El idioma que pide sitio en silencio

Lengua de signos. Los sordos españoles celebran hoy el Día de las Lenguas de Signos castellana y catalana, un vehículo de comunicación que saca de la marginación de antaño

14 jun 2017 / 06:15 h - Actualizado: 14 jun 2017 / 06:15 h.
"La comunicación silenciosa"
  • Dos personas conversan en una exposición artística mediante la lengua de signos que desarrollaron los sordos. / Javier Cuesta
    Dos personas conversan en una exposición artística mediante la lengua de signos que desarrollaron los sordos. / Javier Cuesta
  • Actividad para niños sordos en Granada.
    Actividad para niños sordos en Granada.
  • Niño sordo con un implante coclear.
    Niño sordo con un implante coclear.
  • Actividades en la Asociación Malagueña de Sordos.
    Actividades en la Asociación Malagueña de Sordos.
  • El símbolo de la WFD.
    El símbolo de la WFD.

A lo largo de la Historia y por todo el mundo, las personas sordas han desarrollado de forma natural las lenguas de signos, «una respuesta creativa y cultural a una limitación sensorial como la sordera», explica la Asociación Cultural de Personas Sordas de la Provincia de Sevilla. Las lenguas de signos cumplen con todas las características formales del lenguaje humano.

Por ello no hay una única lengua de signos en todo el mundo y cada país posee una o varias lenguas de signos y no existe una lengua de signos por cada lengua oral, ya que las lenguas de signos han evolucionado de forma natural en el contacto entre personas. Incluso varios países que comparten el mismo idioma hablado utilizan diferentes lenguas de signos.

La lengua de signos ha estado muchos años minorizada y relegada al uso personal. Prosigue esta asociación: «La práctica totalidad de las personas [se sobreentiende que sordas] se han educado en escuelas donde se les prohibía usar la lengua de signos. De hecho, muchas han adquirido muy tarde una lengua con la que poder comunicarse, situación que ha afectado, de forma notable, a su desarrollo personal. Pero pese a prohibiciones y obstáculos, se ha mantenido viva y su comunidad usuaria ha protegido y transmitido su patrimonio lingüístico de generación en generación».

Las lenguas de signos en España han pasado de una situación puramente doméstica a la de hoy. Una situación más optimista en la que se ha notado la influencia de la Confederación Estatal de Personas Sordas (CNSE), que se fundó en 1936.

En la década de los 80, la CNSE promueve actividades culturales, artísticas y docentes de los sordos, lo que les posibilita el acceso a la cultura «y contribuye al enriquecimiento lingüístico de la lengua de signos, así como al fortalecimiento del movimiento asociativo sordo».

Es en estos años cuando comienzan a surgir las primeras federaciones que se adaptan a la España de la democracia, y cuando se inician las primeras manifestaciones estatales de personas sordas.

Pero el gran empujón llegaría de la UE. El Consejo de Europa instó a sus Estados miembros el 1 de abril de 2003 al reconocimiento oficial de las lenguas de signos, como principal vía de integración social para el colectivo. En septiembre de 2005 se aprobó en España el anteproyecto de Ley de la Lengua de Signos. Semanas más tarde, el 1 de octubre, personas sordas y oyentes de todo el país participaron en una gran marcha por el reconocimiento de la lengua de signos.

Fue el prólogo a la fiesta de 2007: el reconocimiento legal de las lenguas de signos española y catalana. Una reivindicación histórica de la CNSE y su red asociativa que fue aprobada por consenso en el Congreso de los Diputados el 28 de junio de 2007 y que posteriormente recibió el apoyo de todo el Senado el día 10 de octubre.

La interpretación que se hizo entonces es que la ley, para todas las personas sordas, contribuiría a eliminar las barreras de comunicación que les impiden participar en igualdad y les dotaría de nuevos derechos y recursos en todos los ámbitos de la vida pública. Con esta iniciativa, España se sumaba a países como Finlandia, Dinamarca, Suecia, el Reino Unido, Alemania o Portugal. Pero el movimiento asociativo de personas sordas sigue reivindicando que esta ley alcance la realidad de la calle.

El Consejo de Ministros, acordó en 2014 fijar el 14 de junio como Día Nacional de las Lenguas de Signos Españolas. Se eligió esta fecha porque la CNSE se fundó el 14 de junio de 1936. Pero... ¿Cuántos sordos viven en España? Nadie lo sabe.

Cuando un asunto interesa los estudios se actualizan, las encuestas se repiten... pero en el caso de estas personas el último estudio del Instituto Nacional de Estadística (INE) es, literalmente, del siglo pasado. De ¡1998! Entonces se censaron 1,06 millones de afectados, según la Asociación Cultural de Personas Sordas de la Provincia de Sevilla. Los datos son del conjunto de España.

