Cepero y Borja Jiménez: el huracán y la calma

El guitarrista jerezano formó un auténtico lío, a plaza llena, en el LXX ‘Mano a Mano’ de la Fundación Cajasol, compartiendo tablas con el gran triunfador de la pasada feria de Otoño

23 nov 2023 / 10:09 h - Actualizado: 23 nov 2023 / 10:11 h.
"Fundación Cajasol"
  • Paco Cepero y Borja Jiménez con José Enrique Moreno en el auditorio de Cajasol. Foto: Toromedia
    Paco Cepero y Borja Jiménez con José Enrique Moreno en el auditorio de Cajasol. Foto: Toromedia

Toreros y tocaores necesitan de un instrumento para expresar sus sentimientos pero el toro y la guitarra, a priori, tienen poco que ver. Eso sí, la emoción final que produce la expresión del arte, ya sea con las seis cuerdas o cuajando la embestida de un animal, ese quejío interior, es muy parecida. Pero había que llegar a una misma senda entre el toque y el toreo que Borja y Cepero se encargaron de desbrozar en una noche que, aunque anticipaba el invierno, volvió a llenar hasta los topes el auditorio de la Fundación Cajasol en esta edición de números redondos que volvió a contar con la batuta del periodista José Enrique Moreno.

La larguísima carrera artística de Paco Cepero –que iba a acabar con el cuadro- no necesitaba de demasiadas presentaciones y aunque Borja Jiménez le ganaba en novedad y titulares más recientes el veterano flamenco acabaría formando un auténtico lío que hizo pasar el tiempo en un suspiro. Cuidado: el joven diestro de Espartinas ha sido uno de los últimos grandes triunfadores de la temporada 2023 después de cortar tres orejas –que pudieron ser cinco- a un corridón de Victorino Martín en la pasada Feria de Otoño de Madrid. Aquel 8 de octubre le cambió la vida convirtiéndole en una seria opción de relevo en el actual escalafón de los matadores de toros gracias a su tesón y ganas de ser.

El maestro jerezano comenzó hablando de toreros que entrenaban con su música –de López Simón al mismísimo Morante- y expresó su respeto por esos hombres que se visten de luces al atardecer. También era el caso de Borja. “Llevo un altavoz pequeñito y me pongo flamenco cada vez que entreno y hasta cuando he estado solo en algún tentadero”. Torero y tocaor mostraron una admiración mutua aunque Cepero, sabio y socarrón, le espetó que “en la plaza no hay canciones”. Tiró de su propia experiencia, de los miedos que aún le acompañan cada vez que sale a un escenario. “Se me ponen las manos, heladas, me pongo en blanco y no sé ni lo que sigue”, bromeó el jerezano arrancando las primeras risas de un auditorio que entró de lleno en el calor de la tertulia.

Pero para hablar de miedos hay que escuchar a los toreros: “cuando vas en la furgoneta camino de la plaza estás deseando que se harte de llover y se suspenda”, apostilló Borja. Cepero le tomó el relevo: “una de las cosas más importantes que hay en el arte es la humildad, porque hay quién no se repone de un éxito”, añadió entre bromas y veras el tocaor flamenco. No dejaba de ser un consejo sabio de un artista de largo recorrido que hasta improvisó unos versos para el joven matador. “Pero tengo letras de toreros y del Santander”, volvió a bromear haciéndose dueño de la escena.

El guitarrista se había venido arriba definitivamente, haciendo un canto a la naturalidad en el toreo, el toque y hasta la vida. Borja le preguntó por sus fuentes de inspiración y Cepero sacó a colación a su esposa, con la que lleva los mismos años que artista. “Llevamos 65 años juntos”, desveló el tocaor que volvió a tirar de su móvil para recitar unas letras: “Me sentí torero para poder lidiar con tus sentimientos...” Pero lejos del tono solemne aquello ya era un torbellino mientras el guitarrista, cambiando de ritmo, hablaba de pureza y compromiso para sentenciar que “las cosas buenas te arañan el alma”.

Había que darle sitio al torero. “Mi única obsesión ahora es mi preparación”, explicó el matador reconociendo que las llamadas y las previsiones ya son otras de cara a la temporada que vendrá. “De momento están llamándome para todo tipo de tardes pero tengo claro que tengo que seguir toreando esos encastes que me han aupado este año pero debo hacerlo en sitios importantes” puntualizó. Cepero no iba a desaprovechar la ocasión: “que Santa Coloma no es Santa Claus”. El auditorio ya era suyo.

