El titán cultural

Cronología. Ocho años han transcurrido desde que se anunció su creación en las Atarazanas. El gran buque insignia de La Caixa aterriza finalmente en la Cartuja en el que es su tercer centro más importante de España

03 mar 2017 / 18:13 h - Actualizado: 03 mar 2017 / 18:30 h.
"Música","Arte","Artes plásticas","Infraestructuras","Caixafórum: otra puerta a la cultura"
  • Una imagen tomada el pasado mes de julio con decenas de operarios trabajando en la puesta a punto del Caixafórum Sevilla, ubicado en la zona subterránea de Torre Sevilla. / Pepo Herrera
    Una imagen tomada el pasado mes de julio con decenas de operarios trabajando en la puesta a punto del Caixafórum Sevilla, ubicado en la zona subterránea de Torre Sevilla. / Pepo Herrera
  • Una de las imponentes zonas expositivas del espacio durante las obras. / Pepo Herrera
    Una de las imponentes zonas expositivas del espacio durante las obras. / Pepo Herrera
  • El titán cultural

Las ambiciones del CaixaForum de Sevilla siempre han sido altas. Pero su camino –como sucede con tantas otras obras de relevancia arquitectónica en la ciudad– no ha estado despejado; más aun, ha estado profundamente enmarañado. Fuentes de la empresa bancaria que está detrás del proyecto no ocultan que este ha sido el parto más complejo de todos. Barcelona, Lleida, Madrid, Girona, Palma de Mallorca, Tarragona y Zaragoza llevan tiempo con su propio CaixaForum. En 2009, la entidad hizo público su intención de promover en Sevilla su octavo centro de dinamización cultural (el cuarto fuera de Cataluña). Entonces, se puso el foco sobre las Reales Atarazanas. Tras años de complejidades institucionales y políticas, el 13 de noviembre de 2012, la Obra Social La Caixa daba a conocer que, finalmente, se instalaría en la Torre Pelli. Nunca estuvo sobre la mesa, según las fuentes consultadas, abandonar la construcción del CaixaForum sevillano.

El cambio de ubicación –acordado tras una triple reunión entre La Caixa, la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Sevilla– se debió a la integración de Banca Cívica (antigua propietaria de la Torre Pelli ) en CaixaBank. En total, la inversión ha sido de 18 millones de euros, una cifra sensiblemente menor a los más de 20 millones presupuestados para la adecuación del emplazamiento original, las Reales Atarazanas. Sin embargo, sobre el papel, el cambio de emplazamiento no fue fácil, especialmente para el arquitecto, Guillermo Vázquez Consuegra, que tuvo que readaptar su diseño a un espacio de 7.500 metros cuadrados (menos que los disponibles en las instalaciones de la calle Temprado) que, inicialmente, estaba destinado a ser un aséptico centro de congresos y convenciones.

También se han ido modificando los plazos de apertura. Si se preveyó que las Atarazanas reabrieran con su piel mudada en 2015 –cuando hubiera sido el cuarto CaixaForum en lugar del octavo como será ahora–, el que hoy abre sus puertas ha ido barajando una horquilla de meses. Muchos son los sevillanos que aun no entienden qué sucedió cuando, paseando por el barrio del Arenal, continúan viendo las puertas cerradas a cal y canto de unas Atarazanas fuera de cualquier uso público. «Sevilla es una ciudad reacia a que salgan cosas. Basta que surja una iniciativa para que aparezcan francotiradores dispuestos a derribarla», dijo Vázquez Consuegra, quien en todo momento defendió que su proyecto para el antiguo edificio naviero era «modélico» en cuanto a su respeto por el patrimonio.

Por el camino se cruzaron los conservacionistas de la Asociación de Defensa del Patrimonio de Andalucía (Adepa) y la propia Fundación Atarazanas, «que sembraron desconfianza en el Ayuntamiento», al decir del arquitecto. Finalmente, el anterior alcalde, Juan Ignacio Zoido, acabaría negando la licencia de obras en contra de los criterios de los técnicos de Urbanismo y pese a contar con la autorización de la Comisión Provincial de Patrimonio. Pero no solo. También los grupos municipales de Ciudadanos y Participa Sevilla apostaron más por la duda que por la intervención. Por la vía judicial se anuló la licencia de obras. La suspensión de la inicial autorización municipal –que fue recurrida por la Junta– fue cautelar, pero acabó siendo ejecutiva al no acudir La Caixa a la vista judicial. De haberlo hecho la licencia de obras no se habría suspendido hasta que la organización Adepa no hubiera cubierto el coste de la paralización del proyecto, algo a lo que económicamente no podían hacer frente.

