de asombro, pero siempre en positivo».

En esta profesión, insiste, lo que importa son los conocimientos, «que es lo que se valora. El hecho de trabajar en sala y entender de vinos de verdad te abre puertas».

Respecto a la relación de Sevilla con el mundo del vino dice que queda camino por andar, porque el cargo de encargado de bodega no está muy reconocido como en otras ciudades de España o Francia: «Aquí el trabajo de sumiller se reparte entre el personal de sala». Pero, a pesar de estas carencias, indica que se está progresando. «Hace seis años, cuando regresé a Sevilla, noté una evolución positiva. Los gastrobares, al frente de los cuales hay personas formadas en hostelería, han hecho que se valore mucho más la cultura del vino», recalca.

Otro caso es el de la bodeguera Elena Viguera, una filóloga y profesora de Lengua y Literatura, que decidió, junto a su marido, Julián Navarro, montar una granja-escuela en una finca entre Espartinas y Sanlúcar la Mayor. Comenzaron a elaborar vino para casa, una actividad que ampliaron cuando conocieron que en la Sierra Norte antiguamente se había producido tinto, una tradición que quisieron recuperar. En 1998 fundaron en Cazalla de la Sierra su bodega Colonias de Galeón. En 2002 sacaron su primera añada. En este tiempo han acumulado numerosos galardones, «entre ellos el de una cata a ciegas en Logroño, donde ganamos un premio oro por nuestro vino de crianza Colonias de Galeón Roble 2008».

Al margen de estos reconocimientos por sus buenos caldos, tanto tintos como blancos, la Consejería de Agricultura le otorgó a esta bodeguera un premio en la categoría iniciativa de mujeres por llevar más de 25 años dedicándose a la agricultura ecológica, primero con su granja escuela Cuna y luego por su bodega pionera en Andalucía en la elaboración de sus vinos a partir de maceración carbónica.

Por este buen trabajo su bodega ha pasado de producir 1.000 botellas a las más de 50.000 de la actualidad, a lo que se añade que sus caldos se exportan a Alemania, Francia, Reino Unido y California.

Un caso de superación es el de Antonia Ávalos, que está al frente del colectivo Mujeres Supervivientes de Violencia de Género. Su proyecto de emprendedoras Le vine Violette fue seleccionado por la ONG Acción contra el Hambre, que les ayudó a hacer su plan de negocios. La iniciativa de comercializar vino, explica Ávalos, nació para ayudar a mujeres maltratadas. El año pasado pudieron atender a 800 víctimas gracias a Le vin violette rubí (tinto tempranillo ecológico), Le vin violette atrevida (blanco afrutado ecológico) y Le vin violette ámbar (Pedro Ximénez ecológico), cuyo precio oscila entre los 8 euros por botella del tinto y el blanco a los 10 euros del Pedro Ximénez. Ávalos recalca el apoyo que está teniendo su asociación de Bodegas Robles (Córdoba), «que nos ha introducido en este mundo, gracias a sus vinos, que son excelentes».

Esta superviviente está encantada con los buenos resultados que está obteniendo su proyecto cuyo lema es «traigo en mis venas el rojo vivo de mi rebeldía». Para colaborar con este colectivo los vinos se pueden adquirir en la página web www.mujeressupervivientes.org.