Un tomate con denominación de origen

Cultivo. Las tres cooperativas palaciegas dedicadas al ‘bombón colorao’ doblan la producción en los últimos años, hasta los 12 millones. Los agricultores tienen que afrontar esta campaña la virulencia de la tuta absoluta

07 jun 2017 / 17:13 h - Actualizado: 07 jun 2017 / 07:49 h.
"Agroalimentación","Cooperativas","Tomate, joya culinaria"
  • Interior de las nuevas instalaciones de la cooperativa Parque Norte, una de las tres sociedades que producen el afamado ‘bombón colorao’. / Cooperativa Parque Norte
    Interior de las nuevas instalaciones de la cooperativa Parque Norte, una de las tres sociedades que producen el afamado ‘bombón colorao’. / Cooperativa Parque Norte
  • Mata de tomate de uno de los invernaderos que cultivan este manjar. / Cooperativa Parque Norte
    Mata de tomate de uno de los invernaderos que cultivan este manjar. / Cooperativa Parque Norte

Aunque Almería es el principal productor de tomate de Andalucía, hay un municipio en el Bajo Guadalquivir sevillano en el que este cultivo destaca por la calidad del producto y por su impacto en una economía local muy afectada por la crisis económica. Un lugar, Los Palacios y Villafranca, donde el tomate fresco tiene nombre propio: el bombón colorao.

Un producto que la cooperativa Las Nieves, la cooperativa Parque Norte y la Sociedad Agrícola de Transformación Frupal han elevado de categoría gracias a la colaboración del Ayuntamiento palaciego, con la que hace algo más de un lustro crearon la Asociación de Productores de Tomate, que hoy tiene como principal objetivo convertir el bombón colorao en un tomate con denominación de origen.

Entre las tres produjeron en la última campaña 12 millones de kilos, la mayoría para el mercado nacional. Un volumen que ha crecido exponencialmente en los últimos años al calor de la crisis, ya que obligó a muchos peones de la construcción a salirse del mundo del ladrillo y volver a las tierras que un día cultivaron sus padres y que cobró especial interés con el nacimiento de la agrupación de productores. Que la producción se haya multiplicado por dos se debe en gran medida al crecimiento de la superficie, cifrado en un 19 por ciento en los últimos años, según apunta el responsable de frutas y hortalizas de COAG Sevilla, David Silvestre. En total, el municipio cuenta con 134 hectáreas dedicadas al cultivo protegido de tomate, lo que le convierte en el municipio sevillano con el mayor número de invernaderos. Precisamente esta técnica de cultivo le ha ayudado a mejorar los rendimientos, ya que la superficie protegida permite tener dos cosechas al año.

Gran parte de la producción, sobre el 65 por ciento, depende de la cooperativa Las Nieves, que el año pasado comercializó 8 millones de kilos. Pero el objetivo es seguir creciendo y se estima que en la próxima campaña se alcanzarán los 11 millones, avanza Miguel Ángel Berrocal, técnico de la cooperativa. Por su parte, Parque Norte produce en torno a 2,5 millones de kilos, una cantidad similar a la que cultiva Frupal.

De los campos palaciegos salen, principalmente, variedades como la Panekra, Matías, Valderrama o Señora. En sus invernaderos también crece Genaro, «una variedad que antes se cultivaba mucho y que destaca por su sabor», explica Berrocal, pero su poca dureza impide que se pueda comercializar «más allá de Córdoba». Por su parte, Frupal lleva años trabajando en recuperar una variedad local a la han «rebautizado» como Horticampo, ante la ausencia de nombre, explica el gerente de esta SAT, Alonso Navarro. Con la colaboración de empresas especializadas en semillas, esta sociedad intenta desarrollar nuevas variedades con una mayor dureza.

La mayoría del tomate palaciego se comercializa en el territorio nacional. El motivo: los agricultores prefieren sacrificar el mercado extranjero «con tal de ofrecer un producto que destaca por el sabor y la textura», sostiene el gerente de Frupal.

