Coronavirus

Ventilar sí o sí: el Covid-19 pondrá a prueba a los colegios en invierno

Manuel Ruiz de Adana, reputado investigador de la UCO, explica la clave de los contagios en espacios interiores, qué son los aerosoles y cómo minimizar los riesgos

Verónica Ojeda verojeper /
07 nov 2020 / 12:56 h - Actualizado: 07 nov 2020 / 12:59 h.
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Hay una probabilidad 20 veces mayor de contagiarte por el Covid-19 en el interior de un local que en el exterior. Así de contundente se ha expresado Manuel Ruiz de Adana Santiago, investigador en el Departamento de Termodinámica Aplicada de la Universidad de Córdoba. Sin embargo, la pregunta es: ¿cómo nos contagiamos en un local interior? Este reputado investigador andaluz lo cuenta en una entrevista con este periódico.

La clave de los contagios en espacios interiores son los ‘aerosoles’, una gota tan pequeña que, incluso, no vemos y que expulsamos de nuestro sistema respiratorio cuando hablamos, tosemos, estornudamos o respiramos. Manuel Ruiz lo compara con el humo del tabaco, porque sus partículas son tan pequeñas como las de los aerosoles, pero con la diferencia de que el humo sí se ve. Es un ejemplo muy efectivo para explicar su comportamiento. Cuando exhalamos el humo del tabaco podemos observar que se queda flotando en el aire hasta que poco a poco se va diluyendo, lo mismo sucede con los aerosoles. Si hay buena ventilación, esos aerosoles se diluirán más rápido, pero si no, se concentrarán en el local durante horas, puesto que es una partícula que se caracteriza por tener unos tiempos de permanencia en el aire muy altos.

Este investigador cuenta que en el sistema respiratorio es donde está el virus y, al exhalar aire, la mucosa que tenemos en las paredes internas del sistema respiratorio pasa a formar pequeñas gotas y salen con la corriente de aire que exhalamos. No obstante, si tenemos el virus, éste irá en esa pequeña gota. Esta es una de las vías de transmisión de SARS-CoV-2 entre personas: el virus va del sistema respiratorio de una persona a otra viajando por esa pequeña gotita que no vemos y que emitimos cuando respiramos, hablamos, tosemos o estornudamos. Y a esto se suma que, cuanto más fuerte es el flujo de aire, como cuando estornudamos, el arrastre y el tamaño de la gota es mayor, produciéndose así una cantidad importante de aerosoles en el aire. Esas gotas más grandes caerán en las superficies más cercanas de la persona. De ahí la importancia de tener distancia de seguridad, mascarilla y limpieza de manos, además de una buena ventilación.

Peor ventilación y recirculación del aire: más riesgo de contagio

Manuel explica que esos aerosoles, que están flotando en el aire pueden contener una cantidad de virus. De esta forma, hay evidencias y estudios que dicen que en locales donde hay mala ventilación y el aire se recircula -no aportar aire del exterior y remover el aire del local-, los aerosoles se transportan de un punto a otro por las corrientes de aire y si hay una persona contagiada, hay riesgo de contagio. En definitiva, cuanto peor ventilado este el local y más se recircule el aire, más probabilidad de contagio hay. Por tanto, la ventilación con aire del exterior, que está libre del virus, es la clave para diluir los aerosoles.

«Hay que recordar que el riesgo de infección es el producto del tiempo de exposición y el tiempo que estemos respirando esos aerosoles multiplicado por la concentración de los aerosoles que hay en el aire. Eso quiere decir que vamos a asumir más riesgos o bien porque estemos mucho tiempo en ese local con mala ventilación o bien por la exposición, porque la concentración de aerosoles del local sea muy elevada. Por eso, es siempre más seguro el exterior que cualquier local interior».

De hecho, ya un grupo de investigadores remitieron una carta a la revista Science para instar a las autoridades a trasladar actividades al exterior y mejorar la ventilación y filtración en interiores para reducir la transmisión por aerosoles.

La forma de reducir el riesgo de infección por vía aérea para este investigador cordobés es a través de capas de protección: la mascarilla, la higiene de manos, la higiene de superficies, el aforo, el tiempo de permanencia en locales interiores y la ventilación. Si sumamos todas esas capas de protección, la probabilidad de riesgo de infección va a ser muy baja. En este sentido, el Gobierno ha publicado una guía de recomendacionespara los sistemas de climatización y ventilación.

Filtros para retener los aerosoles

La ventilación sería la primera estrategia, pero después está la filtración y la purificación. Manuel cuenta que la filtración lo que hace es retener los aerosoles en el filtro, para que así las personas del local no respiren esas pequeñas gotas que pueden tener virus. Al final, se reduce la concentración de aerosoles en el aire y reducimos así la probabilidad de riesgo de infección.

Otra alternativa para aquellos locales en los que no se pueda ventilar más son los equipos autónomos que, según Manuel, «estos equipos tienen o filtros u otras tecnologías que se están montando, como la tecnología ultravioleta C, que desactiva el virus. No quita los aerosoles del aire, pero sí quita el virus de los aerosoles. Esta última tecnología se deja como último recurso y, antes de eso, tenemos las otras medidas de ventilación y filtración, que son las mejores medidas con diferencia. Es tan fácil como abrir una ventana para que el local tenga un mínimo de ventilación».

Ventilación en los colegios

En España, la ventilación de edificios de uso no residencial está recogida en el Reglamento de Instalaciones Térmicas de los Edificios (RITE). Empleando las palabras de Manuel, «el reglamento para los centros educativos establece que un aula debe tener una ventilación de 12,5 litros por segundo y persona. Es decir, que por cada alumno que haya en el aula, hay que coger 12,5 litros de aire por segundo de la calle y meterlo en ese local. Este requisito del RITE sirve para tener una buena ventilación y conseguir diluir los aerosoles».

No obstante, ¿qué sucede con aquellos locales que hayan sido construidos antes del RITE? Manuel detalla que hay algunos locales que cumplen la normativa y otros que no, según cuando se edificaron. «Ahora es muy importante garantizar las tasas de ventilación. Por eso, cuando hay un sistema de ventilación mecánica, hay que utilizarlo y cuando no lo hay, hay que recurrir a las alternativas de la ventilación natural abriendo puertas y ventanas».

Manuel y su equipo de investigación ha estado estudiando la ventilación de los colegios de Andalucía y, en su opinión, se están cumpliendo bien las tasas de ventilación mediante la apertura de puertas y ventanas y la reducción de ocupación por aula. Pero este investigador explica que el problema viene cuando llegue el invierno, una estación del año que nos pondrá a prueba con la ventilación del aula.

«Yo, a los equipos directivos les comento que este año hay que ventilar sí o sí. Hay que mantener la apertura de puertas y ventanas y hay que decirles a los alumnos que lleven más ropa de lo habitual». Además, este investigador de la UCO recomienda medir la concentración de CO2. «Siempre aconsejamos que, en cada centro educativo, haya un medidor de CO2 basado en una tecnología de infrarrojos, porque sabemos que midiendo la concentración de CO2 podemos estimar cuánta concentración de aerosoles hay en el aire. La razón es que cuando exhalamos el aire con los aerosoles también exhalamos el CO2 y, por tanto, si medimos el CO2 también medimos los aerosoles en el aire. Es una forma menos compleja para los equipos de dirección de los centros educativos». Este medidor, que sirve para controlar si hay que ventilar más o menos el aula, está recomendado para los centros educativos que solo pueden recurrir a soluciones de ventilación natural.