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El territorio mítico de Juan Lacomba

El afamado pintor Juan Lacomba expone sus últimas creaciones sobre Las Marismas, en la Galería de Arte Weber Lutgen de Sevilla

21 mar 2022 / 08:20 h - Actualizado: 21 mar 2022 / 08:29 h.
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  • Entrada a la Galería Weber Lutgen, donde se ve parte de la Exposición de Juan Lacomba.
    Entrada a la Galería Weber Lutgen, donde se ve parte de la Exposición de Juan Lacomba.

Si siempre es difícil escribir para los que no somos pintores escribir sobre ellos, mucho más es hacerlo sobre los maestros, y si además de personales han sido y siguen siendo referentes generacionales. Pero mucho, muchísimo más, cuando se trata de alguien que de manera teórica y práctica, con sus libros, conferencias, artículos y exposiciones -desde hace ya bastantes años- viene dando verdaderas lecciones magistrales en cada muestra que hace, participa, comenta o escribe.

El territorio mítico de Juan Lacomba
Guaches y lienzos de Juan Lacomba de su exposición “Orillas y Lindes”.

El paisaje siempre ha sido uno de los asuntos de su predilección. A él –a ellos- les ha dedicado prácticamente su vida –sobre todo la de los últimos treinta años, en una serie de exposiciones donde los ha captado con fruición, ampliamente. “Al raso” (2017), “Los Apóstoles” (2018), “Silva Amica” (2019), y “Aquí a lo lejos”, son muestras de todo esa transformación silenciosa como los rumores de Las Marismas, que para quienes no las hayan visto, pueden seguir a través de las pgs. de internet: https://www.galeria-wl.org y https://juanlacomba.com, en las reseñas de prensa y en el artículo que ha dedicado para esta ocasión, el reciente miembro de la Real Academia de Bellas Artes Sta. Isabel de Hungría, de Sevilla, José Ýñiguez.

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Conjunto de lienzos sobre la biodiversidad (pictórica, imaginaria y real) de Las Marismas en las interpretaciones del artista.

Una renovación que en este sentido de continuidad, coherencia y sinceridad frente a sí mismo y a su obra, significan el renacer continúo de la vida.

El territorio mítico de Juan Lacomba
Formas, colores, composiciones de su escenario sensitivo, intelectual, afectivo y emocional. Los paisajes de su memoria artística y vital.

Juan Lacomba, que ha recorrido medio mundo viendo museos, colecciones privadas, estudios de autores de primerísima línea del presente y del pasado, posee una cultura visual como pocos autores que conozco. También una cultura basada en sus estudios de la Historia del Arte resultado de sus muchas investigaciones, y por último y en este contexto ha debido hacer -para alcanzar su mundo y su lenguaje- ese viaje interior hasta encontrarlo, o mejor que eso, dejarse seducir, conquistar, poseer por él, ser él el encontrado.

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La “Arcadia”, el “Paraíso” de Juan Lacomba traducido a su lenguaje expresivo actual.

Es una suerte tener ese lugar de la memoria emocional, sensitiva, racional e irracional al tiempo, voluntaria también, y él lo tiene ahí, en esos paisajes donde apenas parece que existe vida, cuando en realidad está pleno de microorganismos pluricelulares, biota, ecosistemas, placton, algas, seres parecidos a las amebas, o bien por insectos, artrópodos, batracios, reptiles, algas, juncias, carrascas, matorrales y arbustos sometidos a las alternancias periódicas de lluvia y sequía.

El territorio mítico de Juan Lacomba
Relieves de su nueva etapa como escultor, de la serie “Obra en Proceso”

Podría haber comenzado este comentario que ahora le dedico, diciendo “Juan Lacomba, la dicción de un gran maestro”, o hacerlo con el verdadero que él le ha puesto “Orillas y Lindes”. En primer lugar porque le debía desde que estoy en EL CORREO DE ANDALUCÍA WEB, dedicarle unas palabras, porque durante un curso fui alumna suya y porque su obra me fascina, envuelve, o como a él le pasa, me dejo sumergir en ella como si yo también formara parte de ese universo acuático, terrestre, animal y vegetal que envuelve sus alegorías pictóricas de las cercanías de Doñana.

