Feria de San Miguel

Morante: vuelve la ley de Guerrita

El diestro de La Puebla marcó la cumbre indiscutible de un largo ciclo que también deja para el recuerdo las faenas de Emilio de Justo, Urdiales, Escribano y el luminoso capote de Ortega

04 oct 2021 / 12:50 h - Actualizado: 04 oct 2021 / 12:59 h.
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  • Morante abandona la plaza de la Maestranza al anochecer del primero de octubre. / Foto: Arjona-Toromedia
    Morante abandona la plaza de la Maestranza al anochecer del primero de octubre. / Foto: Arjona-Toromedia

Ya lo dijo el altivo califa cordobés: “Después de mí, naide...” La célebre sentencia, ley del pontificado guerrista, ha reverdecido en este largo, estrecho y no siempre brillante ciclo de San Miguel que ha condensado una temporada entera en dos semanas de toros en las que hubo de todo: bueno, malo, regular y...sublime. Morante escaló la cumbre más alta, la más hermosa, la más emocionante. La faena del diestro cigarrero al cuarto toro de Juan Pedro Domecq en la tarde del primero de octubre fue una de las más bellas y desgarradas de su vida y, evidentemente, una de las grandes conmociones que ha vivido la plaza de la Maestranza en los últimos lustros.

Pero es que el diestro de La Puebla ya había abierto el ciclo -reabriendo el coso del Baratillo después de dos años de seguía taurina- al alumbrar con luz propia el festejo inaugural, con Roca y Aguado en el cartel. Fue una faena tan bella por fuera como densa de contenido. Pero también resultó una tarde aciaga para Pablo Aguado que se resintió de una vieja lesión de rodilla que le acabó mandando al quirófano sin demasiadas dilaciones, obligándole a cancelar la recta final de su campaña, incluyendo las dos tardes que aún tenía que cumplir en Sevilla. En esa tesitura, la esperada cita del día 24 de septiembre no admitía otra componenda que el mano a mano entre Morante y Juan Ortega, que volvió a acabar el papel como todas y cada una de las comparecencias del diestro cigarrero que ha sido, a la postre, el más taquillero del abono otoñal junto al cartel del sábado 25 de septiembre, que gozó de la inercia del fin de semana y el indudable tirón de Roca Rey.

Morante: vuelve la ley de Guerrita
Morante toreó así el día de su gran faena al toro de Juan Pedro Domecq. / Foto: Arjona-Toromedia

A nadie resultó demasiado extraño que la corrida de Juan Pedro chafara el asunto aunque la luz del capote de Juan Ortega volvió a ser un acontecimiento que ya había preludiado en la tarde de los ‘jandillas’, la de su presentación como matador en la plaza de la Maestranza. Morante no tuvo demasiadas opciones esa tarde y encaró su tercer compromiso, con otro envío de Juan Pedro, resuelto a no fallar. Su capote hizo nuevos los lances antiguos –cambios de rodillas, tijerillas- y sublimó el mejor toreo a la verónica. De su muleta surgió la faena más desgarradoramente bella y emocionante del ciclo –no faltó una tremenda voltereta- rematada con un gran volapié. Merecía el rabo, la Puerta del Príncipe... El eco de su labor nos sigue alimentando pero a Morante aún le quedaba la ración de ‘miuras’ para cerrar su gran feria. Al primero, vacío de todo, lo toreó con la gorra pero no pudo lidiar al esmirriado e inválido cuarto que tuvo que ser sustituido por un sobrero de Virgen María al que cuajó otra bella faena de pinturas que habría merecido otro trofeo que él mismo se empeñó en abortar.

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Emilio de Justo cuajó una gran faena y le cortó las dos orejas a un toro de Victorino. / Foto: Arjona-Toromedia

Otras faenas de premio

El gran cuadro de honor de la feria lo había inaugurado el diestro cacereño Emilio de Justo que se mostró sencillamente magistral con un importante pero complejo toro de Victorino Martín al que sacó hasta la última gota de su bravura en una faena de perfecciones que puso en sus manos dos orejas de peso. Fue una tarde globalmente sobresaliente para el extremeño, que se impuso a la gestualidad de Antonio Ferrera preludiando ambos lo que iba a pasar después en Feria de Otoño de Madrid, que se ha solapado con el ciclo sevillano: De Justo a hombros; Ferrera perdido con los ‘adolfos’.

