Feria Mundial del Toro: diez años después

La recentísima finalización de SICAB ha reavivado –a una década de su última edición- el recuerdo de aquella muestra que pasó a la historia por el desinterés de algunos sectores del propio mundillo taurino

27 nov 2019 / 11:38 h - Actualizado: 27 nov 2019 / 11:46 h.
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“Tenemos que saber si la Feria del Toro interesa al mundo del toro”. Era la frase lapidaria que sentenciaba aquella muestra inolvidable y posiblemente irrepetible. La pronunció Felipe Luis Maestro denunciando con impotencia el final irremediable de una brillante iniciativa que se murió por puro desinterés de sus actores naturales. Así de claro. El entonces director gerente de FIBES había convocado a la prensa el uno de febrero de 2011 para hacer oficial el eclipse total de aquel empeño coral que sólo necesitaba 300.000 euros para garantizar su supervivencia. Ante la falta de patrocinios oficiales y comerciales había que pescarlos entre la grey taurina. Pero no fue posible reunirlos. Ya lo hemos dicho: la mayor parte del sector se puso de perfil...

“La gente del toro no es que me haya dicho que no, es que hasta ahora no he conseguido reunirme con ellos” aseguraba Felipe Luis Maestro anunciando un encuentro que nunca tuvo lugar con los protagonistas de la fiesta -ganaderos, matadores, cuadrillas y empresarios- para conocer “hasta qué punto la Feria Mundial del Toro es necesaria para ellos”. El director gerente de FIBES también habló entonces de fallidas intervenciones de consejeros, de la falta de patrocinio privado ante la presión antitaurina...

De la misma forma explicó que se había frustrado una exportación del modelo a Madrid, “buscando la autofinanciación y una ciudad con mayor carga demográfica”. Finalmente, remachó el clavo narrando el fallido intento de involucrar en el patrocinio -apoquinando a escote los famosos 300.000 euros del ala- a las diputaciones de Jaén, Cádiz, Huelva y Sevilla, impulsoras de la tibia iniciativa ‘Territorio Toro’ que tenía –y tiene- al ganado bravo como reclamo turístico en esas provincias.

Feria Mundial del Toro: diez años después

Los problemas no eran nuevos. Hasta ese momento se venía barajando la fecha del 17 de febrero de 2011 para recuperar su continuidad estrenando, de paso, algunos cambios. La muestra –ya lastrada de problemas y dudas- no se había celebrado en 2010 pero pretendía adoptar un nuevo carácter bienal para amortiguar el dinero que se empleaba a fondo perdido. Esa nueva etapa implicaba una renovación total de su clásico formato. Se pretendía reinterpretar el pabellón plaza y el efímero coso taurino –fachada inconfundible de la Feria Mundial del Toro- que había sido su emblema durante más de una década. Pero esa nueva edición de 2011 nunca llegaría.

Hay que advertir que el normal desarrollo de la Feria Mundial del Toro había empezado a dar tumbos desde que la reunión informal de ministros de la OTAN desplazó su celebración en 2007. En aquella ocasión fue sustituida por un encuentro de profesionales del toro, que fueron agasajados por la organización como forma de mantener un espíritu de continuidad que desde entonces, y hasta el desenlace definitivo, había quedado tocado. La última edición llegó en febrero de 2009. Aún no se sabía que sería la última.

Feria Mundial del Toro: diez años después

Un texto de Fernando Savater convertido en epitafio

Pero a la feria aún le quedaba dictar su propio epílogo. Fue el 25 de febrero de 2010, en un acto organizado como otro presunto acto de mantenimiento de su espíritu bajo la inmensa cúpula de FIBES. Aquella convocatoria fue aprovechada para mostrar los nuevos contenidos que, finalmente, no pasarían del ‘power point’. La performance contó con la lectura de un texto reivindicativo del filósofo Fernando Savater que tenían que suscribir las personalidades del toro, la cultura y el espectáculo que se habían convocado para tal fin.