El territorio mítico de Juan Lacomba
El autor, con el Gran Maestro de la pintura, Antonino Parrilla.

El paisaje le atrapa, es que –o quien- le llama en la oscuridad de la noche con sus sonidos y luces, con los amaneceres y atardeceres en horizontes –y planos de horizontes sin puntos de fuga- en las extensas “praderas” (que en realidad no lo son, como tampoco bosques, ni desiertos, ni sabanas) que parecen no tener límites, en medio de todo lo que transcurre en el aire, en la arena, en el agua. Flora y fauna autóctona que se mueven con el viento o fluyen en un mundo subacuático y sutil que sólo se percibe con una sensibilidad especial, un conocimiento simbiótico e íntimo de la Naturaleza, del espacio en el que él se ha integrado, convertido en esas mismas formas que escoge para sus lienzos y guaches. También ahora para sus relieves, el paso a la tercera dimensión como si las dos no le bastaran.

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El autor con el Gran Maestro de la Pintura, José Luis Mauri Rivero, entre asistentes a la inauguración, entre quienes se encuentra la pintora Zenaida Pablo-Romero.

En las obras de Juan Lacomba se siente el viento, se huele la vegetación libre o salvaje, se oyen los sonidos apenas perceptibles para los no iniciados en esos terrenos pantanosos, los de la “manigua” sevillana, onubense y gaditana, la trilogía tantas veces milenaria del Bajo Guadalquivir. Juan Lacomba ama a esos espacios de la misma manera que ellos a él. Por eso es un placer ver estas obras expuestas, esta nueva interpretación de un lugar que no sólo se vive sensorialmente, sino imaginariamente, también, como en los plácidos sueños del Sur.

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Amigos del autor con el historiador del Arte Pepe Ýñiguez, en la sala de sus relieves.

Su pintura-pintura, está hecha por el mero goce de pintar –o eso es lo que trasmite- traducen el placer que él ha sentido mientras los recorría a diario esos ambientes en apariencia ásperos y austeros cuando son riquísimos, y cuando se parte de la soledad e introspección, Lacomba se ha extasiado con ellos y captado en sus múltiples variaciones, mutaciones, metamorfosis, trasluciendo la opacidad y la transparencia de lo que ocurre allí para llevarlo a los guaches y a los óleos, a los relieves, a las técnicas de cada uno, tan distintos, tan similares en la ligereza “aparente” –porque para nada lo son o en cualquier caso hay mucho detrás de esa apariencia simple de las cosas- tan diferentes pues en cada pincelada, estampación o huella.

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Asunta Navarro, los pintores Fernanda Osborne Medina y Reynaldo Loyola y el arquitecto Antonio Cruz Villalón en primer plano. Detrás, la performista María Alvarado.

La pintura de Juan Lacomba en general y en particular esta serie que podemos ver en directo si nos acercamos a ella en la Galería Weber-Lutgen (Fray Diego de Cádiz,9, hasta el 29 de abril), es una mezcla y aunque tampoco apenas lo aparente, de geometría y organicismo, una división compositiva de las formas que están, pero se ocultan en las transparencias del color, las capas de veladuras ¿cómo no acuáticas?, en la densidad matérica de su impronta: una realidad que plasma también en sus relieves de escayola y arena. Él los califica “Obra en Proceso” porque los pasará a la fundición en bronce, dando el paso con ello definitivamente -¡al fin y ya sin retorno!- a la escultura.

El territorio mítico de Juan Lacomba
Uno de los relieves del Universo Lacomba.

Con las obras, va también un amor inmenso a sus maestros, a los autores que admira presentes todavía entre nosotros, como José Luis Mauri o Antonino Parrilla, dos de las enormes figuras del Arte Sevillano que siguen en activo y de los que tantísimo hemos recibido los que amamos el Arte de Verdad, sin alaracas. Pinturas y relieves que nos deja él también como lecciones para sus muchos admiradores y discípulos, pintura que se hace por el puro placer de pintar, que como digo, es otra de las muchas formas de amar. Con mi admiración profunda, Juan.

P.S. Agradecemos todas las imágenes incluidas aquí, cedidas por el director de la Galería, Eduardo Weber y el artista.