Juan Ramón Jiménez no odiaba a los niños

La Fundación José Manuel Lara edita ‘Historias’, un nuevo volumen de poemas inéditos del Nobel de Moguer

16 sep 2017 / 20:24 h - Actualizado: 09 ene 2017 / 20:32 h.
"Literatura"
  • Juan Ramón Jiménez, en una imagen de archivo. / El Correo
    Juan Ramón Jiménez, en una imagen de archivo. / El Correo

Como una galaxia que no se acabara nunca de explorar, el universo poético de Juan Ramón Jiménez sigue dando grandes sorpresas a sus lectores. Una vez más, ve la luz un libro inédito del Nobel de Moguer, titulado Historias, que incluye un estudio introductorio, un cuaderno gráfico y facsímiles con los manuscritos originales bajo el cuidado de Rocío Fernández Berrocal. La edición se inserta de nuevo en la colección Vandalia de la Fundación José Manuel Lara.

Escritos en Moguer, entre 1909 y 1912, con una corrección profunda de 1921, los poemas que conforman Historias seguían inéditos en las carpetas que el poeta dispuso antes de morir en Puerto Rico. Se divide en cuatro secciones, Historias de niños sin corazón, Otras marinas de ensueño, La niña muerta –dedicada a una sobrina que falleció con solo 26 meses– y El tren lejano.

En palabras de Fernández Berrocal, se trata de un libro «entrañable, un libro para la inmensa mayoría que recoge su yo más tierno», afirma. «Lo escribe en un momento en que decide que va a dedicarse a la poesía, y abandona los ropajes del modernismo para depurar el lenguaje. Es un libro paralelo a Platero y yo, porque está dedicado a los niños», agrega.

En efecto, frente a la imagen de Juan Ramón como enemigo manifiesto de la infancia –se llegó a afirmar de él que odiaba a los niños–, dedica la primera y la tercera parte a hablar de estas criaturas, «con especial atención por los desfavorecidos», dice Fernández Berrocal, «aunque también asoma el más intelectual y reflexivo».

Según la responsable del legado de Juan Ramón, Carmen Hernández-Pinzón, «Juan Ramón a los niños los lleva de paseo, les cuenta cuentos. Se esfuerza porque sus sobrinos sean felices. Para él, los niños simbolizan lo más puro, la misma pureza que él busca en la poesía. En Puerto Rico, antes de morir, pide estar rodeado de niños, hay una foto incluso en el hospital donde se le ve con muchos de ellos, porque le alegraban. Incluso llegó a fundar en es e país el Día del Niño», dice.

«Su gran amigo Eugenio Granell decía que Juan Ramón, con quien estaba a gusto, era con los niños», prosigue Hernández-Pinzón. «Es que él mismo era un niño, tenía una capacidad increíble para ver cada día cosas que solo ven ellos», comenta.

«Sueña que es mariposa; que un esmalte/ policromo de flores nuevas/ retiene el vuelo grácil/ de sus alas de luz; que en una fresca/ brisa de mayo, va por los arroyos/ rizando un vuelo entre la tierna yerba...// El niño cojo/ sueña...», leemos en uno de los poemas que componen el sumario.

Para Fernández Berrocal, la novedad de este libro no es sólo que sea inédito, sino que en él el «espíritu del poeta se abre a la realidad de su entorno, y el sentimiento aflora en textos de gran sensibilidad y hondura», comenta.

«En Moguer, sus escritos se tornan más humanos, comprometidos y conscientes de lo que atañe al hombre. Descubre allí que puede hacer poetizable la realidad. La ensoñación, lo infinito del hecho poético, los niños y el viaje son algunos de los motivos desde los que el escritor poetiza esta nueva visión», concluye la responsable de esta edición.

Por su parte, Hernández-Pinzón subraya que a menudo le han preguntado si no hay «demasiados inéditos» de Juan Ramón. «De él nunca nos cansamos», se responde. «La rosa nunca cansa, decía el poeta, y volvemos a comprobarlo con este libro, que va a llegar a sus lectores. Es un libro, sobre todo, para los jóvenes, para los que empiezan a escribir», agrega.

Muy agradecida con la labor que viene desarrollando la Fundación José Manuel Lara con la obra inédita de Juan Ramón, tras años de silencio y desinterés. «Hay obra inédita aún porque antes no había interés en publicarlo. Su poemas tienen su dificultad, Juan Ramón no es fácil, y hay que trabajar sus borradores. Es arduo y complicado, como bien sabe Ignacio Garmendia, que ha estado revisando los textos durante los últimos meses para esta edición».

Según Fernández Berrocal, estos poemas no llegaron a publicarse dado que sus años de retiro en Moguer fueron «muy fecundos», pero no dio todo a la imprenta y muchos de sus poemas sólo vieron la luz en sus antologías. «Luego la marcha al exilio con Zenobia, ligero de equipaje, el saqueo de su casa de Madrid y, finalmente, la enfermedad de ambos y la muerte de Zenobia hicieron que muchos de sus proyectos ordenados en la Sala Zenobia-RJR de la Universidad de Puerto Rico quedaran inéditos», dijo la profesora.