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El compositor inglés Gabriel Prokofiev, que está estos días en Sevilla, centrará dos programa de la ROSS. / Manuel Gómez
La Novena Sinfonía de Beethoven, como es natural, se ha escuchado ya muchas veces en el Teatro de la Maestranza. La particularidad de la cita que esta semana –jueves y viernes, 20.30 horas– propone la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla radica en dos aspectos. De un lado, será la primera vez que se la oigamos al actual director artístico, John Axelrod; de otro, la colosal y popular partitura estará prologada por una composición contemporánea de Gabriel Prokofiev (Londres, 1975), titulada Beethoven 9 Symphonic remix (2011).
«Tiene una voz propia, una identidad reconocible que ha alcanzado en muy poco tiempo, y ha logrado entender que la sociedad del siglo XXI es cambiante, inestable y está dominada por la tecnología; todo ello está en su música», expresó ayer Axelrod, quien mantiene una estrecha relación con Prokofiev, segundo compositor ‘en residencia’ seleccionado tras Fazil Say la pasada temporada. «La idea de unir un deejay con una orquesta sinfónica, como sucede en la obra que se interpretará, es claramente un concepto de hoy. Pero además, más allá de lo formal, es una música estupenda», defendió el norteamericano recalcando cómo las composiciones del inglés «lejos de retar al público, buscan incluirlo».
Gabriel Prokofiev, aunque formado académicamente, proviene del mundo de las músicas urbanas, habiendo cultivado géneros como el electro y el hip hop, entre otros. «Tuve que estudiar mucho a Beethoven para escribir esta pieza, que ha acabado teniendo un gran efecto en todas mis composiciones posteriores», dijo ayer el músico. Este remix de la Novena Sinfonía fue dado a conocer en 2011 en las ciudades francesas de Anger y Nantes: «De los 60 estrenos absolutos que he dirigido, este fue el más exitoso de todos, con muchos minutos de aplausos», remachó Axelrod. Centrado en el cuarto movimiento del fresco beethoveniano, Prokofiev intenta «preservar la emoción y el clímax presente en cada una de las secciones del movimiento, pero modernizándolos, a través de nuevos enfoques rítmicos, armónicos y de tratamiento de las texturas, teniendo en cuenta cuánto ha evolucionado la música desde que Beethoven escribiera su Sinfonía», argumentó.
El propio músico interviene como deejay manejando los platos mientras que la ROSS ejecuta una composición que no rehuye ninguna influencia, «hasta la música árabe y el soul de James Brown se cuelan en la obra», dijo el propio Prokoviev, nieto del gran compositor ruso Serguei Prokofiev. «Si me pongo a pensar de dónde vengo sería un gran problema para mí. Cuando era adolescente quise ser intérprete pero no practicaba lo suficiente porque tenía mucho miedo de que, debido a mi apellido, el público tuviera una enorme expectativa de mí. Tal vez por eso me llevó más tiempo del habitual llegar a la conclusión de que me dedicaría a la composición», reflexionó.
Debussy, Schnittke, Stravinsky y Glass son los compositores que el músico inglés toma como principales referentes. «Hay muchos caminos para la música, no solo uno», dijo, reivindicando una manera de hacer música que busca la complicidad del oyente, antes que sumergir a este en procesos experimentales y complejos. En junio, los días 22 y 23, podrá escucharse su Concerto Grosso, un encargo de la ROSS conjuntamente con la Sinfónica de Seattle.