Guerra, espías y cante jondo

Algaida publica «La suite jonda», del escritor y profesor Fernando Otero, una sugerente novela que nos traslada al año 1922, cuando Granada acogía el primer gran evento flamenco del siglo XX en una España conmocionada por el Desastre de Annual. Con el Concurso de Cante Jondo como excusa y la creación del Expediente Picasso como vehículo de la trama, la obra combina personajes reales con otros ficticios

16 nov 2020 / 07:07 h - Actualizado: 16 nov 2020 / 07:18 h.
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  • Fernando Otero posa con su novela. / Fotografía Ana Ortega
    Fernando Otero posa con su novela. / Fotografía Ana Ortega

Comandancia de Melilla, sector oriental del Protectorado español en Marruecos, verano de 1921. Las tropas españolas estacionadas en Annual y dirigidas por el general Manuel Fernández Silvestre pretenden avanzar en dirección a la bahía de Alhucemas, lugar considerado clave para dominar el territorio. Desde su nombramiento por Real Decreto en 1920, Silvestre parece estar obsesionado con esta idea. El 1 de junio de 1921, sus hombres toman el monte Abarran ubicado a 12 kilómetros de la bahía, pero los rebeldes rifeños, capitaneados por Abd el-Krim, realizan un contraataque el mismo día y se adueñan de la posición capturando algunos cañones. Espoleado por el éxito, el líder anticolonialista dirige sus tropas hacia Sidi Dris, posición costera ubicada entre Melilla y Alhucemas, y tras una primera resistencia del comandante Julio Benítez, el 22 de julio la guarnición es aniquilada casi por completo, dejando a las claras la vulnerabilidad española. La tragedia no ha hecho más que comenzar. Ese mismo día son atacadas las posiciones de Talitit, Punta Afrau, Yebel Uddia o Morabo de Sidi Mohamed, donde los treinta y cuatro hombres que protegen la retaguardia de Annual caen como moscas. Más tarde sucumbirán los soldados de la guarnición de Zoco el-Telatza, peña Tahuarda o Zeluán. Tan terrible derrota se salda, según el Expediente Picasso redactado en agosto de ese mismo año, con 10.973 españoles muertos.

¿Cuáles fueron las causas del desastre que provocó aquella terrible crisis política, llevando a la dimisión al gobierno de Allendesalazar y amenazando a la monarquía?

Según el informe, son varias y de diversa índole, sobresaliendo el hecho de que las líneas militares eran de excesiva extensión en relación a las fuerzas disponibles. De hecho aún se discute qué parte de responsabilidad tuvo el rey Alfonso XIII, quien, según se rumoreaba, animó al general Silvestre a avanzar de manera irresponsable hasta puntos alejados de Melilla sin contar con una defensa adecuada en la retaguardia —«Olé los hombres», dicen que rezaba el telegrama regio—. De un modo u otro, aquella masacre acentuó los problemas nacionales, precipitando el golpe de estado del general Miguel Primo de Rivera, el 13 de septiembre de 1923.

Guerra, espías y cante jondo
Cartel del concurso. / El Correo

Antes, y en medio de una deriva política sin precedentes, la intelectualidad volvía los ojos hacia Granada, donde un Manuel de Falla consagrado lograba poner en marcha una idea genial: la celebración de un concurso de cante jondo que se materializaría, durante la celebración del Corpus Christi, en la Plaza de los Aljibes de la Alhambra. Dicho festival, que fue organizado por el Centro Artístico, Literario y Científico de Granada, tenía como fin rescatar el «canto primitivo andaluz», y además de erigirse como primer certamen de ámbito nacional del cante, logró congregar a figuras clave de la cultura del momento, como el periodista y escritor Ramón Gómez de la Serna, el pintor Ignacio Zuloaga, el dramaturgo Edgar Neville o el músico Joaquín Turina.

«La suite jonda», obra del escritor y profesor Fernando Otero, no solo retrata a la perfección el ambiente que rodeó a aquel evento sin igual, sino que lo relaciona con los acontecimientos rifeños a través del citado informe Picasso. Así, su novela, publicada por Algaida y recién aterrizada en las librerías, es un ejercicio de ficción plenamente verosímil, pues a la apabullante documentación que subyace en sus páginas hay que sumarle la pasión que Otero destila en cada palabra y en cada párrafo, logrando que su contenido toque la fibra del lector.

Guerra, espías y cante jondo
García Lorca en el homenaje a Falla con motivo del Concurso de Cante Jondo.

Ya su arranque, con una alusión directa a Gustavo Adolfo Bécquer —este 2020 se cumplen 150 años de su fallecimiento— es una lúcida declaración de intenciones, y nos permite sumergirnos de lleno en el Desastre de Annual con una suerte de «plano secuencia» que remueve el estómago. Solo de ese modo es posible entender lo que aquella tragedia supuso, la falta de escrúpulos con la que enfrentaron sus causas y el silencio que la envolvió durante años. Con la precisión de un cirujano, Otero disecciona los cadáveres de los soldados masacrados en África, pero sin abundar en ello. Por el contrario, prefiere poner el foco de atención en los protagonistas de su juego: Carol Butler, una hermosa dama inglesa capaz de seducir cuerpos y mentes; Albert Léger, escurridizo personaje de ojos rasgados y delicada educación; y Daniel Granados, pintor de ideas progresistas que aspira a seguir los pasos del creador de «Las señoritas de Aviñón». Junto a ellos, «La suite jonda» nos regala la presencia de personajes reales como el Alto Comisario Dámaso Berenguer (quien solicitó al ministro de la Guerra que un oficial general investigase los hechos y depurase las responsabilidades que hubiera lugar); el general Picasso, tío del famoso pintor malagueño, y encargado de dicha investigación; y el mismísimo rey Alfonso XIII. Nombres a los que hemos de sumar los de Manuel de Falla, Federico García Lorca y Fernando de los Ríos, puntales sobre los que se sustentó el festival musical granadino, y muy especialmente Diego Bermúdez Calas, más conocido como el Tenazas, cantaor de Morón de la Frontera que se alzó con la victoria en aquel evento irrepetible. Un personaje que el escritor galardonado con el XVII Premio de Novela Ateneo Joven convierte en instrumento para descubrir las desigualdades de la época, la verdad del cante jondo —Otero exhibe un gran conocimiento sobre la materia— e incluso la metafísica que envuelve a dicho arte. Todos ellos forman parte de una trama que mezcla la cultura con el espionaje, la subversión con la sutileza y el compromiso con la persuasión; no en vano, el certamen granadino se convierte, por obra y gracia de la literatura, en el escenario idóneo donde revelar al mundo una copia del expediente maldito, alumbrando un relato que divulga y conmueve a partes iguales.

Guerra, espías y cante jondo
Portada de ‘La suite jonda’. / El Correo