Tras las huellas de la Resurrección

Veinte años después de la publicación de su aclamado best seller, el periodista de The Chicago Tribune y ateo confeso Lee Strobel, ha participado en el guión de una película que adapta a la gran pantalla su investigación de los años ochenta sobre Jesús de Nazaret. Una sugerente historia, con Faye Dunaway como estrella invitada, titulada «El caso de Cristo»

07 abr 2018 / 08:55 h - Actualizado: 07 abr 2018 / 09:39 h.
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  • Strobel no escatima en medios para conocer, lo más de cerca posible, al auténtico Jesús de Nazaret. / El Correo
    Strobel no escatima en medios para conocer, lo más de cerca posible, al auténtico Jesús de Nazaret. / El Correo
  • Lee Strobel ha participado en el guión de una película que adapta a la gran pantalla su investigación de los años ochenta sobre Jesús de Nazaret. / El Correo
    Lee Strobel ha participado en el guión de una película que adapta a la gran pantalla su investigación de los años ochenta sobre Jesús de Nazaret. / El Correo
  • Fotograma de la película. / El Correo
    Fotograma de la película. / El Correo
  • Portada del libro ‘El caaso de Cristo’. / El Correo
    Portada del libro ‘El caaso de Cristo’. / El Correo
  • Cartel de la película ’El caso de Cristo’. / El Correo
    Cartel de la película ’El caso de Cristo’. / El Correo

«Leslie me dejó aturdido en el otoño de 1979 al anunciarme que se había convertido en cristiana. Apreté los ojos y me preparé para lo peor, sintiéndome como la víctima de un engaño de cambio de carnada. Me había casado con una Leslie; la Leslie divertida, la Leslie despreocupada, la Leslie arriesgada, y ahora temía que se convirtiera en una especie de puritana sexualmente reprimida que cambiaría nuestro estilo de vida ascendentemente versátil por vigilias de oración y trabajo voluntario en mugrientos comedores de beneficencia». Así arranca El caso de Cristo, la fascinante historia de Lee Strobel, periodista de The Chicago Tribune y ateo confeso que, tras años de renegar sobre la fe se enfrascó en una sesuda investigación para desentrañar los enigmas de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús de Nazaret. Empresa tras la cual se volvió un apasionado defensor del cristianismo y por la que obtuvo la Gold Medallion, así como un puesto de honor en la lista de best sellers del New York Times.

En busca del verdadero Jesús

El estudio de Strobel, editor legal hasta finales de los ochenta —y encarnado en la gran pantalla por el televisivo Mike Vogel (Bates Motel, La Cúpula)—, se halla en la línea de otras investigaciones periciales llevadas a cabo en esa época. No en vano, la introducción del libro, y también de la película, apunta cómo el periodista fue pieza clave para la liberación de un hombre inocente, acusado de disparar a un policía durante una revuelta en la zona sur de Chicago. Sus métodos concienzudos y su obsesión por esclarecer la verdad le evitaron varios años de cárcel a aquel «informante», pero al mismo tiempo le abonaron el terreno para dar forma a su gran proyecto: la búsqueda de Cristo. Que Leslie, su adorada esposa —una estupenda Erika Christensen en la cinta de John Gunn—, se sumergiese de lleno en la religión, fue uno de los principales acicates. Pero no el único. Cuanto más analizaba las evidencias históricas y científicas del personaje, más dudas se cernían sobre él. De ahí que Strobel no escatimase en medios para conocer, lo más de cerca posible, al auténtico Jesús de Nazaret.

Testigos oculares y pruebas arqueológicas

En la primera parte de su libro, y bajo el título «El examen del expediente», el autor de Illinois se sumerge en las diversas biografías de Jesús, exponiendo sus características principales y cuestionando su veracidad. Comparándolas con diversos casos de asesinato investigados por él mismo, Strobel analiza el papel de los testigos oculares en la muerte del Mesías. Para ello acude a uno de los mejores eruditos en la materia, el doctor Craigh Bloomberg, autor de La confiabilidad histórica de los Evangelios, quien menciona datos específicos sobre la realidad de los autores de los Evangelios Sinópticos: «El testimonio más antiguo y probablemente más significativo viene de Papías, quien, alrededor del año 125 d.C., afirmó específicamente que Marcos había registrado cuidadosa y fielmente el testimonio ocular de Pedro. Es más, dijo que Marcos ‘no cometió ningún error’ y no incluyó ‘ninguna declaración falsa’, Y Papías dijo que Mateo también había preservado las enseñanzas de Jesús». Afirmación a la que se sumaría Ireneo alrededor del año 180, complementándose con el manuscrito Q, dichos o enseñanzas del Nazareno que, de algún modo, formaron parte de un documento independiente, así como la perspectiva única de Juan, autor del último Evangelio. Estos datos serían contrastados por Strobel a través de las evidencias tangibles. Así, otro de sus entrevistados debía ser necesariamente John McRay, autor de La arqueología y el Nuevo Testamento, que desenterró, entre otros tesoros, el puerto original de Herodes el Grande, en la ciudad de Cesarea. De sus indagaciones, cabe destacar la precisión de Juan al referirse al estanque de Betseda, donde Jesús curó a un paralítico, y que el evangelista describió como un lugar con cinco pórticos. Detalle que algunos eruditos recusaron durante años y a los que McRay dejó en entredicho con sus socavaciones: «en tiempos recientes se ha excavado el estanque de Betseda (yace alrededor de trece metros bajo tierra) y por cierto, se hallaron cinco pórticos, es decir, galerías o portales con columnas, exactamente como Juan los describió». Otros yacimientos hallados en las últimas décadas que respaldan la veracidad del Nuevo Testamento son la existencia de Nazaret, un lugar ignorado por los historiadores hasta el siglo IV d.C., que el doctor James Strange, de la Universidad de South Florida, logró sacar a la luz, describiéndolo como «un lugar pequeño, de unos sesenta acres, con una población máxima de cuatrocientos ochenta aproximadamente». En esta primera e interesante parte de la obra —no contemplada en la película por razones de tiempo— tampoco faltan alusiones a la Matanza de Belén o a los célebres manuscritos del Mar Muerto.

