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«Fábulas del sentimiento»: El compromiso con lo moral

Luis Mateo Díez ensaya la propuesta de una colección de novelas, doce relatos cortos que forman una topografía emocional, una fábula desde el fondo del espejo de Stendhal

30 nov 2020 / 11:29 h - Actualizado: 30 nov 2020 / 11:36 h.
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  • Luis Mateo Díez. / EFE
    Luis Mateo Díez. / EFE

En la búsqueda de la enseñanza moral, el escritor propone hitos que van diseñando un mapa. Son hechos que se repiten: seguimientos, deambulaciones, olvidos más o menos intencionados, sueños; unidos a lugares concretos, en una fascinación por las pensiones y los hoteles de paso, por las fotografías antiguas, las estaciones y caminos del ferrocarril; con prendas desparejadas y cartas anónimas. Sitios y cosas que se pueden comparar con los de la vida y que se ponen ante los ojos del lector, como un azogue, para que las conozca al través de su deformación.

No son cuentos porque van más allá de las situaciones, se multiplican en conflictos, se enriquecen en personajes conectados y complejos.

«La Pensión Lucerna» es una especie de purgatorio habitado por ánimas en pena, sus huéspedes viven entre remordimientos, lo mismo sucede de alguna manera en «El diablo meridiano», son los relatos que abren y cierran el libro, quizás eso lo explica todo.

«El fulgor de la pobreza» nos acerca al desprendimiento de algunas sectas que, como deseó una vez un profeta, continúan abandonando el mundo antes de morir, encontrando la belleza donde la mayoría de nosotros solo hallamos oscuridad. En otras de esas cortas novelas se convocan las sombras del pasado con una prosa minuciosa y exacta, un más allá que está con frecuencia en la adolescencia y la niñez.

«Fábulas del sentimiento»: El compromiso con lo moral

Nuestro guía, académico de la lengua, nos transporta con toda la precisión de su lenguaje a una geografía real, de nombres imaginados, que es común a todas las historias y que nos penetra hasta que pensamos conocerla de verdad, aún envueltos en una niebla que no se termina de levantar. Una orografía misteriosa pero inteligible de -aparentemente apacibles- ciudades provinciales.

Los pequeños detalles en los que se descompone una relación amorosa, más allá de las grandes palabras, los encontramos en «El limbo de los amantes». Vidas significadas como lugares de paso.

Mateo Díez es magistral en la descripción de los estados de ánimo, se crece en la perplejidad de los juegos de narradores, sus relatos se adensan en la comprensión de la familia en su sentido menos habitual y más profundo, como también en la culpa y los remordimientos. No puede evitar que lo narrado impregne desde la fabulación lo que en muchas ocasiones la vida descubre, como él mismo escribe.

La mayor parte de las novelas son deudas del tiempo, cuentas con el pasado; o interpretaciones de la depresión, esa sombra del entumecimiento mental que rodea el desamparo. Ilusiones recobradas o perdidas para siempre. Son sentimientos posados, precipitados en dolor con el paso de los años.

Hermosas «Fábulas del sentimiento» que se bastan a sí mismas para identificar el mundo literario de un escritor comprometido con lo moral, autor de más de una decena de laboriosas novelas, entre ellas una legendaria parábola sobre las consecuencias funestas de nuestra guerra, «Fantasmas del invierno», editada en 2004 y que diríamos sucedida en la comarca de Laciana, tal vez porque allí nació su autor, en Villablino en 1942.

Los relatos adquieren la unidad con la que fueron concebidos después de haber sido publicados por separado en otros volúmenes.