Cuando el arte seduce al arte

La Fundación Valentín de Madariaga acoge la muestra ‘De la apisonadora al violín’ con una treintena de piezas de la imponente colección Meana Larrucea

17 abr 2015 / 22:07 h - Actualizado: 20 abr 2015 / 09:33 h.
"Arte"
  • Foto de familia de la presentación de la exposición, que permite ver variadas disciplinas creativas y tendencias del arte actual. / Fotos: Rosa Fergom
    Foto de familia de la presentación de la exposición, que permite ver variadas disciplinas creativas y tendencias del arte actual. / Fotos: Rosa Fergom
  • La exposición, que permanecerá abierta hasta el 14 de junio, reúne piezas de 35 autores bajo la idea común de la seducción, el concepto que mejor define el conjunto. / Rosa Fergom
    La exposición, que permanecerá abierta hasta el 14 de junio, reúne piezas de 35 autores bajo la idea común de la seducción, el concepto que mejor define el conjunto. / Rosa Fergom
  • La exposición, que permanecerá abierta hasta el 14 de junio, reúne piezas de 35 autores bajo la idea común de la seducción, el concepto que mejor define el conjunto. / Rosa Fergom
    La exposición, que permanecerá abierta hasta el 14 de junio, reúne piezas de 35 autores bajo la idea común de la seducción, el concepto que mejor define el conjunto. / Rosa Fergom

En 1960, el cineasta ruso Andrei Tarkovsky firmó su primera película como director, La apisonadora y el violín, que contaba la historia de la amistad entre un obrero y un jovencísimo estudiante de música. Dicho argumento presta el título y la idea central de De la apisonadora al violín. Una travesía por la colección Meana Larrucea, que ayer fue inaugurada en la Fundación Valentín de Madariaga y permanecerá abierta al público hasta el próximo 14 de junio.

Las piezas de 35 autores que la integran han sido reunidas bajo la idea común de seducción, según explica la comisaria de la muestra, Marta Mantecón. «En una colección de estas características es posible jugar con muchos temas, pero la seducción era el concepto que mejor definía el conjunto. Tomando como punto de partida la película de Tarkovsky, que en el fondo no es sino una historia de mutua seducción, queríamos trabajar sobre los extremos simbólicos donde se puede mover la creación: el obrero y el artista».


Para Mantecón, la seducción implica una alteración de los sentidos, «una suspensión de las ideas preconcebidas y la entrada en juego de elementos como la memoria, la fantasía, la imaginación...», explica. «Cuando conocí la colección me quedé deslumbrada, y quería traducir ese sentimiento. Empecé a generar diálogos y a trabajar con el espacio de la fundación, fundamental en el resultado final».


Así, la imagen de un árbol invertido de Rodney Graham, como ejemplo de naturaleza convertida en construcción visual, comparte espacio con un tributo a Martin Luther King de Teresa Margolles y con dos imágenes de la serie Las Tumbas de Sophie Calle, así como un paisaje sonoro inspirado en el Walden de Thoreau, obra de Lina Cordech. Pepe Espaliú juega en El Evangelio según San Mateo con dos jaulas que acaban conformando un mismo espacio –y guiñando de paso a Pasolini– junto a la Cerradura de Alberto Peral, una escultura inspirada en un espacio negativo como es el hueco de una cerradura, o con los pájaros en madera de cedro aromatizado de Efraín Almeida.


Lo mismo sucede con Olafur Eliasson y la brújula gigante de 360 degree compass, que explora la relación del ser humano con el universo, y una pieza como Crown de la estadounidense Ann Messner, que traduce en volúmenes la relación entre lo privado y lo público, lo individual y lo social. Mientras que Joseph Kosuth tacha un texto con neones en su peculiar homenaje a Rosseau, la portuguesa Helena Almeida pone a interactuar fotografía, dibujo y performance en dos obras gemelas. La pintura está presente en piezas como Piscina con reflejo, de Los Carpinteros, que contrasta con una propuesta como Untitled, de Valeska Soares, un trabajo sobre un espejo de acero inoxidable donde puede leerse un fragmento del libro Las ciudades invisibles, de Italo Calvino. Son solo algunas de las obras expuestas en esta excepcional muestra, una selección donde encuentran cabida las más variadas disciplinas creativas y tendencias del arte contemporáneo.

La colección Meana Larrucea es una de las colecciones privadas más importantes de España. Fue un regalo de bodas (una escultura de Vicente Larrea) lo que animó al abogado Fernando Meana a iniciar su colección de arte. Del primer Bonifacio a la última obra de Marijke van Warmerdam, su conjunto comenzó centrándose en los creadores vascos, para saltar a otros artistas españoles y de ahí a grandes nombres internacionales, como los que se exponen en Sevilla.


Aunque la muestra posee obras de artistas de todo el mundo, es especialmente llamativa la selección de interesantísimos creadores cubanos como Yaima Carrazana, Reynier Leiva Novo, Laydis Carnero o Yoan Capote, o brasileños no menos talentosos como Nuno Ramos, Cildo Meireles o Efrain Almeida, entre muchos otros.