Exposiciones

El coleccionista de tiempo

Desde 1961 hasta hoy, José Luque García cuenta los minutos y segundos uno por uno

04 ago 2022 / 04:00 h - Actualizado: 04 ago 2022 / 04:00 h.
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  • José Luque García mostrando uno de sus relojes con parte de sus otras colecciones. FOTO: T.L.
    José Luque García mostrando uno de sus relojes con parte de sus otras colecciones. FOTO: T.L.

Lo hace, a través de su colección de relojes -entre otras cosas- que ha ido extrayendo por unos días de ese museo que tiene instalado en las habitaciones de su casa.

Hasta el 11 de agosto estas originales y sofisticadas piezas, pueden verse en la sala de exposiciones El Castillo, del Ayuntamiento de Chipiona. Las “otras cosas”, son otras pequeñas muestras de sus otras colecciones. Bastones, objetos de bronce, instrumentos de ebanistería, juguetes hechos por él,...y su homenaje personal a la cantante universal Rocío Jurado.

El coleccionista de tiempo
Vista general de la sala. FOTO: T.L.

José Luque García, fue ebanista, arquitecto de muebles, diseñador de objetos de madera. Puede que un día –él no lo confesará nunca- mientras intentaba tallar las molduras de uno de estos objetos tan útiles para las personas que los utilizan, tan inútiles para los que no, esos cacharros siniestros y perversos, le abdujeran y secuestraran, quedando a partir de ese momento –algo así como embrujado- y cayendo literalmente dentro de ellos.

De su época de ebanista le quedan los gramiles, garlopas, molduradores, lijadores, ...un sinfín de instrumental quirúrgico con el que desbastar, pulir, tallar, diseccionar las sinuosas o rectas partes de las cajas y sus remates decorativos.

El coleccionista de tiempo

Relojes de pared, herramientas de ebanistería y un juguete alemán de hojalata. FOTO: T.L.

Eso que bien pudiera llamarse contenedores del tiempo, parece precisamente que no lo conservan mucho dentro, sino más bien lo disipan, le colocan a través de cualquier resorte la capa de la invisibilidad.

El coleccionista de tiempo
Reloj de péndulo francés del XIX con escena galante repujada en bronce dorado. FOTO: T.L.

Introducirse en el mundo del tiempo, es lo mismo que hacerlo en otro mundo, en “el otro mundo” que no es nuestro, aunque tampoco sepamos a quién pertenece. Algo sólo perceptible por algunas personas propicias a dejarse seducir por él. La materia sin sustancia, la sustancia sin materia: (¿?).

Una especie de curiosidad magnética que al igual que a Alicia, le hace atravesar sus cristales, esferas, los complicados mecanismos de muelles, péndulos, pesas, contrapesas, ruedas dentadas, cuerdas y cadenas, que forman los intrincados engranajes del esqueleto del tiempo.

El tiempo y su invención. El tiempo y sus ficciones y metáforas. El tiempo real e imaginario. El Tiempo: Todo aquello que mientras algo existe le regala una vida. Todo eso que nos permite pensar, creer, desear, amar, rezar,...en ese tránsito imposible de asir.

El coleccionista de tiempo
“Ojo de buey” de taracea y maderas preciosas. FOTO: T.L.

Sus relojes en la realidad están hechos con caoba, ébano, porcelana, bronce repujado, policromado y dorado, mármol negro o blanco, con incrustaciones de otras maderas teñidas o en su color, madreperla, nácar. Él llama a algunos de “guitarra” o de “lenteja”, como si evocaran algunas piezas o sus sonerías de horas, cuartos y medias.

En la no realidad, en lo que se desenvuelve mientras giran y giran sus manecillas, son imaginarios, tan de ciencia-ficción como arte-ficción, o todas las ficciones de la que podamos ser capaces de alcanzar. Juegos del presente, pasado, la memoria que ellos guardan de nosotros y no a la inversa.

El coleccionista de tiempo
Otro ojo de buey donde se ve el autor y ciudad. FOTO: T.L.

Por todo esto, por esa ¿pasión?, ¿obsesión?, ¿deseo de poseer el tiempo?, se crearon estos medidores, que si no fuera por la estética y por todo lo que nos dicen de los lugares donde se construyeron, de las manos expertas de relojeros, de los viajes que han hecho, las casas que han conocido y las que conocerán a partir de ahora, pues la colección entera está en venta, merecerá la pena pasarse a verlos, oírlos y sentirlos, dejarse atrapar en sus laberintos, meternos dentro del reloj, ser relojes mientras nuestros pasos se produzcan. Y sí, José Luque García: el Universo cabe dentro de cualquier reloj. De cualquiera de los que lean esto o no, sepan que es así o no, lo vivan o no, etc., etc., etc. en la espiral de Cronos.

Junto a sus colecciones, se expone algunas piezas de la no menos exótica colección de Fermín Macías Falcón, empresario del mueble y hoy anticuario urbano, quien exhibe además de los inefables relojes, otra serie de materiales de ebanistería, piezas de cristal, bronces, ...Otros mundos que también están delante del reloj. Los que estamos dentro, somos nosotros.