Savater estuvo arropado en aquella mesa por no pocas autoridades, el diestro Curro Romero y hasta la mismísima duquesa de Alba. Todos rubricaron el documento y luego, como en una peculiarísima protestación de fe, estamparon sus firmas toreros como José Ortega Cano, Eduardo Dávila Miura, El Cid, Diego Ventura o El Fandi, además de José Antonio y Tomás Campuzano, Juan José Padilla y Salvador Cortés. La fila se engrosó con otras personalidades como el cineasta Agustín Díaz Yanes pasando por cantantes como El Mani, Los del Río o Manuel Lombo y, por supuesto criadores de toros bravos como José Murube, Rafael Molina, Carlos Núñez, Gonzalo Domecq o Dolores Aguirre. A partir de ahí llegó el apoyo institucional, palabras de decidida apuesta por Tauromaquia del delegado municipal del momento y hasta de la consejera Clara Aguilera: “Andalucía lo tiene claro, quiere a la fiesta de los toros sin complejos. Esta actividad representa valores culturales y el gobierno andaluz siempre apostará por el toro”. Todo era de boquilla. No había un duro y las palabras se las llevó el viento...

Feria Mundial del Toro: diez años después

La memoria de una extraordinaria iniciativa

Y no hubo más pero el recuerdo de la Feria Mundial del Toro se reaviva ahora, recién finalizado el pujante SICAB, y se hace especialmente fresco al haberse cumplido diez años desde su última edición. Hay que recordar que la iniciativa había nacido en 1998 bajo el impulso decidido del ganadero Leopoldo de la Maza y Falcó, anterior conde de La Maza al que después seguirían otros criadores como Luis Algarra y José Luis Buendía. El conde hizo un gran esfuerzo para arrastrar al sector ganadero y convertirlo en columna vertebral de la iniciativa. Leopoldo de la Maza también contó con el dramaturgo Salvador Távora, encargado –en alternancia con Álvaro Domecq- del espectáculo diario en el pabellón plaza. Hasta logró involucrar a la Casa Real en el empeño. El propio rey Juan Carlos I ofició la inauguración de la V edición, la de 2002, para arropar a su amigo Poli. Al aristócrata y ganadero no le quedaba mucho tiempo de vida: falleció el verano de aquel mismo año en su finca Arenales sin saber que su proyecto tenía fecha de caducidad.

Feria Mundial del Toro: diez años después

Leopoldo de la Maza había encontrado en la figura de Felipe Luis Maestro el mejor valedor de la iniciativa. Maestro siempre habló de la Feria Mundial del Toro como “la joya de la corona” de FIBES: “Es uno de los mejores productos que se han hecho y se harán representando a un determinado sector económico”, llegó a explicar en la rueda de prensa convocada para echar el candado sin saber que estaba dictando el definitivo epitafio de la iniciativa.

Pero hay que volver a la génesis del invento advirtiendo que a finales de los 90 el toreo aún no había encontrado el estado de contestación que soportaría con el cambio de siglo aunque, eso sí, la feria salía adelante gracias al esfuerzo sin retorno de un puñado de ganaderos que contrastaba con la insólita ausencia y desapego de las figuras del toreo y la mayor parte de las empresas. En el debe, ojo, también hay que señalar la falta de empatía de la clase ganadera con el visitante medio con el que, seguramente, no se supo conectar. Mucha gente ajena al mundillo acudía a la muestra teniendo la sensación de asistir a una fiesta privada dividida entre los distintos expositores.

Feria Mundial del Toro: diez años después

A pesar del esplendor de su deslumbrante puesta en escena, la muestra taurina sobrevivía cogida con alfileres en lo económico. El costo de las últimas ferias ascendía a un millón de euros de los que 200.000 eran aportados por FIBES. Pero hay que reincidir en el dato: más allá de los 300.000 que faltaban en la caja de la organización para completar el presupuesto de la feria en 2011, seguía quedando pendiente saber hasta qué punto los sectores implicados en la gestación del espectáculo taurino, no sólo la Unión de Criadores, se quisieron ver reflejados en un acontecimiento que desapareció del calendario expositivo sevillano dejando un extraño regusto. Ya han pasado más de diez años.