Abril 2016: ¿vuelta a la normalidad?

La gran faena de Morante y el indulto de ‘Cobradiezmos’ marcaron las cumbres de un ciclo que también supuso el retorno de todas las figuras ausentes en 2014 y 2015

18 abr 2016 / 22:27 h - Actualizado: 18 abr 2016 / 22:39 h.
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  • Manuel Escribano, que ha quedado fuera de los premios de la Real Maestranza, cuajó de cabo a rabo la exigente embestida del toro ‘Cobradiezmos’. / Inma Flores
    Manuel Escribano, que ha quedado fuera de los premios de la Real Maestranza, cuajó de cabo a rabo la exigente embestida del toro ‘Cobradiezmos’. / Inma Flores
  • Morante de la Puebla pasea las dos orejas que cortó. / Manuel Gómez
    Morante de la Puebla pasea las dos orejas que cortó. / Manuel Gómez

La Feria de Abril de 2016 fue la feria de la paz. Todas y cada una de las figuras que habían renunciado a anunciarse en la plaza de la Maestranza en 2014 y 2015 se liaron el capote de paseo. Con distintas circunstancias y resultados y hasta dispares estrategias. Pero no faltó ni uno. El peso de esa categoría se notó de una forma especial en el festejo del viernes de preferia. Morante, El Juli y Perera –que cumplió una única función con apabullante autoridad– delimitaron qué signica ser y estar en figura del toreo. A partir de ahí la Feria fue otra.

Pero antes habían pasado ya algunas cosas. En la misma tarde de Resurrección se marcaron algunas constantes: el propio Morante -que escuchó tres avisos- dictó una importante faena que sirvió de declaración de intenciones. Manzanares no alcanzó a acoplarse a los mejores garcigrandes y Talavante enseñó su definitiva madurez técnica y artística en su único pase.

Morante volvería a caer de pie en su segunda comparecencia, con los toros de Victoriano del Río, en la que plantó cara a un manso de libro. Pero el de la Puebla sí se estrelló contra el muro de la decepcionante corrida de Jandilla, que tampoco dejó destaparse al esperadísimo Urdiales. No podíamos atisbar que el definitivo recital llegaría en con el octavo y último toro que mataba en la Feria. La faena de Morante con ese dulce cuvillo es la de mayor diapasón artístico del ciclo y, posiblemente, una de las mejores de su vida. Pero, ojo, en ese nivel de importancia hay que valorar la actuación de Escribano con el famoso y laureado Cobradiezmos de Victorino Martín, que echó otros dos ejemplares de interés, especialmente un tercero al que Ureña le enjaretó una faena preciosista y personal generosamente premiada.

También fue premiado con cierta alegría el emergente diestro madrileño López Simón que, con dos orejas en la talega y a pesar de su indiscutible valor y entrega ilimitada ha evidenciado que necesita seguir evolucionando para ampliar su recorrido. El apartado de excelencias no podría estar completo sin incluir el concertino de Ponce con el pastueño primero de Juan Pedro que, con sus altibajos, echó uno de los toros más bravos de la Feria, sorteado por Manzanares que también se llevó dos boyantes cuvillos a los que cortó dos orejas que, en sus mejores tiempos, habrían sido cuatro. Sale tocadito de Sevilla.

Sí cotiza al alza el papel de gran figura de El Juli, herido en su segunda tarde pero entregado, magistral e imperial en los cuatro toros que mató. Al Juli le espolea la pujante juventud de Roca Rey, que también ha cumplido las expectativas enseñando los caminos que aún tiene que recorrer. En esa línea hay que sumar las ganas de ser de José Garrido, inasequible al desaliento con un duro y complejo cuvillo. Dejamos para el final el caso Padilla sin olvidar la renovada puesta en escena de Raelillo y la solvencia profesional de Castaño, recién salido de una gravísima enfermedad. Y el triunfo del jerezano –al que no restamos legitimidad– hay que ubicarlo dentro del particular clima que vive la plaza el sábado de farolillos. En cualquier caso, para su cuerpo se lo lleva el veterano matador.

Dentro de la lista de buenos propósitos hay que salvar la disposición de Delgado, la refrescada calidad de Moral, la constante evolución de Javier Jiménez o la solvencia de Adame. Esaú, Fortes –siempre en el filo de la navaja– y Borja Jiménez tuvieron que luchar contra los elementos y una pésima corrida de Tornay.

Tampoco fue completo el reencuentro con David Mora con uno de los buenos toros que echó Daniel Ruiz. Y hablando de toros buenos, hay que sumar una extensa lista de ejemplares Garcigrande, Torrestrella, Las Ramblas, Victoriano del Río, Fuente Ymbro y hasta Miura que no siempre cayeron en buenas manos.

En el capítulo de las decepciones hay que consignar el enquistamiento del mal momento de El Cid, la falta de química de Castella, el conformismo de Luque, la astenia primaveral de Finito, el gran toro de Fuente Ymbro que desperdició El Fandi o la escasa solvencia de Morenito de Aranda con un victorino muy aprovechable... el resto, si lo hay, no ha dejado recuerdo.