Borja se puso algo más serio hablando de su propia forja, de los años de vacío antes de lograr dar el aldabonazo en Madrid recordando el caso de toreros de todas las épocas que supieron aguardar en el banquillo hasta que llegó su momento. “Es duro psicológicamente, sacrificas muchas cosas, irte de viaje, salir a cenar... lo dejas todo por entrenar y tu entorno no llega a entenderlo del todo; tampoco ves la recompensa pero mi familia siempre ha estado ahí y tienes que mantener el tipo por ellos”.

Cepero y Borja Jiménez: el huracán y la calma
El guitarrista jerezano, que se hizo dueño de la escena evocó a Camarón y Paco de Lucía. Foto: Toromedia

Un casino en Puerto Rico

“Pasa en todas las profesiones...” –terció Cepero- que también habló del pudor para actuar como cantante, una de las facetas de un artista total que toca, produce y también canta. Volvió a tirar de anecdotario, de una cita en Puerto Rico, de una noche en una suite de Montecarlo en la que no faltó “una manita en el casino” en el que se pulió los 2.000 dólares que había cobrado en un bolo. También palmó la pasta en el Caribe, quedándose sin blanca. Le esperaba el cantante José José que, demandándole la producción de un LP, le acabó llevando a México en un viaje delirante que se acabó transformando en un “discazo”.

Con Borja volvió la calma, hablando de esos viajes acompañado de la cuadrilla que son fuente de tantas aventuras. “El padre de Espartaco cuenta que cuando terminaban los enanos su hijo salía a torear vestido de lobo y le hartaban de collejas...” Cepero no pudo resistirse y recordó al maestro Camino. “Un día vino uno a pedirle algo para comer y se quitó la dentadura”. La plaza estaba ya rendida. El artista jerezano recordó a Caracol y a su padre, que tenía un enorme bulto en la cara, y hasta de una noche dadaísta en la Alameda, marcada por tipos geniales que ya no existen. Pero también hubo sitio para Camarón, Paco de Lucía, Antonio Mairena, Fernanda... “Pregúntame a quién no le he tocado yo... la guitarra”, sentenció Cepero entre las carcajadas de la parroquia.

“Y me callo media horita”, dijo Paco. El moderador aludió al acople, la técnica... “Todo el que se basa sólo en la técnica delata impotencia; el arte empieza cuando termina la técnica” sentenció el tocaor, que no estaba dispuesto a dar tregua espetándole a Borja que, “de ahí vienen las tres orejas en Madrid”. El jerezano habló de sus toreros de referencia poniendo en un altar a Antonio Ordóñez y mostrando sus preferencias por “toreros de ole, no de uy”.

A esas alturas de la charla ya no había freno. Se proyectaron vídeos: de Borja toreando, de toros en el campo... pero el denominador común era la guitarra de Paco Cepero que mencionó su nuevo trabajo destacando una pieza titulada ‘Recuerdos de Sevilla’, recitada entre ovaciones. La noche no había dado un descanso y había tenido el nombre de Paco Cepero que aún se adornó evocando a Gandía: “Cepero tiene cabeza para llevar Rumasa sin papeles”.

La cosa estaba en la recta final: puestos a hablar de personajes singulares, José Enrique Moreno sacó a colación el original sentido didáctico de Julián Guerra, el mentor, preparador y apoderado que ha sacado lo mejor de Borja Jiménez. “Es una de las personas que mejor conocen la embestida de un toro y sabe transmitirlo como nadie; en enero me fui a vivir a Salamanca, entrenando a diario con él y me ha abierto la mente a la hora de conocer al toro, más allá de la técnica del toreo, para sacar provecho del mayor número de animales”, añadió el matador comparando a Guerra con otra persona fundamental en su forja taurina, la de Espartaco padre. “El toreo es dureza y entregarte a la profesión”, explicó Borja. Pero Paco Cepero iba a poner la espuela, recordando algunos temas inolvidables como el que compuso a Lola Flores y su último amante, El Junco. “A pesar de todo...”. La acabó grabando Chiquetete y fue número uno.