Más ‘torrestrellas’ que cachorros

Garrido cortó la única oreja al mejor toro del envío de Los Alburejos. Los toros de Álvaro Domecq, sin cerrar un encierro completo, tuvieron muchas teclas que tocar

26 abr 2017 / 23:42 h - Actualizado: 27 abr 2017 / 09:42 h.
"Real Maestranza","Feria de Abril 2017"
  • Garrido cortó la única oreja del festejo a este serio, hondo y engatillado ejemplar llamado ‘Ruidoso’. / Reportaje gráfico: Manuel Gómez
    Garrido cortó la única oreja del festejo a este serio, hondo y engatillado ejemplar llamado ‘Ruidoso’. / Reportaje gráfico: Manuel Gómez
  • Álvaro Lorenzo remata una serie con un pase de pecho.
    Álvaro Lorenzo remata una serie con un pase de pecho.
  • Ginés Marín se esforzó a tope pero no terminó de redondear.
    Ginés Marín se esforzó a tope pero no terminó de redondear.
  • Garrido brilló toda la tarde en el manejo del capote.
    Garrido brilló toda la tarde en el manejo del capote.

La corrida se vivió pendiente del toro. El encierro de Torrestrella tenía delante una terna de promesas –apretadas en un mismo cartel– que tenían el deber de convencer a la cátedra sevillana antes de que el brillo de los farolillos y los destellos de las figuras abarroten esos tendidos que estos días de vísperas aún lucen semidesnudos. Pero Garrido, Lorenzo y Marín también necesitaban volver la atención que concitaban los toros de Álvaro Domecq, que no suelen fallar en la plaza de la Maestranza a pesar de su destierro histórico en el llamado cartel de toreros mediáticos.

Con esos mimbres comenzó la corrida con un primer ejemplar que hizo sonreír a los cabales del tendido. Garrido, en una declaración de intenciones, se marchó raudo a la puerta de chiqueros pero la larga cambiada fue lo de menos. El diestro extremeño, de menos a más, cuajó de cabo a rabo el animal en verónicas expresivas y de aire abelmontado que tuvieron la virtud de frenar su carrera abanta. Hubo galleo exquisito por chicuelinas, un quite natural por delantales y esos remates que Garrido borda. Pero ojo, el toro ya mostró que iba a blandear en el quite de Álvaro Lorenzo. Y así fue: el bicho se agotó por completo en la muleta, mostrándose a la defensiva de puro flojo. Una estocada fea y habilidosa lo mandó al otro barrio.

No había podido ser con este pero Garrido se iba a encontrar con un ejemplar, el engatillado y hondo cuarto, que le dejó torear de nuevo a placer a la verónica; espatarrado y hasta con cierto desgarro. La revolera a capote vuelto encendió una ovación de gala. ¿Sería posible ahora? Curro Sanlúcar le pegó un puyazo en toda la yema aunque perdió la cabalgadura al segundo encuentro. Lorenzo no perdonó el quite, por precisas y preciosas chicuelinas. La cosa se estaba lanzando y Garrido brindó a la parroquia antes de echarse de rodillas en un inicio de faena de aire añejo. La cosa fue subiendo de tono en dos series de acople creciente aunque hubo más kilates en los remates y los adornos que en el toreo fundamental. Tampoco faltaron brillos al natural, belleza en los ayudados por alto y cierta laguna central que el diestro de Badajoz resolvió volviendo al pitón derecho del toro. Aún le hizo cositas y lo mató de una estocada tan rinconera como eficaz. La oreja era de cajón aunque el toro compartió las palmas....

El segundo de la muchachada era el toledano Álvaro Lorenzo que ofició su particular homenaje a Palomo Linares vistiendo un terno blanco y plata del que prendió un crespón negro. Lorenzo sorteó un segundo que despertó el interés en su embestida humillada después de escupirse del peto. Es verdad que el bicho ya marcó su vocación mansa en el tercio de banderillas pero también es cierto que el de Torrestrella –brindado al cielo– rompió con importancia en un buen puñado de muletazos que Álvaro Lorenzo armonizó en dos series redondas. Pero no hubo más. El toro, que había llegado a dejarse el morro por el suelo, cambió de condición cuando su matador se echó la muleta a la mano izquierda en un error de estrategia. Cuando volvió al otro lado el ritmo del trasteo y del propio animal ya había decaído y la cosa terminó de ponerse fea con el sablazo espantoso que hizo guardia. Con el quinto no hubo nada que hacer. Álvaro Lorenzo se empleó en un esfuerzo baldío y sin rédito que no dejó ningún recuerdo.

El tercero de este frente de juventudes era Ginés Marín que también sorteó dos toros con distintos matices con los que no acabó de redondear. El tercero, que duró muy poco, colocó la cara –como dicen los modernos– aunque quizá duró muy poco. El sexto llegó a galopar un punto descompuesto en la muleta. Ginés se mantuvo firme, no siempre resolutivo, aunque la faena fue bajando de tono sin que hubiera llegado a romper nunca.

FICHA TÉCNICA

Plaza de la Real Maestranza

Ganado: Se lidiaron seis toros de Torrestrella, bien aunque desigualmente presentados. El mejor toro del encierro fue, indiscutiblemente, el cuarto. Fue un animal que tuvo movilidad y galope y se abrió con importancia en los embroques. El primero, de más a menos, se paró en la muleta. Humilló por el pitón derecho el rajadito segundo y resultó algo desigual el tercero, que también brindó algunas embestidas de importancia. Bajó mucho el correoso quinto y galopó algo descompuesto el sexto antes de ponerse a la defensiva.

Matadores: José Garrido, de pétalo de rosa y azabache, silencio y oreja

Álvaro Lorenzo, de blanco y plata, silencio tras aviso en ambos.

Ginés Marín, de esmeralda y oro, silencio en ambos.

Incidencias: La plaza registró menos de media entrada en tarde fresca y algo nublada. Después del paseíllo se guardó un minuto de silencio en memoria del diestro Palomo Linares, recientemente fallecido.