Tiempo de fritos variados

Los febles estoques de Roca Rey; los rescoldos de San Fermín o la sorprendente actuación sevillana de la novillera cordobesa Rocío Romero han ocupado algunos de los dimes y diretes de los aficionados en la última semana. La temporada sigue...

18 jul 2017 / 11:18 h - Actualizado: 18 jul 2017 / 16:17 h.
"Toros","Observatorio taurino"
  • El diestro peruano Andrés Roca Rey rompe la espada al entrar a matar al segundo de su lote, durante el séptimo festejo de los Sanfermines. EFE/Jesús Diges
    El diestro peruano Andrés Roca Rey rompe la espada al entrar a matar al segundo de su lote, durante el séptimo festejo de los Sanfermines. EFE/Jesús Diges

Roca Rey: el enigma de las espadas rotas
El pretendiente peruano ha vuelto al dique seco. Y lo ha hecho en la reaparición de un percance anterior. Los dos han estado marcados por un denominador común: Roca Rey ha resultó herido dos veces consecutivas en el embroque de la suerte de matar al partirse la espada. La escena fue idéntica en Badajoz y Pamplona y ha vuelto a meter en la cama a un torero que suma tres percances de consideración en una temporada en la que aún navega como número uno del escalafón. Esa sangre sobre sangre puede acabar pasándole factura pero la pregunta hoy es otra: ¿qué le pasa a los estoques del peruano? Andrés usa esas modernas –y espantosas- empuñaduras que sustituyen las clásicas bolas de gamuza por una especie de antiestético mango. ¿Influye esa circunstancia en su manera de entrar a matar? ¿Hay algún problema con el acero? El enigma está ahí para el que quiera investigarlo...


Algunas notas sobre el ciclo de promoción

Apostamos y ganamos. La novillera Rocío Romero -que concedió una entrevista a El Correo que ha tenido una extraordinaria repercusión- marcó la diferencia en el ciclo de promoción de nuevos valores que ocupa las noches de los jueves de julio en la plaza de la Maestranza. La crónica del festejo y el análisis posterior también circularon con inusitada velocidad por las redes marcando la excepcionalidad de su labor. El temple y la naturalidad de la jovencísima aspirante cordobesa pusieron un sorprendente punto y aparte en los habituales vicios de los canteranos, pasados de rosca en los tiempos; estereotipados en las formas y, eso sí, necesitados de beber en fuentes como las que está redescubriendo Antonio Ferrera, que se ha reinventado a sí mismo como un lidiador de amplios registros y un intérprete del toreo entendido como tratado de cadencia y armonía. Deben tomar nota los aspirantes a fenómenos de lo que sobra y lo que falta en su esportón. Aún queda un festejo clasificatorio y pueden pasar muchas cosas pero ya hay un nombre muy claro para la final. Eso sí, las orejas son lo de menos y así debe entenderlo el jurado de asesores para ajustar la nómina de finalistas al nombre de los mejores. Pedimos huella, poso, proyección y, ojo, muchas ganas de ser.


Sublimación del encierro frente a la corrida

La información de la bajada diaria de las reses que se lidian por la tarde en la plaza de toros de Pamplona es amplia, exhaustiva y hasta cuenta con sesudos analistas de los pormenores y detalles de lo que -ustedes perdonen- sólo es un tropel trepidante y veloz de bueyes, corredores, curiosos, no pocos insensatos y... seis toros bravos criados y seleccionados con mimo para ser lidiados. Pero dejaremos el encierro a sus amantes y alquimistas sin cuestionar su indudable e irresistible atractivo. El caso es que cuando las reses traspasan las puertas de los chiqueros siguiendo a los dobladores se esfuman por arte de magia de la atención mediática. Pero no, no los engulle un agujero negro. Son picados, banderilleados y muertos a estoque por dieciocho hombres que se visten de luces y empeñan su vida en ello. Y lo hacen delante de 20.000 almas que abarrotan la plaza pamplonica -gemela de la vieja Monumental de Sevilla- todas y cada una de las tardes de la feria de San Fermín. Los medios dan cumplida información de todos los chichones que reciben los corredores. Bien está. Pero lo que no es de recibo es que los que se quedan quietos por la tarde se fundan a negro en espera del chupinazo de la mañana siguiente. El encierro -y todas las fiestas populares taurinas de España- es necesario y oportuno. Pero no podemos olvidar que sólo es una precuela de la corrida vespertina. Pero todo eso ha quedado atrás. Culminado San Fermín, los toreros vuelven a tomar aliento para encarar las ferias del cereal y las cosechas. En el horizonte, cada vez más cercano, empieza a recortarse el alto tribunal de Bilbao. Se lo contaremos.