A pesar de los buenos datos de los últimos años, este ejercicio se espera un leve descenso de la producción como consecuencia de la tuta absoluta, una plaga procedente de Chile que pica el fruto. Aunque está presente desde varias campañas, los agricultores señalan que este es el peor año con diferencia por dos motivos: por un lado afecta la falta de rotación de cultivos, por lo que no rompe el ciclo biológico del bicho; por otro lado, la calidez de esta primavera ha favorecido que haya una mayor presencia de esta plaga, que se transmite a través de las moscas. De hecho, la virulencia con la que ha atacado al tomate –pues no afecta a otro cultivo– ha obligado a muchos agricultores a arrancar matas enteras e incluso les ha llevado a plantearse no plantar en la segunda parte de la campaña, la que va de julio a agosto.

Los agricultores ante la falta de alternativas para hacer frente a la plaga plantean reunirse con las administraciones competentes para buscar una solución a esta plaga.

Por lo general, la media anual hace que el cultivo sea interesante por los precios. Según el responsable de frutas y hortalizas de COAG Sevilla, la media es de 0,70 euros el kilo. Sin embargo, el vicepresidente de la cooperativa Parque Norte, Miguel Fabián, sostiene que ahora mismo el kilo está sobre los 0,25 euros, mientras que el coste medio para el productor es de unos 35 céntimos.

El repunte de este producto no sólo ha convertido al bombón colorao en un cultivo social para Los Palacios y Villafranca, también lo ha elevado a un ejemplo de innovación en cuanto a técnicas de cultivo. Ante el agotamiento de la tierra por la producción continua, muchos agricultores optaron por impulsar lo que se conoce como cultivo hidropónico.

La planta, en vez de crecer directamente del suelo, enraíza sobre un sustrato que puede ser perlita o fibra de coco. De esta forma, el suelo no se castiga tanto de esta forma, el suelo no se castiga tanto. Pero también beneficia al consumidor, ya que el agricultor no necesita aplicar tanto fitosanitario para tratar las enfermedades, lo que mejora la seguridad alimentaria del cultivo, explica el gerente de Frupal.

El siguiente paso para los productores, que ya han conseguir registrar la marca nacional Tomate de Los Palacios es ser reconocidos con una denominación de origen. Pero el camino para conseguirlo deben de recorrerlo juntos, por ello, desde Frupal apuestan por ser más osados y unificar marcas, envases e incluso mercados.

Aunque Los Palacios y Villafranca es conocido por su popular bombón colorao, al hablar del tomate en este municipio también hay que hacerlo del destinado a la industria. La sociedad Algosur es la principal productora de tomate para la industria, con más de 4.175 hectáreas contratadas y una producción superior a los 400.000 toneladas, que en un 85 por ciento va a parar al mercado extranjero. Entre sus destinos están países europeos como Alemania, Inglaterra, Francia. De hecho, las principales marcas de ketchup y tomate frito ya se han declarado fieles a la pasta de tomate procedente del tomate que crece en las marismas del Bajo Guadalquivir.

La compañía, que se hizo con las instalaciones de transformación de tomate de la cooperativa Las Palmeras hace un año, produce en torno a las 450.000 toneladas anuales de tomate. En sus dos plantas palaciegas, una situada en El Trobal y otra en Pinzón, diariamente se transforman en ambas fábricas 5.000 y 2.150 toneladas respectivamente. La empresa copa el 50 por ciento del sector andaluz y se sitúa entre las tres primeras firmas a nivel nacional.

Según el gerente de Agrosur, Manuel Diana, la calidad del tomate palaciego se debe a tres factores: «Las condiciones climatológicas favorece los rendimientos por hectárea, las horas de sol otorgan un color rojo más intenso al fruto y la salinidad de la marisma favorece el contenido de azúcar de la planta».