También entró en Sevilla –ya había mostrado sus mejores cartas de presentación en 2019- el diestro Diego Urdiales. Hay que anotar que el riojano no estuvo nada a gusto en su primera tarde, un miércoles a contrapelo y con escaso público en el que no quiso meterse de verdad con el toro más manejable de Santiago Domecq. Pero el matador de Arnedo se sabía esperado y no defraudó. El definitivo recital llegó en la penúltima de abono y con el segundo envío de Garcigrande que brindó un toro con posibilidades para cada uno de los espadas. Su faena, plena de clasicismo y medida expresión natural, se vivió como un bálsamo por el público sevillano que se entregó sin fisuras. Manuel Escribano también se sumó al club de las dos orejas. Se las cortó a un toro de Miura de gran clase al que toreó con enorme profundidad sobre la mano derecha después de sufrir un feo porrazo.

Ya hemos mencionado el toreo de capote de Ortega que hay que incluir, por derecho propio en la lista de acontecimientos de la Feria. Fueron dos mazos de verónicas de inaudita lentitud, compostura natural, ritmo... El diestro sevillano ya es uno de los grandes del percal y tiene el trazo más rabiosamente clásico del toreo de muleta. Pero Juan puede y debe profundizar en el camino de la capacidad para pasar del regusto al triunfo grande. Los mejores capotazos y muletazos de la feria salieron de su mano pero hay que rebasar otras fronteras para navegar en la vanguardia.

No se nos olvida la demostración de gran rejoneo de Guillermo Hermoso de Mendoza, dignísimo hijo de su padre. Acabó con el cuadro; cortó tres orejas; le abrieron la Puerta del Príncipe... pero no tuvo iguales. El joven jinete navarro debe competir con los mejores y dejar atrás componendas y mezquindades que sólo están sirviendo para empobrecer el espectáculo. Para qué vamos a negarlo: en el cartel de rejones, de medio tono, faltaba otro maestro que también vive en La Puebla.

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El diestro riojano Diego Urdiales es uno de los grandes triunfadores de la Feria de San Miguel. / Foto: Arjona-Toromedia

Y el resto de la tropa

Ateniéndonos a la frialdad de las matemáticas el triunfador numérico del ciclo es José María Manzanares que ha logrado puntuar con correcta profesionalidad en las tres tardes que ha contratado. Son tres orejas, sí, pero con lotes notables –en las corridas de Jandilla, Matilla y la segunda de Garcigrande- que deberían haberle permitido volar mucho más alto. Es un caso parecido, con distintas circunstancias, al de El Juli. El madrileño no terminó de convencer con un importante sobrero de Garcigrande y tampoco apuró las posibilidades de un gran toro de Matilla al que cortó una ramplona oreja. Ambos parecen más que amortizados. El tiempo no pasa en balde.

¿Qué le ha pasado Roca Rey? La llamada revolución de los clásicos le ha pasado una alta factura al diestro peruano que sale de Sevilla tentándose la ropa a pesar de sus grandes esfuerzos por lograr el triunfo. En su primera tarde manejó un toro de Victoriano del Río para andar más brillante; en la segunda –la primera de Garcigrande- sacó toda su artillería con el rajado sexto y en la tercera, segunda de Juan Pedro, se empleó a tope en sus dos toros pero quedó completamente noqueado después de contemplar el arrojado, emocionante y bello faenón de Morante. Debe rumiar su revancha...

