Populismo, orejas y buen toreo

Padilla cortó un rabo pero las actuaciones más sólidas las cuajaron El Cid y Vilches

10 sep 2016 / 10:06 h - Actualizado: 10 sep 2016 / 14:50 h.
"Juan José Padilla"
  • El diestro de Salteras fue capaz de interpretar los mejores muletazos del festejo. / Álvaro Pastor Torres
    El diestro de Salteras fue capaz de interpretar los mejores muletazos del festejo. / Álvaro Pastor Torres

Para qué vamos a engañarnos. El cartel había despertado pocas ilusiones, más allá del retorno de Luis Vilches, el honesto torero local que volvía a pisar el ruedo de su pueblo después de algunos años de ostracismo y desencuentros. Pero, la verdad sea dicha, la escasez de imaginación para rematar la terna del festejo, hacía brillar por su ausencia otros nombres, otras perspectivas y una auténtica apuesta de futuro. Pero así está el toreo...

Una larga cambiada en el tercio sirvió para calentar los ánimos. Soplaba el viento y cantaba el cemento vacío pero Padilla se empleó a fondo en lo suyo para intentar caldear el ambiente. Un puyazo de circunstancias dio paso a un desordenado tercio de banderillas en el que sobraron mil capotazos y muchas pasadas en falso. Sorprendió la falta de recursos del jerezano, mosqueado con las aviesas intenciones del toro por el lado derecho. El pitón bueno era el izquierdo aunque la faena sólo tomó vuelo en una serie de muletazos cambiados y encadenados antes de tirar de cercanías. La espada fue solvente y le pidieron dos orejas. Se le dio una. Cosas de la Feria. El diestro jerezano volvió a verse en apuros al lancear al cuarto aunque se desquitó en parte con un quite por navarras que precedió un tercio de banderillas calamitoso en la preparación y más brillante en la reunión. El tercer par, culminado al violín, arregló el asunto. La faena fue fiel al argumento más genuino del Ciclón de Jerez: el jaleo comenzó de rodillas; hubo pausa, fandango, pasodoble... La gente estaba metida en harina y Padilla, fiel a su mejor ser, tiró de pirotecnia y hasta de buen toreo manejando la zurda. La banda, que bordó La Concha Flamenca hizo el resto. Pero aún hubo nuevos efectos especiales con la parroquia a favor de obra. Le dieron hasta el rabo.

El Cid lanceó con temple y rabioso sabor clásico a un segundo que anunciaba tanta clase como pocas fuerzas. Las medias verónicas a cámara lenta recordaron al gran torero de otro tiempo. Brindó al Cuqui, torero local que quedó en el camino, y trazó una faena limpia, bien hecha y bien dicha en su primer tranco, en la que sobresalió una virtud: el temple. No hubo el mismo entendimiento por el lado izquierdo pero el trasteo volvió a tomar vuelo en el toreo a derechas. Hubo trofeo. Con el basto cuarto pintaron ídem. El animal se mostró remiso en la lidia, guasón en banderillas y mansurrón en la muleta. El Cid escenificó una batalla inicial que dio lugar al relajó final. No se había encontrado a gusto con el bicho, que andaba loco por coger la puerta, en el inicio de la faena pero acabó buscándole las vueltas hasta poner de acuerdo al personal. Al final fue capaz de relajarse en un puñado de muletazos que redondearon su larga labor. La tarde ya andaba metida en las tinieblas y alguno hasta pidió el indulto. Pero tampoco era para tanto.

Era el turno de Vilches, que recibió a su primer enemigo con recios capotazos. El animal derribó con estrépito al piquero y el tercio se resolvió con un mero picotazo. Vilches brindó a sus paisanos y comprobó que el toro se rebosaba en el engaño en los primeros compases de la faena. El toro se desplazó por el izquierdo aunque Luis, siempre entregado, acusó en parte la inactividad. La de ayer era la primera tarde de su particular temporada pero logró calentar el ambiente en el epílogo de su labor. El inevitable fandango de Manolo Orta, con la espada montada, llegaba algo tarde pero el acero entró a la primera y puso a todo el mundo de acuerdo para que Vilches paseará dos orejas ante los suyos. Volvió a lancear con buen aire al sexto, un zambombo con querencia a los tableros que protestó en la muleta. El diestro utrerano le buscó las vueltas a pesar del aire cansino y rebrincado de su embestida. Vilches acabó por cogerle el aire hasta torearlo con trazo macizo, sentido de la ligazón y ritmo. Luis se sobrepuso a sí mismo con este animal que, en definitiva, supuso un reencuentro consigo mismo; pero también con su gente de Utrera. Desgraciadamente el acero se atascó.

Plaza de toros de la Mulata

Ganado: se lidiaron seis toros de El Torero, correctamente presentados para la categoría de la plaza. Sirvió más por el izquierdo el primero; templado y noble el segundo; potable el tercero; noble el cuarto; manso el quinto y mansito y manejable el sexto.

Matadores: Juan José Padilla, de verde inglés y oro, oreja con petición de la segunda y dos orejas y rabo

Manuel Jesús El Cid, de azul Rey y oro, oreja y dos orejas

Luis Vilches, de púrpura y oro, dos orejas y oreja tras aviso

Incidencias: La plaza registró menos de media entrada en tarde ventosa y fresca.