En Andalucía, que en los 90 contaba con el 18% de la población española, vivirían algo menos de 200.000 personas con sordera.

Para esta asociación es más difícil calcular la población de personas sordas usuarias de la lengua de signos, más cuando ha pasado toda una generación desde el estudio del INE.

«Los diferentes trabajos existentes (entre 1997 y 2006) se basan en estimaciones o expectativas», señala esta asociación, que extrapola un estudio hecho en 2001 en Gran Bretaña (60 millones de habitantes) aproximadamente 100.000 personas sordas usuarias de la lengua de signos británica.

Sin embargo, otros estudios de 2006 indican que en las sociedades industrializadas occidentales, las personas usuarias de la lengua de signos constituyen aproximadamente el 1 por 1.000 de la población, que aplicado a la población de Gran Bretaña supone algo menos de 60.000 personas. Y en España, 45.000. Y en Andalucía, unas 8.000.

Por su parte, la Encuesta sobre discapacidades, autonomía personal y situaciones de dependencia del INE (2008) contempló una recogida de datos sobre el número de personas «con discapacidades de audición que utilizan la lengua de signos»: 13.274 personas de seis o más años de edad en toda España.

Estudios realizados también en 2008 por la European Union of the Deaf (EUD, Unión Europea de los Sordos) y por De Wit indican por contra nada menos que entre 120 y 150.000 personas sordas usuarias de lengua de signos en España. Es importante saber que entre las fuentes de estos datos están la CNSE y también la Filse (Federación Española de Intérpretes de Lengua de Signos y Guías-Intérpretes).

Para la Asociación Cultural de Personas Sordas de la Provincia de Sevilla los resultados de los estudios indican que, de media en Europa, el 0,15 % de la población europea son personas sordas usuarias de la lengua de signos. O lo que es lo mismo: 15 de cada 10.000 europeos. «Si aplicáramos la media europea a la población española, obtendríamos un total de algo más de 70.000 personas sordas usuarias de lengua de signos en España».

Señalan además que no sólo las personas sordas y sordociegas son usuarias de la lengua de signos, sino que también hay que considerar a otros grupos de la población que se identifican como usuarios suyos.

En cuanto a la ratio de intérpretes, esta asociación, en base a los anteriores estudios, calcula que la proporción es de alrededor de un intérprete por cada 36 personas usuarias. «Sin embargo, la realidad nos indica que solo un 25,17% de los intérpretes disponibles trabaja como tal, lo que disminuye la ratio real a un intérprete por cada 143 personas sordas, mientras que en otros países hay un intérprete por cada 10», pese a que la Red Estatal de Enseñanza de las Lenguas de Signos ha formado a 6.000 alumnos en más de 328 cursos durante el último año.

En paralelo, a lo largo del año 2016 la demanda del servicio de videointerpretación SVIsual (un proceso de comunicación basado en la tecnología que hace posible la videoconferencia) ha ido creciendo hasta recibir más de 100.000 llamadas.

El colectivo de personas sordas es muy diverso. Cada tipo de sordera es distinto (momento de aparición, lugar de la lesión, grado de pérdida auditiva), igual que las formas de comunicación y los contextos familiares, educativos y sociales. En España las personas sordas se comunican de diferentes formas. Para algunas la lengua de signos española o la catalana es su primera lengua, mientras que para otras lo es la lengua oral; las hay que dominan ambas lenguas (de signos y oral) y se sienten igualmente cómodas con las dos. Entre las personas sordas usuarias de la lengua de signos algunas aprendieron a signar en su infancia y otras siendo ya adultas; hay quienes son usuarias de audífonos o implantes cocleares y, entre ellas, hay quienes usan la lengua de signos y quienes no; además, dentro de ese grupo, hay personas que consideran que las ayudas técnicas a la audición son suficientes para participar en el mundo que les rodea mientras que para otras, aun siendo necesarias, son insuficientes.

Las personas sordas no son sordomudas. Sordomudo es un término peyorativo y molesto. Los sordos pueden comunicarse a través de la lengua de signos y también de la lengua oral (en su modalidad escrita o hablada). La lectura labial es una habilidad. Se puede aprender, pero no todas las personas sordas pueden leer los labios de la misma manera ni se puede hacer siempre. Es un mito extendido considerar que todas las personas sordas pueden comunicarse gracias a unas dotes increíbles para la lectura labial. No es cierto. Por otro lado, una persona sorda no tiene por qué oír o entender lo que se le dice por mucho que se le chille. La existencia de barreras de comunicación en nuestra sociedad afecta seriamente al acceso a la información por parte de las personas sordas, y merma su plena participación en todos los ámbitos. Estas barreras están presentes especialmente en el acceso al empleo, la educación o la información.