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La herida invisible de la guerra en Siria

Save The Children presenta en Sevilla un informe sobre los efectos psicológicos que tiene el conflicto bélico en los niños sirios, como insomnio y pérdida del habla

07 mar 2017 / 15:25 h - Actualizado: 07 mar 2017 / 20:55 h.
"Refugiados","Guerra en Siria"
  • Hesham lleva en brazos a su hija de dos años Nour en el campo de refugiados de Hassakeh, en Siria. / Save the Children
    Hesham lleva en brazos a su hija de dos años Nour en el campo de refugiados de Hassakeh, en Siria. / Save the Children
  • Ibrahim tiene siete año y acude a uno de los espacios amigables con la infancia que Save The Children tiene en el campo de desplazados de Hassakeh. / Save the Children
    Ibrahim tiene siete año y acude a uno de los espacios amigables con la infancia que Save The Children tiene en el campo de desplazados de Hassakeh. / Save the Children

Noches en vela por pesadillas con hombres vestidos de negros que degüellan a personas, la pérdida del habla u orinarse con 14 años mientras duerme son sólo una ínfima muestra de las heridas invisibles que presentan los niños refugiados a causa de la guerra en Siria. Son los relatos prestados de 458 niños sirios afectados por el conflicto bélico que han prestado su historia al informe Heridas invisibles, elaborado por Save the Children entre diciembre y el pasado febrero, y que ayer presentaron en Sevilla.

Niños para quienes la banda sonora de sus últimos seis años es «la artillería y el bombardeo», apuntó el director Cooperación Internacional y Acción Humanitaria de la organización, David del Campo. De hecho, el 84 por ciento de los entrevistados marcaba que el sonido de la violencia es la principal causa del estrés psicológico.

El colegio ha dejado de ser para los pequeños sirios un pozo sin fondo de conocimiento. Es más, uno de cada dos niños reconoce que no va la escuela por miedo. Y es que, como denuncia Del Campo, los niños y todo su entorno «se han convertido en objetivo para el bando enemigo». No hay más que ojear la hemeroteca y ver los continuos bombardeos a colegios, como el que en octubre del año pasado dejaba una veintena de víctimas, todas niños, en la provincia de Idlib.

Es más, muchos aseguran que todo lo aprendido antes de la guerra lo han olvidado. Así lo asegura una de las niñas que se han sincerado durante el trabajo de campo. Su nombre es Zeinab, y tiene 12 años. Desde el campamento para desplazados donde ahora pasa sus días, en la ciudad de Hassakeh, explica que ahora los niños como ella no conocen más que la guerra y que ha perdido dos años de colegio, lugar que su hermano «apenas» conoce. Zeinab no conoce «más que la guerra» y le preocupa qué ocurre si pasan todos estos años y no llega «a ser nada en la vida».

Cuando dicen que no conocen más que el campo de batalla es porque dos de cada tres niños han sido testigos directos de cómo familiares y seres queridos perdían la vida. Menores que, en muchos casos, sólo conocen la violencia y que conforme la guerra se prolonga, el miedo y el nerviosismo se apodera de ellos, apunta la gran mayoría de los padres, a los que también se les ha entrevistado.

Después de seis años de bombardeos, muertes de seres queridos y de tener que dejar su casa y frenar su vida, estos niños están sometidos a lo que los expertos conocen como «estrés tóxico», que no deja ser la exposición prolongada de una persona a una situación de estrés, explica el psiquiatra sirio Nabil Sayed Ahmed, quien vive en España desde hace 47 años. Sin embargo, en Sirio a día de hoy «sólo hay 70 psiquiatras en activo en la país» para atender los trastornos a los que se han visto abocados los niños y adultos.

Sayed es franco al decir que en materia bélica «poco podemos hacer desde aquí». Sin embargo, «sí podemos hacer mucho con los niños refugiados que llegan a España, porque el sufrimiento no termina». Cuenta que en el caso de una sobrina suya, que optó por empezar de nuevo en Suecia cuando estalló la guerra, todavía salta cuando escucha un ruido extraño.

Sin embargo, el psiquiatra no pierde la esperanza y confía en que muchos de estos inocentes puedan recuperarse porque «Siria no puede ser un Estado fallido». Por eso, insiste en que España debe «clarificar» primero su modelo de acogida. Aunque ve como positivo que se escolarice a los menores, critica que se priorice. Sayed opina que debería prevalecer la enseñanza del idioma, porque los niños entran en las aulas sin saber español. De ahí que apunte que vale la pena «sacrificar» un año de formación a cambio de la asistencia obligatoria a clases de español.

Andalucía acogió en septiembre a siete menores sirios, procedentes de campos de refugiados, en Motril, aunque el centro tiene capacidad para 25. Sin embargo, «la falta de voluntad política», señaló Del Campo, está entorpeciendo que muchos inocentes no puedan tener una vida más digna.

La organización escogió Sevilla para presentar el estudio en España por el compromiso que demostró el Gobierno andaluz en tiempo de crisis con su apoyo a la cooperación al desarrollo. Por ese motivo, la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, quiso estar en presente en el acto, donde recordó que su ejecutivo mantuvo 42 millones de ayudas en acciones de cooperación durante los tiempos de vacas flacas y reclamó al Gobierno central que cumpla con el compromiso de acoger a los 26.000 refugiados y ejecute el pacto urgente de presidentes, que todavía no se ha hecho efectivo.