Hay que destacar como merece el excelente momento de Daniel Luque que, por compostura, conocimiento, entrega y ambición ha sabido rentabilizarse a sí mismo en su mejor momento personal y profesional. Da gusto ver al matador de Gerena en la cara de los toros, desenvolverse con todo tipo de embestidas, resolver sus problemas y hacerlo siempre con sentido de la estética en el manejo de capote y muleta. Luque supo nadar con la cabeza alta en medio del naufragio de Fuente Ymbro y estuvo muy cerca de cortar una oreja en la de Santiago Domecq. El diestro de Gerena tiene sitio en las ferias y merece pasar de órbita. Mucho más previsibles resultaron las actuaciones de Miguel Ángel Perera, que acusa el desgaste de sus lustros de alternativa. Al diestro extremeño le quedó el beneficio de la duda con los toros de Ricardo Gallardo. Antes había cortado una oreja a los ‘garcigrandes’ brillando con el capote y tirando de su guión más conocido con la muleta. También puntuó en la tabla el murciano Paco Ureña, contratado a una única tarde para estoquear la corrida de Matilla. No sorteó ninguno de los buenos pero se la jugó sinceramente con el bruto sexto. Le cortó la oreja.

Había más nombres en los carteles, como el de Ángel Jiménez, que tomó la sustitución de Pablo Aguado en la corrida dl último sábado. El joven matador ecijano mostró personalidad, garra y ganas de ser pero debe crecer en oficio. También pasó Rafa Serna por Sevilla sin lograr esta vez ese trofeo que le ha mantenido navegando desde su alternativa. Tampoco logró triunfar, aunque lo necesitaba, el diestro palaciego Pepe Moral que estrelló sus esfuerzos con un lote de ‘miuras’ sin posibilidades. Pasó sin pena ni gloria El Fandi, cumpliendo la inevitable cuota de fontanería taurina.

Hay que hablar de los novilleros en función del ganado que tuvieron delante. Manolo Vázquez –que toreaba por primera vez con caballos en Sevilla-, Jaime González-Écija y Manuel Perera tuvieron delante un excelente encierro de El Parralejo para salir lanzados de Sevilla pero sólo Perera –que cortó una oreja a cada uno de sus novillos- aprovechó la oportunidad a su modo. Les vino larguísima. Mucha más importancia tuvo la actuación de la llamada terna de triunfadores formada por Calerito, Manuel Diosleguarde y Jorge Martínez. Fueron tres capitanes intrépidos que dieron el paso de verdad ante una infumable novillada de Rocío de la Cámara que, más que un premio, se acabó convirtiendo en una auténtica prueba de fuego.

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Un toro de Miura se asoma por encima de la barrera. / Foto: Arjona-Toromedia

Decepciones ganaderas

En el apartado ganadero ha pesado la edad en muchos de los toros lidiados, que también ha podido influir en la presentación muy alejada del canon, cada vez más diluido, del llamado toro de Sevilla. No gustó nada la fachada de la corrida de Victoriano del Río que sí echó un toro de nota –el segundo- en medio de un encierro mediocre y viejuno. Sí dio opciones la de Jandilla, especialmente con un segundo con clase y alegría. Hemos mencionado el gran juego de la completa novillada de El Parralejo, de perfecta y ajustada presentación para Sevilla. No gustó esta vez la de Santiago Domecq aunque hubo un primero que quedó un punto inédito.

Mención aparte merece el interesante envío de Victorino Martín, con un cuarto de gran fondo y un quinto que no regaló nada. Juan Pedro Domecq envió dos encierros. Le sobraron los dos. También hizo doblete Garcigrande, brindando varios ejemplares de interés: en la primera tarde, la del 25 de septiembre, hubo hasta tres toros con posibilidades. En la segunda, el 2 de octubre, lidió otros tres que podrían conformar una corrida ideal.

También sirvió, y mucho, la corrida que se trajo el Niño de la Capea para los rejoneadores. Sólo la supo aprovechar Hermoso. Ya hemos comentado el borrón que echó Rocío de la Cámara, similar al de Ricardo Gallardo que trajo a Sevilla una corrida de fea fachada, pasada de edad y falta de contenido. La verdad sea dicha: uno de los encierros más completos, a la postre, ha sido el de los Hermanos García-Jiménez, la traída y llevada casa Matilla que sí cumplió con los estándares del toro de Sevilla. Hubo tres toros de triunfo, no siempre aprovechados. Y San Miguel concluyó, con todo el abono sevillano de 2021, con una corrida de Miura que no debió saltar al ruedo de la Maestranza por su presentación abecerrada y falta de remate. Eso sí: hubo un animal, el segundo, que puso en órbita a Escribano. Ya queda menos para el Domingo de Resurrección.