Hijo de Dios

En cuanto a las páginas centrales de El caso de Cristo, estas van dedicadas al estudio de la condición divina de Jesús de Nazaret. Así, Lee Strobel no duda en entrevistar al doctor Donald A. Carlson, investigador del Nuevo Testamento en la Trinity Evangelical Divinity School, y con más de cuarenta publicaciones a sus espaldas. De entre las afirmaciones del erudito, cabe destacar las referidas al perdón de los pecados por parte del Galileo, verdadera prueba, según él, de su condición de Hijo de Dios: «Si usted hace algo en mi contra, tengo el derecho de perdonarlo. Sin embargo, si usted hace algo en contra de mí y otra persona viene y le dice: ‘Te perdono’, ¿qué clase de desfachatez es esa? La única persona que puede decir algo así con todo sentido es Dios mismo, porque el pecado, incluso si es en contra de otra persona, es primero y principalmente un desafío a Dios y a sus leyes». Más adelante, el teólogo Louis Lapides descarta la posibilidad de que Jesús solo cumpliera las profecías por accidente, pues «las probabilidades son tan astronómicas que lo descartan». Muy al contrario, «la probabilidad de que solo ocho profecías se cumplan es de una oportunidad en cien mil millones de millones. ¡Ese número es millones de veces mayor que la cantidad de personas que alguna vez vivieron en este planeta!», según el doctor. Con estos datos en la mano, Lee Strobel no duda en afirmar que las palabras de Jesús en el Evangelio de Lucas resultaron ser verdad: «Tenía que cumplirse todo lo que está escrito acerca de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los Salmos».

¿Fue la muerte de Jesús una farsa y su resurrección un engaño?

Más allá de las mencionadas indagaciones, el tercer y último acto de El Caso de Cristo, es el más controvertido de todos, pues es ahí donde el autor del best seller vuelca toda su pasión para desentrañar la verdad. Esta es la razón de que Brian Bird, autor del guión cinematográfico junto al propio Strobel, lo haya escogido para ilustrar las mejores escenas de la película. Un apartado que menciona al Corán como la primera fuente importante en negar la muerte del Nazareno (siglo VII), y que continúa con las hipótesis de otros teóricos del XIX, como Bahrdt y Venturini, quienes trataron de refutar la Resurrección sugiriendo que en la cruz Jesús solo se desmayó por el agotamiento, o que se le había suministrado una droga que lo hacía parecer que moría, y que luego revivió por el aire húmedo y frío de la tumba. Tesis que el profesor de la Universidad de California Alexander Metherell —encarnado en la cinta por Tom Nowicki niega tajantemente, exponiendo un repertorio de detalles médicos sobre la flagelación, el camino hasta el Gólgota, la crucifixión con clavos, la muerte por asfixia y la posterior lanzada, que no dejan lugar a dudas. Relato tan concienzudo como escabroso que concluye con las siguientes palabras: «Después de sufrir ese abuso horrible, con toda la catastrófica pérdida de sangre y el trauma, se habría visto tan lamentable que los discípulos nunca lo hubieran exaltado como el conquistador victorioso de la muerte; hubieran tenido lástima de él y hubieran tratado de cuidarlo hasta que recuperara la salud. Por lo tanto, es absurdo pensar que si se les hubiera aparecido en ese estado desastroso, sus seguidores se hubieran visto impelidos a iniciar un movimiento mundial basado en la esperanza de que algún día ellos también tendrían un cuerpo resucitado como el suyo. Simplemente no hay forma alguna». Dicho esto, y a modo de conclusión, Strobel pregunta a Metherell por qué razón Jesús, en forma intencional, se dejó caer en manos de quien lo traicionó, no se resistió al arresto y no se defendió en el juicio. A lo que el doctor contesta sin fisuras: «la respuesta se puede resumir en una sola palabra; y esa sería amor».