Teresa Rodríguez gana autonomía en Podemos tras el cese de Pascual

El exnúmero tres, próximo a Errejón, condicionó algunas decisiones de peso en Andalucía, incluida la negociación con Susana Díaz y las listas electorales

16 mar 2016 / 21:31 h - Actualizado: 16 mar 2016 / 21:31 h.
"Partidos Políticos","Podemos","Pablo Iglesias","Íñigo Errejón","Teresa Rodríguez","Sergio Pascual"
  • La secretaria general de Podemos en Andalucía, Teresa Rodríguez, junto a las diputadas Carmen Lizárraga y Esperanza Gómez. / J. M. Vidal (Efe)
    La secretaria general de Podemos en Andalucía, Teresa Rodríguez, junto a las diputadas Carmen Lizárraga y Esperanza Gómez. / J. M. Vidal (Efe)

La destitución fulminante de Sergio Pascual como secretario de Organización de Podemos tiene que ver, sobre todo, con la crisis interna del partido en Madrid, que se ha saldado con diez dimisiones, pero la carambola de este movimiento interno va a tener consecuencias notables en Andalucía. Pascual era la mano derecha de Íñigo Errejón, número dos de Podemos, y hasta ahora se había servido de su papel orgánico para hacer de contrapeso al poder autónomo de Teresa Rodríguez en Andalucía.

Errejón mantiene desde el principio discrepancias con la fisonomía política que ha adoptado el Podemos andaluz, más arraigado a las bases y a la protesta callejera, muy vinculado a la izquierda anticapitalista de la que proviene Rodríguez y otros diputados autonómicos. La crítica y la desconfianza de Errejón hacia Podemos en Andalucía ha venido de la mano de Sergio Pascual, diputado al Congreso por Sevilla, que desde muy al principio ha tratado de tutelar e incluso corregir decisiones de Teresa Rodríguez en Andalucía. Errejón y Pascual disuadieron a la líder andaluza de contar con el sindicalista Diego Cañamero en las listas electorales. Ambos desde Madrid rehicieron gran parte de esas candidaturas, imponiendo cabezas de cartel y personas de su confianza en los puestos de salida. Errejón envió a Sergio Pascual, en representación de la dirección nacional de Podemos, para que participase personalmente en la negociación de investidura con el PSOE de Susana Díaz, tras las pasadas elecciones autonómicas, junto a Manuel Garí, una persona de la confianza de Teresa Rodríguez.

Hay mucho paralelismo entre aquella negociación, de la que nació el Gobierno socialista de Díaz, finalmente con el apoyo explícito de Ciudadanos, y el rechazo de Podemos, y la negociación que pilota ahora Pedro Sánchez, tratando de convencer a estos dos partidos para ser investido presidente y formar gobierno. Rodríguez no se fiaba de pactar con el PSOE de Susana Díaz, igual que Iglesias desconfía de Sánchez. Pascual y Errejón, ni entonces ni ahora, descartan de plano la abstención para dejar gobenar a los socialistas.

El cese de Sergio Pascual por su «deficiente gestión» de la crisis interna de Podemos –en Madrid, Euskadi, Galicia o Cataluña– despoja al exnúmero tres de todo peso orgánico, y lo reduce a diputado raso. Al retirarlo de su ejecutiva, Pablo Iglesias ha dotado sin querer a Teresa Rodríguez de más autonomía para hacer y deshacer sin los cortapisas que hasta ahora le ponía Pascual. Rodríguez, una política carismática y decidida que discutió a Iglesias el organigrama vertical que éste quiso darle a Podemos cuando se conformó la estructura del partido, ha terminado situándose más próxima a él para alejarse lo más posible de Errejón. «Teresa es más como Pablo. Discrepan en su concepción de partido, pero ahora lo importante es el debate de investidura, y a los dos les provoca recelo el PSOE», dice uno de sus diputados.

El pasado enero, poco después de las elecciones, una fuente próxima a Pascual explicaba esto a este periódico: «Pablo sabe que tiene que cambiar de estrategia para ganar más peso en Andalucía, pero no quiere convertir a Teresa en una nueva Susana Díaz. Ahora ella le discute, pero su poder no es equivalente al de Susana en el PSOE federal. Si lo fuera, demandaría una autonomía política que ahora no tiene». Ahora Iglesias necesita más a Rodríguez que antes, y el peaje pasa por quitarle tutelas y contrapesos.