De esta manera, la ciudad veía abortado su sueño de ver al fin rehabilitado este inmenso edificio del siglo XIII, reconvertido en un foco cultural de primer orden. Pero, a su vez, La Caixa, entendía rápidamente que una nueva ubicación, la Torre Pelli, le sería mucho más económica. En el Arenal habían de invertir alrededor de 30 millones de euros, a los que habrían tenido que sumar el compromiso de invertir anualmente cuatro millones más en la programación y en el mantenimiento de un inmueble en el que se comprometían estar por los próximos 75 años.

La superficie de las Atarazanas ascendían a 11.700 metros cuadrados (un 63% más que en la Cartuja). «Sea como fuere, la rehabilitación de la Sevilla histórica continúa esperando su oportunidad frente a la puesta de largo y al repintado de otra asignatura pendiente, como es la de recuperar la herencia de la Expo’92», reflexiona el arquitecto Javier Almansa.

Vázquez Consuegra reconoce que en la obra de la Torre Pelli tenía, desde el principio, dos retos centrales; como han sido los de «adecuar un espacio ya existente a la programación de CaixaForum y resolver un problema de visibilidad del edificio, ya que está construido bajo tierra», dice. Según este, «hay una superposición de tres niveles en los que se ingresa descendiendo». Para resolver el problema de visibilidad, para que CaixaForum tenga una imagen reconocible en la ciudad, se ha construido una marquesina contemporánea en el exterior que captura la luz y la traslada al mundo interior del edificio, un ambiente «umbrío» que le gustaría que no se perdiera. Realizada con espuma de aluminio, sirve apara aportar sombra y, a la vez, funciona como lucernario para llevar algo de luz natural a un interior al que se accede por unas imponentes escaleras mecánicas. «La marquesina es un elemento de sensibilidad cien por cien contemporánea; es el único elemento del CaixaForum que dialoga a la ciudad, que la mira, y por eso ha tenido en cuenta incluso la arboleda que ya estaba prevista en la plaza exterior; hemos buscado que se adapte como un guante al entorno», sigue detallando. «De esta forma además ponemos en valor el carácter subterráneo de la construcción, que es lo que más llamará la atención en una primera visita al público», cuenta. «Aquí hay estructuras que no se pensaron para la finalidad que van a tener como parte de un centro cultural; he querido respetar al máximo e incluso ahondar en el hecho de que estamos en un edificio excavado en un 80% bajo la cota de calle, esa es su mayor singularidad», ha defendido con pasión el arquitecto.

Junto a los espacios expositivos, el CaixaForum cuenta con dos salas polivalentes de 150 metros cada una y un laboratorio para escolares, además de la cafetería y la librería-tienda. Otro «tesoro» del espacio es el auditorio, con una capacidad para 276 personas (aunque el proyecto en las Atarazanas era de casi 500 butacas) y cuyo equipamiento escénico «supera incluso al actual que tiene el Palacio de Congresos de Sevilla, es el más puntero de todos cuantos hay en la ciudad», según Vázquez Consuegra.

Cuando La Caixa proclamó su intención de intervenir en las Atarazanas aseguró tajante que sería «el mejor de España». «Indudablemente el nuevo espacio será de enorme importancia para Sevilla, pero a pesar de que su apertura se celebrará con el mayor boato posible, no podemos permitirnos no mirar en los resquicios y ver como, unos por otros, se ha perdido la ocasión de reflotar un lugar que goza del emplazamiento y el valor patrimonial de las Atarazanas que, a cambio, siguen siendo desconocidas y sin que nadie tenga para ellas ningún proyecto a corto o medio plazo», reivindica Almansa.

Con la apertura al fin del CaixaForum Sevilla en la Isla de la Cartuja sí que se consigue, desde luego, seguir revitalizando una zona que, durante años, ha estado vegetando de espaldas a la ciudad. Si hace solo un par de años el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC), en el Monasterio de Santa María de las Cuevas) era, junto con el Teatro Central, el único foco cultural de esta otra parte del río, ahora el panorama cambia radicalmente. Ya en 2016 abrió sus puertas el Auditorio Box, usando las instalaciones y el gran auditorio del antiguo Pabellón de Canadá. Ahora, las imponentes instalaciones que brinda La Caixa –fundamentalmente destinadas con carácter expositivo pero también como contenedor de actividades– redondean la Cartuja como el principal polo cultural (volcado en la modernidad) de Sevilla