El undécimo puente que no termina de llegar

El PGOU contempla hasta siete pasarelas sobre el río. Dos de ellas estuvieron cerca de construirse: junto al Barceló y en la Torre Sevilla

26 feb 2018 / 21:22 h - Actualizado: 26 feb 2018 / 21:22 h.
"Urbanismo","Movilidad","Construcción","El estado de los puentes"
  • En 2014 se planteó un puente entre Torre Sevilla y Torneo, que finalmente no se hizo. / Txetxu Rubio
    En 2014 se planteó un puente entre Torre Sevilla y Torneo, que finalmente no se hizo. / Txetxu Rubio

Diez puentes son los que jalonan actualmente el tramo del Guadalquivir que discurre por el tramo urbano. La mayoría de ellos se construyeron con motivo de la Exposición Universal de 1992, que supuso una verdadera revolución en la fisonomía de la capital hispalense.

Pero la necesidad de contar con más conexiones comenzó muy poco después, incluso hubo un amplio debate para plantear una ampliación del puente del Centenario. La urgencia de contar con más puentes que uniesen ambas partes de la ciudad se agudizó tras la reutilización del recinto como parque empresarial, hace ahora 25 años.

Entonces, el preavance del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) que dirigió Manuel Ángel González Fustegueras planteó un rediseño de la calle Torneo que supondría la modificación de todo el frente del río. El proyecto incluía al menos tres puentes decorados con lunares de colores que unirían la Cartuja con Torneo y con el paseo fluvial Juan Carlos I. Cada uno estaría dominado por un color (el de lunares en tonos naranja iba a estar situado la altura del auditorio de la Expo) y se planteaba potenciar el uso peatonal de la zona, para lo que también se planteaba dotar el área de instalaciones deportivas relacionadas con el agua, incluyendo –cómo no– piscinas públicas. Todo se quedó en el papel.

Aun así, el PGOU prevé que se alcen más puentes. A mediados de 2006, el entonces concejal de Urbanismo, Emilio Carrillo, anunció que estaban previstas siete pasarelas, una de ellas para el tráfico rodado y las restantes serían peatonales. Incluso estaba previsto que Egpasa, la antigua Agesa, construyera una de ellas para lo que desembolsaría tres millones de euros. Un acuerdo que se pactó a cambio de los 52.000 metros cuadrados de edificabilidad que la Junta de Andalucía recibió en 2006 en varias parcelas de la Cartuja. Finalmente, el Ayuntamiento desistió de reclamar el montante a la Administración Autonómica en 2017.

Del total de pasarelas previstas solo dos han estado a punto de ser realidad en estos años. Por un lado, la que se planteaba para el tráfico rodado, junto a la calle José Díaz, se puso sobre la mesa en el año 2010. Entonces el Ayuntamiento propuso al hotel Barceló abonar el 50 por ciento de la obra, estimada en unos 11 millones, con la condición de modificar el PGOU para permitir ampliar las instalaciones del negocio hotelero. La intención municipal era abrir una nueva conexión entre el Alamillo y la Barqueta para descongestionar estos puentes.

La otra mitad de la obra correría a cargo de Isla Mágica, entonces en manos de Cajasol, donde se planeaba un centro comercial en los suelos donde está el aparcamiento del parque. El proyecto, que tendría dos carriles por sentido más el transporte público y la bici, terminó en agua de borrajas después de que su diseño coincidiera con el trazado de la línea 4 del metro.

El segundo puente que casi se sumó a los diez existentes, fue el que la entonces Cajasol, ahora Caixabank, tendría que haber levantado para dar servicio a su rascacielos de 178 metros de altura junto a Torretriana. El plan inicial era hacer, según el convenio sellado en 2005, una pasarela peatonal pero en 2014, con Juan Ignacio Zoido al frente de la Alcaldía, el proyecto se modificó para adaptarlo al tráfico rodado. El nuevo puente, que estaría dos años después de la apertura de la Torre Sevilla, cambió también su ubicación. Motivo por el que Patrimonio terminó informando negativamente por su impacto visual sobre el monasterio de Santa María de las Cuevas o el pabellón de la Navegación.

A esto se le sumó que hubo un cambio de gobierno en Plaza Nueva y, con la llegada de Juan Espadas, la cuantía para el certamen internacional previsto se destinó a hacer pequeñas obras en los barrios y el proyecto del puente se abandonó.

Uno de los apoyos que recabó entonces la idea de un nuevo puente en la ciudad fue el del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos. Una apuesta que siguen manteniendo años después. «Sevilla pide a gritos un nuevo puente», apunta su decano, José Abraham Carrascosa. «Solo hay que ver los atascos que se producen en los pasos sobre el río». Carrascosa no entra en la zona donde sería más efectivo pero sí insiste en que la ciudad necesita «algún puente más». Además, señala otros proyectos que están anunciados desde hace años y en los que poco o nada se ha avanzado al respecto, como son los casos del macrotúnel de la SE-40 o el puente previsto para salvar el Guadalquivir entre La Rinconada y La Algaba, que estaba llamado a ser el segundo más grande de la provincia. «Son planteamientos que ayudarían mucho a mejorar la movilidad, pero mientras se hacen y no el caos continúa», apunta.

El puente de hierro, 20 años en el olvido

Desde que en febrero de 1998 se procediera al desmontaje del puente de hierro, la estructura que es legado de la Exposición Iberoamericana de 1929, acumula años de abandono y vandalismo. En este tiempo, han sido muchas las voces, entre ellas el Defensor del Pueblo Andaluz, que han reclamado más seguridad, más atención, y, sobre todo, un futuro para esta obra que cuenta con protección patrimonial. El decano de los ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, exige la atención que se merece. «Es parte de la historia y el patrimonio de la ciudad que se está deteriorando día a día», denuncia.