Miguel Ángel Perera ha logrado una rara y completa comunión con el público choquero. El veterano diestro extremeño nunca falla en el coso de La Merced. Su nombre, además, empieza a ser inseparable de una ganadería, la de Torrealta, que ha logrado volver por sus mejores fueros en Huelva. En 2017 fue un encierro de nota; en 2018, el indulto de ‘Sereno’... En 2019 el encierro, seguramente, no alcanzó las mismas cotas pero sí brindó un gran segundo que permitió a Perera cuajar una actuación precisa, impecable y rotunda desde que se abrió de capote hasta que lo tumbó de una estocada.
El recital comenzó con unos lances templadísimos que cerró con una media excepcional y una larga que hizo honor a su nombre. El toro ya anunciaba esa calidad que se hizo manifiesta en el quite variado, especialmente en una exquisita cordobina que reveló el temple de su embestida. Perera pudo comprobar el excelente tranco del animal en el tercio de banderillas, que culminó con una ovación de gala para Curro Javier. La faena comenzó de rodillas, con pases cambiados que sumó a un sorpresivo molinete y un gran pase de pecho. A partir de ahí, la cosa se lanzó en progresivas rondas de muletazos tersos, templados, de trazo nítido. Pero el trasteo se iba a romper por completo por el lado izquierdo, con el torero entronizado en los medios y arrastrando la muleta con impresionante cadencia. El final, metido entre los pitones, certificó que se había acabado la gasolina del animal. El espadazo rubricó los dos orejones. Aún iba a caer dos más...
La faena al quinto tuvo un denso argumento interior. Miguel Ángel tuvo que emplearse a fondo para extraer el buen fondo del toro de Torrealta en una faena muy bien construida, basada en el sentido del temple y en la colocación de los engaños. Al bicho no le quedó otra salida que seguir las telas que siempre le tapaban todas las salidas. Había que resolver sus distracciones entre muletazo y muletazo y el torero, después de someter a su enemigo, logró subir el tono de su labor en un final trepidante e intenso que rubricó de un estoconazo. Cayeron de nuevo las orejas y se renovó el idilio. En Huelva no hay quién le tosa...
Pero ver triunfar de esa manera a Perera en Huelva ya no es ninguna sorpresa. Tampoco empieza a serlo contemplar a El Juli enfrentarse a sus dos toros de una forma tan deslavazada y alejada de su condición de primerísima figura. A nadie se le escapa que la expresión del maestro madrileño cambió radicalmente después de aquella gravísima cornada de Sevilla. Julián es fiel a sí mismo en los toros que mejor se acoplan a su tauromaquia pero enseña sus esquinas más negras cuando no lo ve claro. En esa tesitura, había que frotarse los ojos para verle agotar el tiempo con un animal, el primero, que se destroncó por completo en el caballo. Tenía un punto de nobleza que difícilmente podía desarrollarse por su falta de motor. ¿Qué pintaba un maestro de referencia dándole pases y más pases en una faena insustancial? Una voz del tendido –“¡Qué aburrimiento!”- sentenció el asunto y el torero no tuvo más remedio que cortar. Pero la decoración no iba a mejorar demasiado con el cuarto, un toro de embestida espesa al que toreó de forma farragosa, sin hilo ni planteamiento. No sabemos quién andaba más nublado: si el toro o el torero que acabó con ese batiburrillo de muletazos sin orden ni concierto con una estocada trasera y fulminante.
Cayetano, que acudía a Huelva en sustitución de Roca Rey, tampoco tuvo su tarde más feliz. El menor de los Rivera Ordóñez se ha hecho acreedor de la mayor parte de las sustituciones del paladín peruano gracias a su triunfo en la feria de San Fermín. Había acumulado algunas salidas a hombros pero este viernes las cosas no rodaron. Cayetano, ésa es la verdad, toreó demasiado despegado al noble ejemplar que saltó en tercer lugar. Faltó reunión, compromiso... hasta que, decidido a apostar, logró romper la faena en una serie más ajustada que culminó con un amago de cogida. Un pinchazo y una estocada tendida no terminaron de arreglar las cosas. Pero el nieto del maestro de Ronda tampoco iba a acertar en el planteamiento de faena al manso sexto. Hubo brindis solemne, descalzamiento y un absurdo empeño en iniciar la faena sentado en el estribo, a completa contraquerencia de un animal que ya había marcado sus terrenos. La faena se perdió en intentos y más intentos mientras caída la noche en el coso de la Vega Larga. Esta tarde, más...
Ganado: Se lidiaron seis toros de Torrealta, bien aunque desigualmente presentados. El mejor de todo el envío por clase, duración y nobleza fue el segundo. El primero, noble, se desfondó por completo; el tercero resultó más que potable; deslucido el cuarto; sirvió el distraído quinto y resultó manso de solemnidad el sexto.
Matadores: Julián López ‘El Juli’, de nazareno y oro, ovación en ambos
Miguel Ángel Perera, de coral y oro, dos orejas y dos orejas
Cayetano, de celeste y oro, ovación y silencio
Incidencias: La plaza registró más de tres cuartos de entrada en tarde veraniega pero agradable. Saludaron Curro Javier y Javier Ambel.