De la lluvia a la noche y una sola vuelta al ruedo

El novillero sevillano Diego Bastos, que dejó una grata impresión, estuvo cerca de lograr un trofeo en el festejo que inauguraba el segundo tramo de novilladas de abono

09 jun 2023 / 08:25 h - Actualizado: 09 jun 2023 / 08:29 h.
"Novilladas de promoción en la Maestranza"
  • Arjona
    Arjona

El reloj de la plaza pasaba de las once y media de la noche cuando los novilleros, uno a uno, abandonaban la plaza de la Maestranza. Los caprichos de la meteorología habían querido que este festejo inaugural del segundo tramo de las novilladas incluidas en el abono se viviera con frío y una sensación de insoportable humedad. Cuando se trazaron los carteles, hace ya unos cuantos meses, nadie podía atisbar que este jueves de Corpus iba a dejar en papel mojado el viejo dicho de “relumbra más que el sol”. Pero el caso es que el sol, después de una jornada metida en chaparrones, se acabó asomando por encima de los tendidos a medida que se acercaba la hora del festejo. Las horas previas no habían estado exentas de cierta tensión. A las dificultades para reunir un encierro completo se había unido la preparación del ruedo pero a la hora prevista, esas tardías nueve de la noche, todo estaba preparado para iniciar el paseíllo, casi un mes después de la última novillada, con un Rocío y unas elecciones municipales de por medio.

Abría cartel un novillero de dinastía que ya ha sumado varias novilladas en el coso maestrante desde que se presentara ante el público sevillano en el festival de la Hermandad de la Macarena, hace ya casi cinco años. Hasta ahora no había logrado despejar su futuro pero la verdad es que agradó verle con otra disposición y una mayor firmeza a la salida del primero, un novillo de viajes pajunos y escasa codicia al que cuidó en la lidia, apercibido de sus pocas fuerzas. En la hora de los quites llegó a picarse con su compañero Sergio Rodríguez y cuando tomó la muleta –había brindado a su tío Pepe Luis Vázquez Silva, que andaba por una grada- anduvo por allí con solvencia, dejando detalles de cierta personalidad, aunque sin apretar el acelerador por completo. Tampoco lo admitía la sosería de una embestida que iba a dejar todo en agua de borrajas. Pero esa impresión más o menos positiva iba a quedar pulverizada a la salida del cuarto, seguramente el novillo más potable del envío santacolomeño de Pallarés. El último de los Vázquez que ha vestido el traje de torear se mostró periférico, falto de decisión, sin llegar a rebasar esa raya en la que quema el palillo de la muleta. El animal demandaba compromiso, cruzarse al pitón contrario, provocar la embestida... Toca reflexionar.

Le seguía en el turno un novillero abulense, nuevo en esta plaza, que aterrizaba en Sevilla precedido de un interesante curriculum. A Sergio Rodríguez, que así se llama el mozo, no se le puede negar la entrega, la disposición y las ganas de agradar. Lo hizo con un segundo que pareció enseñar alguna virtud en la brega pero la cosa iba a mudar a lo largo de la lidia, con el animal cada vez más refugiado en los tableros. Hubo más empeño que resultados en una labor en la que no faltaron buenos muletazos pero que tuvo que luchar contra unos viajes cada vez más cortos y peligrosos, con el bicho quedándose debajo del engaño y con ganas de coger. Eso sí, se tiró a matar a ley y dejó un rotundo espadazo. Con el quinto volvió a repetir idéntico planteamiento. Fue un astado que desparramó mucho la vista, distrayéndose en el embroque de cada muletazo. Más o menos manejable por el derecho –dentro de lo que cabe- por el izquierdo no quería ni uno y acabó desentendido por completo.

Nos quedaba Diego Bastos, otro sevillano que tiene su ambientito. Se había llevado a un buen puñado de partidarios a la plaza de la Maestranza que presentaba una buena entrada pese al color del día y lo tardío de la hora. El chaval se entregó con sinceridad desde que se abrió de capa dejando una grata impresión con el tercero, arrimándose de verdad. Bastos se reunió siempre con el novillo sin importarle las asperezas y llegó a trazar algún natural de nota antes de que el animal dijera basta. Eso sí, se atracó de toro en la estocada y estuvo cerca de llevarse un trofeo –habría sido el único de la larga novillada- que el palco, considerando que no había petición suficiente, no concedió. Le habría venido de perlas. Volvió a intentarlo todo con el sexto a la vez que amenazaba un nuevo aguacero que no llegó a romper por completo. Le tiró una larga y se expresó toreando a la verónica pero la cosa no iba a tener continuidad con la muleta pese a las indiscutibles ganas del chaval que, en su intención de agradar, se acabó pasando de rosca cuando aquello ya no podía caminar a ninguna parte.

FICHA DEL FESTEJO

Ganado: Se lidiaron novillos de Pallarés, muy en tipo de Santacoloma. El primero resultó soso y blando; de viajes cortos y parado el segundo; informal y muy desigual el tercero; noble y con movilidad el cuarto; deslucido y distraído el quinto y molesto y muy desigual el sexto.

Novilleros: Manolo Vázquez, de blanco y oro, silencio y silencio tras aviso

Sergio Rodríguez, de lirio y oro, ovación tras aviso y silencio

Diego Bastos, de tabaco y oro, vuelta tras petición y silencio tras aviso

Incidencias: La plaza registró media entrada holgada en tarde de nubes y claros. Se guardó un minuto de silencio en memoria del diestro José Fuentes, recientemente fallecido.